Consejos de Shalom Bait: ¿Qué es el amor para el judaísmo?

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¿Qué es el amor para el judaísmo?

El amor cautiva a la mayoría de las personas a lo largo de sus vidas. El amor lleva a las personas a viajar al otro lado del mundo, a cambiar de ciudad y a “pararse de cabeza” por la persona que les importa.

Las historias de amor se encuentran entre los temas básicos de la literatura, las canciones y las películas. Es un tema popular, incluso en los periódicos y revistas más serios e importantes. El amor provoca que las personas fluctúen de las mayores alturas de la dicha hacia las profundidades de la depresión, o algo peor. Pero debemos preguntarnos: ¿qué es el amor?

Así como hay errores de concepción críticos con respecto al matrimonio que desafían la capacidad de las parejas de construir relaciones duraderas, en la misma medida también es mal entendido el concepto del amor. Dado que es el pegamento que mantiene unido al matrimonio, a la familia y a la sociedad, vale la pena clarificar y entender al amor: qué es realmente y cómo se lo puede desarrollar. En este capítulo analizaremos qué es el amor, cuáles son las condiciones previas para crearlo, y de qué manera puede reforzarse dentro del contexto de estar casados con nuestra alma gemela.


Todos esperamos crear nuestros matrimonios en el siguiente orden: primero nos enamoramos y después nos casamos con la persona de la cual nos enamoramos. Pero el matrimonio no es un producto del amor, sino en verdad es lo que lo crea. De hecho, una de las principales funciones del matrimonio es proveer un campo apto para que florezca el amor y la felicidad. ¿De qué manera se logran estos elevados objetivos? Analizaremos tres de los pilares para lograr el amor eterno a través del matrimonio. Estos fundamentos son: dar al otro, valorar sus virtudes y compartir objetivos significativos.

Ésta es la manera en la cual muchas personas enfocan una relación: Consciente o subconscientemente, creen que el amor es una sensación (basada en la atracción física y emocional) que se genera mágica y espontáneamente cuando aparece el “hombre perfecto” o la “mujer perfecta”. Pero este tipo de amor puede deteriorarse con la misma facilidad cuando la magia “se acaba”. Así como uno se enamora fácilmente, así puede “desenamorarse”.

¿AMAS EL PESCADO?

Algunas personas confunden la satisfacción egoísta de su propia lista de deseos con el verdadero amor. Veamos cuál es la descripción moderna del amor dada por Eric Fromm.

Él describe al amor como un buen acuerdo comercial. Cada persona se ama a sí misma y, por lo tanto, está dispuesta a dejar de lado parte de su independencia para incrementar su valor al unirse con la otra persona. Una historia judía captura la sensación de la descripción del amor de Fromm:

El Rab Leib Jasman, supervisor espiritual de la Yeshibá Hebrón, en una ocasión vio a un estudiante comiendo pescado con gran entusiasmo. Él le preguntó:

—Dime jovencito, ¿amas el pescado?

El estudiante le respondió afirmativamente. Entonces el Rab Jasman le respondió:

—Si amas el pescado, entonces deberías haberte preocupado por el que tienes en tu plato. Deberías haberlo alimentado e intentado que estuviera en paz. Pero en cambio, lo estás devorando.

Mientras el estudiante buscaba una respuesta adecuada, el Rab exclamó:

—Obviamente tú no amas al pescado. ¡Te amas a ti mismo![i]

Si le preguntas a la gente: “¿Cuánto amor estás dispuesto a invertir en una relación con alguien que definitivamente no es la otra mitad de tu alma?”, la mayoría comenzará a sentirse incómoda, pues cree que no tiene sentido invertir ni siquiera en menor medida, porque su verdadero sueño es dedicar su amor a la persona correcta, a su verdadera “alma gemela”. ¿De qué manera podemos describir y definir el amor que deseamos lograr?

AMOR O DESEO

Rab Arie Kaplan nos explica la diferencia entre amor y deseo, y dice así:[ii] “No debe confundirse el amor con el deseo. Mientras el amor desea dar, el deseo sólo quiere tomar para sí mismo. El amor es un sentimiento recíproco, en el cual uno se identifica con los deseos y las necesidades del ser amado.”

Cuando la Torá nos provee un paradigma del amor, nos dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[iii] Amor implica sentir hacia la otra persona exactamente los mismos sentimientos que uno tiene hacia uno mismo. Cuando amas a una persona, la felicidad de esa persona te resulta tan importante como tu propia felicidad…

Recuerda: “El deseo de dar antes que el de tomar, es la prueba de fuego del amor”.

