Desmontando a la Autoridad Palestina

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¿Cómo se sentiría usted si el gobierno español recompensará a la familia de Mujika Garmendia, Pakito, el responsable del atentado de contra la casa cuartel de Zaragoza, con un elevado salario anual? ¿O si un familiar del etarra Txapote obtuviese un subsidio vitalicio por cortesía de los contribuyentes españoles en reconocimiento a su actividad sanguinaria?

Una idea absurda, ¿verdad? …¡El Gobierno recompensando a las familias de los terroristas! Pues eso es exactamente lo que la Autoridad Palestina, el gobierno de Cisjordania, hace con todos los terroristas que matan a civiles en Israel. Esto, que viene sucediendo desde hace años y se ha institucionalizado, parece no preocuparle a nadie.
La lógica de la Autoridad Palestina es magnífica: afirman que no dan instrucciones a hombres, mujeres y niños para que ataquen con cuchillos a israelíes, ni les instan a que detonen chalecos explosivos contra multitudes, pero ofrecen pagar a sus familias un sueldo vitalicio, y sacar en procesión a esos terroristas como héroes locales. Aunque la Autoridad Palestina se esconda, eso es incentivar el terrorismo. Es más, no hace falta un análisis profundo: la propia Autoridad Palestina reconoce por escrito esas medidas, que aplica de forma regular y sin cortapisa monetaria.

Pongamos un ejemplo de esta perversa lógica: el 8 de marzo de 2016, Taylor Force, ciudadano de un país amigo, Estados Unidos, de 28 años de edad, estaba de visita en Israel con miembros de su programa MBA de la Universidad de Vanderbilt. Force caminaba junto a un compañero de clase en Jaffa cuando un terrorista palestino, que atacó con un machete al azar a 12 civiles (entre ellos una mujer embarazada), lo asesinó.
Los Estados Unidos condenaron el ataque, pero Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina (en el undécimo año de su mandato de cuatro años…), calificó al atacante, Bashar Masalha, abatido por las fuerzas de seguridad israelíes, como un “héroe y mártir”. Masalha recibió un funeral de héroe nacional, con miles de asistentes.


La Autoridad Palestina ha puesto el nombre de 25 terroristas con muertos sus espaldas a otras tantas escuelas. 3 de esos colegios reciben el nombre Dalal Mughrabi, miembro de la facción Fatah de la OLP (el precursor de la Autoridad Palestina), que formaba parte del grupo de los ocho terroristas que emboscaron un autobús cerca de Tel Aviv en 1978, matando a 38 ciudadanos israelíes, entre ellos 13 niños. Mughrabi también tiene a su nombre una plaza pública, un torneo de fútbol, un campamento de verano y un centro informático.
Imagínese una cátedra “Santi Potros” en la Universidad Autónoma de Madrid, un centro de convenciones “Josu Ternera” en Zaragoza o, tal vez, una biblioteca que lleve el nombre de “Mikel Azurmendi” en Sevilla.
Pero ojo, estos honores son sólo la punta del iceberg del paquete de beneficios que disfrutan los terroristas, todo ello cortesía de la Autoridad Palestina.

De acuerdo con la Ley N ° 14 de la AP, en sus artículos 1 y 2, codificados en 2004, “la familia de un terrorista recibirá pagos regulares de por vida, que ascenderán a 3 veces el salario anual medio en Cisjordania”.
En la modificación de la ley de Prisioneros Palestinos nº 19, los pagos se definen para un terrorista que cometa un acto violento, que sobreviva y sea encarcelado por graves delitos. Hablando en plata: cuanta más gente maten, cuanto mayor sea la sentencia que reciban por sus crímenes, más dinero obtendrán.
El artículo 4º ofrece enseñanza gratuita a los hijos de los encarcelados. El artículo 6º da prestación para ropa y estipendio mensual ajustado al índice del coste de la vida. El seguro de salud también se incluye en el artículo 4º, apartado 12.

Cuando un preso es liberado, el artículo 8º enuncia: “el Estado seguirá pagando los sueldos de los prisioneros liberados y los empleará como funcionarios públicos”. Así que hay un empleo de por vida si uno se compromete a practicar el terrorismo. Si el salario como funcionario es inferior al que el terrorista cobraba mientras estaba en la cárcel, la Autoridad Palestina compensa la diferencia.

Existe un Ministerio específico que emplea a 550 trabajadores en la supervisión y entrega de “gastos de viaje, bonos, tasas de cambio y gastos para las familias de los mártires y presos”. Traducido en cifras: 315 millones de dólares sólo en 2016, lo que representa un 8% del presupuesto total palestino.

Estos artículos están redactados con el estilo propio del Derecho Civil de cualquier país, pero al darse uno cuenta exactamente de lo que está leyendo, es aberrante. Es una recompensa permanente por la muerte de civiles y niños (a veces, muertes perpetradas por propios niños). Su gravedad y magnitud no deben ser ignorados.
España, como otros países de su entorno democrático, tiene la obligación de denunciar a gobiernos y entidades que patrocinen el terrorismo. Es la ley. El Ministerio del Interior está obligado a identificar a organizaciones terroristas extranjeras.

Sin embargo, con la Autoridad Palestina y su permanente apoyo al terrorismo, esto se ignora, y para colmo de males, España, en solitario o en comandita con la Unión Europea, envía cientos de millones de euros a la Autoridad Palestina al año. Recuerden: el 8% del presupuesto global de la Autoridad Palestina se destina a actividades terroristas.

No sólo eso: en España, con nuestros impuestos, financiamos al autodenominado embajador palestino en España, Musa Amer Odeh, y su ficticia embajada desde la que se proyectan mensajes de odio inhumanos como “Israel está comerciando con la sangre de tres colonos asesinados” (expuesto en su propia web). Los tres “colonos” con cuya sangre Israel “comerciaba” fueron tres adolescentes secuestrados y cruelmente asesinados por terroristas palestinos en 2014.

Durante más de 50 años España y el resto del mundo han aceptado el argumento palestino de la equivalencia moral. Eso de que un terrorista es otro “luchador por la libertad”. Similar definición (“valientes gudaris”) recibían los etarras. Pero no son más que asesinos. Unos y otros. Lo que sería repugnante en España lo es también en los Territorios Palestinos.

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