EL COMPROMISO Y LA ENTREGA CONSTANTE

El amor entre el hombre y la mujer es un fenómeno fascinante… La fuente de ese amor es el hecho de que ellos se complementan mutuamente, porque Dios creó a los hombres y a las mujeres incompletos por sí mismos, tal como dijeron los Sabios: “El hombre que no está casado no es un ser humano completo”. Por lo tanto, por sí mismo, el hombre es incompleto y no puede funcionar adecuadamente.

La completitud que logran mutuamente crea el amor, porque, como ya hemos visto, dar fomenta el amor. El amor que existe entre ellos los lleva a desear complacerse y satisfacerse mutuamente…

Rab Eliahu Desler solía decir lo siguiente a las parejas en el día de su boda: “Deberán siempre brindarse mutuamente alegría y placer, tal como en este momento. Y tengan presente que en el momento en el cual comiencen a demandar del otro, la felicidad se les escapará”.

La relación adecuada entre el hombre y la mujer se da cuando ambos desarrollaron la cualidad de la entrega. Cuando logran eso, su amor continuará y sus vidas estarán constantemente repletas de felicidad y satisfacción.[iv]

EL AMOR MÁS PERFECTO

El amor más perfecto que existe en el mundo es el amor entre padre e hijo. Cuando una madre sostiene a su bebé en sus brazos, su corazón derrama el amor más singular. Ella siente este amor, no porque espera algo del niño, sino simplemente porque el niño existe. El amor entre padre e hijo existe porque el padre y el hijo se sienten como uno solo. La unión entre un hombre y una mujer es un reflejo de esto.

La Torá nos enseña que originalmente el hombre y la mujer fueron creados como una sola unidad andrógina. Luego Dios los separó en dos partes, convirtiendo al hombre y a la mujer en personas independientes. Por lo tanto, el hombre y la mujer comenzaron como una única entidad, y la unión es una tendencia natural para volver a ser uno. Adam reconoció cuando Javá fue separada de él. Él dijo: “Ahora ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne”.

Adam quería decir que cuando el hombre se casa, toma el amor natural que siente hacia sus padres y lo dirige hacia su esposa. Por lo tanto, el Talmud enseña: “La esposa es para la persona como su propio cuerpo”.[v] Esto también nos enseña que en un matrimonio perfecto el hombre ama a su esposa como a su propio cuerpo; cuando el amor es perfecto, el hombre y la mujer son como una sola persona.

Todas las barreras, sin importar lo infranqueables que parezcan, pueden ser superadas por este amor. El Talmud nos cuenta que un hombre dijo a su esposa: “Cuando el amor entre nosotros era intenso, podríamos habernos acostado sobre el filo de una espada”.[vi], [vii]

LA MITZVÁ DE AMAR AL SEMEJANTE EN EL MATRIMONIO

Hay una pregunta muy interesante: ¿Rige la mitzvá de amar al semejante en el matrimonio?

Rabí Jaim Kanievski, shelita, en el libro “Dérej Sijá” lo responde, basándose en las palabras del Talmud.[viii] Allí dice que no se permite realizar un compromiso nupcial sin que el novio vea primero a la novia para evitar el caso de que no le guste y la repudie. La Torá nos exige: “Amarás a tu semejante como a ti mismo”, queda bien claro que también en el matrimonio hay que cumplir con la mitzvá de amar al otro. En este caso, al cónyuge.

Es interesante mencionar lo que nos fuera descubierto por Rabí Jaim Vital. En hebreo, la palabra “ahabá – amor” suma numéricamente 13, significando que, si los dos se brindan amor, se consigue sumar 26, que es la suma de las letras del Nombre de Dios. Entonces se cumple plenamente lo que dice el Versículo: “Amarás al semejante como si fueras tú… Yo soy Dios”. Al sumarse el cariño que hay entre dos personas, 13+13=26, aparece Dios = 26.

Además de los infinitos beneficios que genera vivir en armonía, la mitzvá de amar al prójimo es utilizada por Dios como parámetro a la hora de juzgar a las personas: de acuerdo a como ellas se comportan y aman a los demás, especialmente en el matrimonio, así es como Él destina Su bondad y cariño hacia ellas.[ix]

¿QUÉ ES LA KETUBÁ?

¿Por qué llamamos ketubá al documento matrimonial? Debería ser llamado simplemente “ktab” (literalmente, un documento escrito).

La respuesta es que sabemos que cuando el hombre (ish) y la mujer (ishá) se casan, se unen las letras yud y he del Nombre de Dios. Agregamos las otras dos letras (del Nombre de Dios) vav y he a la palabra ktab para formar “ketubá”. De esta manera, la relación que se crea cuando se entrega una ketubá, une las cuatro letras del Nombre de Dios.[x]

¿DE QUÉ DEPENDE EL AMOR?

La confusión en la actualidad nos lleva a considerar que el matrimonio y el amor están basados en factores físicos.

Es así que, de acuerdo a modelos no acordes a las enseñanzas de la Torá, cuando la mujer comienza a envejecer, muchos hombres entran en “la crisis de la edad media”. El romance se desvanece, los ojos miran hacia otro lado y los niños permanecen en hogares destruidos, incluso antes de que sus padres se divorcien. Este principio es enseñado en la Mishná, que dice así:

“Todo amor que dependa de una causa específica, desaparecerá cuando ese factor ya no esté presente; pero el amor que no dependa de una causa específica nunca desaparecerá”.[xi]

Dijo Rab Shimshón Rafael Hirsh: “Cuando el amor tiene sus raíces en lo espiritual y en el valor moral del individuo amado, el amor será tan perdurable como los valores sobre los cuales se ha basado. Pero un amor basado en la atracción física no durará más allá de ese atractivo fugaz”.[xii]

Esto lo vemos detallado en la construcción del Bet Hamikdash.

Está escrito en el Talmud:[xiii] Cuando los judíos subían al Bet Hamikdash en Jerusalem para las festividades, los Cohanim levantaban las cortinas del Kódesh Hakodashim y les mostraban los Querubines, que estaban abrazados el uno al otro. Y les decían: “Miren, su amor ante Dios es como el amor de un hombre y una mujer”.

Explica el comentarista Rashí cómo eran esos Querubines: “Tenían el rostro de niños pequeños”.[xiv]

Dicen nuestros Sabios lo siguiente: Los Querubines fueron hechos masculino y femenino para representar el máximo lazo de amor que une a un hombre con su esposa. Sin embargo, este amor carecía del deseo y la sensualidad que generalmente acompaña a este tipo de unión.

En el pasado, la cultura mundial dominante confundió el amor con la lujuria. Esta confusión distorsionó la esencia misma del amor, tal como es expresado en la continuación de la sección del Talmud que se refiere a los Querubines:

Cuando los no judíos entraron al Santuario [después de la destrucción del Bet Hamikdash], vieron a los Querubines abrazados. Estos los llevaron al mercado y dijeron: “¿¡Acaso estos judíos se dedicaban a estas cosas!?” Y de inmediato los menospreciaron.[xv]

Quienes lo destruyeron entendían que la conexión física entre el hombre y la mujer era similar al apareamiento de los animales; algo meramente físico. Ellos no pudieron entender cómo la intimidad entre los Querubines masculino y femenino podía ser un símbolo del amor puro y de la unidad —un símbolo de la conexión entre Dios y el pueblo judío— sin ningún trasfondo licencioso.

¿CÓMO PODEMOS CONSTRUIR EL AMOR?

¿Por qué el versículo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, continúa con las palabras: “No te vengarás y no guardarás resentimiento”?[xvi]

Al principio, los miembros de una nueva pareja pueden sentir amor el uno por el otro, pero poco a poco empiezan a guardarse rencor y a contar todas las cosas desconsideradas que el otro hizo. Comienzan a alejarse. Después de algunos años de esta manera, el amor ha muerto y la pareja se divorcia.

El versículo nos está diciendo que el amor implica volverse como un solo cuerpo. Imaginen a una persona que accidentalmente se corta su propia mano con un cuchillo. ¿Acaso para vengarse la mano cortada pegará a la mano que sostiene el cuchillo?

Como padres, si nuestro hijo nos grita, podremos estar molestos y hacer algo al respecto, pero seguimos amándolo y en unos pocos minutos olvidamos la ofensa. No nos aferramos a ella. Ésta es la cualidad que tenemos que aprender y sobre la cual debemos trabajar para poder amarnos mutuamente.

A veces puedes “no sentir” que amas a tu nueva esposa. Nuestros sentimientos no son un verdadero barómetro para saber si realmente amamos a alguien. Nuestro compromiso por dar al otro, incluso cuando es difícil hacerlo, es una señal mucho mayor de que lo amamos. Por ejemplo, si a una madre que tiene dificultad para criar a sus hijos pequeños alguien le dice: “¡Te doy un millón de dólares para sacar a estos niños molestos de tus manos!”. Ella le arrojará ollas y sartenes y lo sacará inmediatamente de su casa. ¿Por qué? Porque ella ama a sus hijos a pesar de que éstos constituyan un reto para ella. Amas a alguien cuando estás dispuesto a darle, incluso cuando no es fácil. Puede llevar tiempo aprender a sentir placer por tener la posibilidad de amar.

Podemos enseñar a esta madre cómo sentir placer por el hecho de que ama a sus hijos. Podría llevar tiempo, pero en el intermedio ella no se va a divorciar de ellos, porque está comprometida a amarlos, incluso cuando no tiene ganas de hacerlo.[xvii]

¿CÓMO EDIFICAMOS EL AMOR?

En esta sección analizaremos tres de las piedras angulares para un amor eterno que puede lograrse a través del matrimonio. Éstas son:

  1. Dar al otro. 2. Valorar las virtudes del otro. 3. Compartir aspiraciones significativas.

1. CONSTRUIR EL AMOR A TRAVÉS DE LA ENTREGA

Si alguna vez diste de comer helado a un bebé, probablemente estuviste abriendo la boca junto con el bebé cada vez que le ofrecías una cuchara. Sentías placer del placer del bebé. Antes hemos explicado que el deseo tiene el poder de construir al amor cuando es canalizado correctamente. ¿De qué manera lo canalizamos? Cuando aprendemos a utilizar “nuestro deseo por el placer” para imaginar el placer que nuestro esposo/a desearía sentir. Entonces se vuelve nuestro propio placer brindarle placer a nuestra pareja.

Dice Rab Reuven Leuchter: Un hogar judío se construye cuando el placer de uno de los miembros de la pareja es cumplir el deseo del otro [dentro de los límites de lo que es permitido por la ley judía]. Si es el cumpleaños de tu esposa y te dices a ti mismo: “¿Qué puedo hacer? [Lamentablemente] tengo que gastar cien dólares en flores que se marchitarán en dos días”, entonces es como si en verdad no estuvieses casado.

Cuando llegas al punto en el cual sientes: “La sonrisa de mi esposa vale cien dólares”, entonces eres capaz de dar sin sentir que estás perdiendo algo. El entusiasmo en el matrimonio se construye sobre la base de que tu placer sea dar al otro.

Trabajar por encontrar una emoción lleva a que el matrimonio sea un constante estremecimiento. Cuando aplicas tu deseo de placer en asegurarte de que el otro reciba aquello que le da placer, eleva al matrimonio. Este concepto es aplicable en todos los niveles de la interacción marital. Esto construye el amor y la unidad que protege a la pareja de aquello que el mundo exterior llama “apasionante”.[xviii]

Hermosas palabras de la rabanit Tzipora Heller: “El propósito del matrimonio es presentar a ambos miembros de la pareja las máximas oportunidades para entregarse y dar al otro. Dios creó al hombre y a la mujer inherentemente diferentes para que cada uno pudiera dar al otro aquello que le falta”.

Dentro del matrimonio, los hombres y las mujeres tienen necesidades diferentes. Aunque ambos desean amor y respeto, en general la necesidad de la mujer de ser amada y entendida es fundamental, mientras que para el hombre es primordial ser respetado.[xix]

2. VALORAR LO BUENO DE LA OTRA PERSONA

El amor es el apego que resulta de valorar profundamente el bien que tiene el otro.

La palabra “bien” puede sorprenderte. Al fin de cuentas, la mayoría de las historias de amor no presentan a las parejas cautivadas por los mutuos valores éticos. [“¡Me fascinan tus valores éticos!”, él le dijo apasionadamente. “¡Y yo nunca conocí a un hombre tan moral!”, le respondió ella]. Pero en su estudio sobre el éxito de los matrimonios en la vida real, Judith Wallerstein nos dice que: “El valor que estas personas otorgan a las cualidades morales de su pareja fueron un hallazgo inesperado”.[xx]

Para la mente judía, esto no es inesperado. Lo que más valoramos en nosotros mismos es lo que más valoramos en los demás. Dios nos creó para que nos veamos a nosotros mismos como seres buenos. Así también, buscamos lo bueno en los demás. Una apariencia atractiva, una personalidad interesante, la inteligencia y el talento (todo lo cual tiene cierta importancia), puede atraerte, pero la bondad es lo que te lleva a amar al otro.

Si el amor surge al valorar la bondad del otro, no es algo que ocurre de pronto –tú puedes hacer que surja. El amor es activo. Tú puedes crearlo. Sólo tienes que centrar la atención en la bondad y en lo bueno que tiene la otra persona (cada uno tiene algo bueno). Si puedes hacerlo con facilidad, podrás amar fácilmente.[xxi]

3. VALORES Y ASPIRACIONES COMUNES

Las almas gemelas se unen al compartir una misión en común.

Las almas gemelas se ayudan a complementarse mutuamente trabajando hacia el objetivo común de desarrollar su potencial espiritual. Cuando este objetivo común es reconocido y valorado, el amor se encuentra presente.

Dice Rambam: Hay tres clases de amor: el amor debido a aquello con lo cual uno puede beneficiarse del otro; el amor por el placer y el amor por la virtud…

El amor por la virtud es cuando dos personas desean la misma cosa valiosa, que esencialmente es buena, y cada uno desea colaborar con el otro para lograr obtener este ideal para ambos.[xxii]

Al centrar la atención en el bien del otro y ayudar a concretar este bien, los miembros de la pareja se vuelven socios en el logro de la misión de vida del otro, conectándose mutuamente en el nivel más profundo. En definitiva, nacimos para imitar a Dios como creadores. Por lo tanto, ayudarnos mutuamente para desarrollar nuestra creatividad personal es uno de los profundos objetivos comunes del matrimonio.

EL LUGAR QUE LE CORRESPONDE

El libro “Rabí Moshé Shemuel” trae varios relatos en los cuales se ve plasmado el respeto, amor y cariño que el Rosh Yeshibá de “Beer Yaacob”, Rab Moshé Shemuel Shapira, sentía y le brindaba a su esposa.

Cuentan que una vez fue invitado de honor para la colocación de la piedra fundamental de la Yeshibá de Lakewood, New Jersey. En Shabat por la mañana, los dirigentes del lugar ofrecieron un banquete en su honor: era nada menos que el gran rabino de aquella generación. Se congregaron cientos de personas.

Luego de recitar el Kidush, y para sorpresa de todos los presentes, en lugar de servirse algo para comer, Rabí Moshé Shemuel comenzó a buscar a su esposa para cerciorarse de que hubiera recibido del vino de Kidush.

Al ver que su actitud causaba tanta sorpresa, dijo:

—¿Acaso ustedes creen que lo que nuestros Sabios indicaron sobre honrar a la esposa incluso más que a uno mismo es una cuestión teórica? ¡No, de ninguna manera! Lo que ellos dijeron es de cumplimiento efectivo. Siento sinceramente, desde lo más profundo de mi corazón, eterna gratitud a mi mujer. Y como dijo Rabí Akibá a sus alumnos: “Lo que yo poseo y lo que ustedes tienen, es de ella”. Lo mismo puedo decir con orgullo de ella. Todo lo que tengo y he logrado es gracias a ella”.[xxiii]


[i] Rab Aharon Feldman, “El río, la olla y el pájaro”.

[ii] “Hecho en el Cielo”, página 8.

[iii] Vayikrá 19:18.

[iv] “Mijtab Meeliahu”, volumen 1, página 38.

[v] Maséjet Yebamot 62b.

[vi] Maséjet Sanhedrín 7a.

[vii] Rab Arie Kaplan, “Hecho en el Cielo”, página 11.

[viii] Maséjet Kidushín 41a.

[ix] Rab David Pinto, “Pájad David”, 325, Matot-Masé.

[x] Rab Zev Wolf Visovsky, citado en jumash “Perush Hagrá” sobre Rashí a Bereshit (Génesis) 25:6.

[xi] Pirké Abot 5, 16.

[xii] “Capítulos de los Padres”, Editorial Feldheim, página 89.

[xiii] Maséjet Yomá 54a.

[xiv] Shemot 25:18.

[xv] Maséjet Yomá 54b.

[xvi] Vayikrá 19:18.

[xvii] Rab Noaj Weinberg.

[xviii] Ner Laelef.

[xix] “Let’s Face It”, páginas 164-165.

[xx] En su libro: “El buen matrimonio: Cómo y por qué dura el amor”.

[xxi] Guila Manelson, “De cabeza a corazón”, páginas 73-75.

[xxii] Sobre Pirké Abot 1, 6.

[xxiii] Rab David Pinto, “Pájad David”, 325, Matot-Masé.

Acerca de Salomón Michán Mercado

Nacido en Abril de 1982, en la ciudad de México. Autor de más de 25 libros de ética y filosofía judía. Entre ellos, La Dieta del Rambam, Consejos de Educacion de los Hijos, El Poder del Habla, Maaser Rafael, La Tefilá, y muchos más. Realizó el gran Juego: El Toratón, que consta de 2,500 preguntas y respuestas de Torá, Halajá (ley judía), Tanaj, Talmud, en forma de juego para los niños, adultos, etc. Conferencista y maestro de ética y filosofía judía. Sus vídeos y audios aparecen en Youtube y en SoundCloud. Dedica tiempo al día, mandando sus clases de Torá, vía mails, Whatsapp y Facebook.

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