La edad, la experiencia de vida, el contexto, da a todo lo que nos sucede una visión particular. No vivimos de la misma manera los niños, los adolescentes, los adultos o los adultos mayores. Aún entre los adultos mayores, cada cabeza es un mundo.
La vejez ha llegado, hay que aprender a vivirla de la mejor manera posible, tanto en familia como en soledad. Es un tema tan amplio que puede abarcarse desde distintos enfoques. Los abuelos tienen expectativas y los hijos y nietos no siempre las pueden compartir. Puede haber cariño, pero las distancias y las ocupaciones complican la relación.
El tiempo pasó a gran velocidad, no lo podemos tomar en nuestras manos; las referencias y los asideros se mueven así que se necesita una capacidad especial para adaptarse al nuevo mundo, si es que lo podemos hacer. Las ausencias aumentan, y la desolación y aburrimiento pueden llegar.
A veces, los abuelos quieren asirse a los hijos o nietos, pero ya no encajan en ese nuevo mundo y lo critican. Muchos abuelos y abuelas tienen la capacidad de convertirse en personas que saben escuchar, sin juzgar, sin opinar y se enteran de cosas inusitadas que los nietos relatan y que no cuentan a nadie más. Por tener una relación distinta de los padres, sus opiniones pueden ser escuchadas, no siempre seguidas al pie de la letra.
Joel se sorprende de la habilidad que tiene su abuelo para remover retazos del pasado. ¿Por qué al final de su vida, la mente de algunos viejos resuena con gente desaparecida tiempo atrás, de la que nunca antes habían hablado. ¿Será que conforme ven que se acerca el silencioso barco de la muerte miran al muelle en busca de rostros conocidos que partieron tiempo atrás?
Cuando se ejerce el abuelaje, hay que tener la capacidad de escuchar con curiosidad, el mundo que el abuelo ha vivido es distinto del que los nietos viven. No es fácil para ellos comprender esa libertad anhelada. No es lo mismo “los tres Mosqueteros, que veinte años después” Los jóvenes no entienden lo que fue el mundo de sus viejos, a veces, ni siquiera les importa; o lo que ven les parece una película del pasado; los abuelos, aunque enamorados de sus nietos, no entienden el mundo inquietante de los chicos, en constante cambio. Con actitudes, adelantos, libertades, dificultades sociales, que ellos ni siquiera soñaron.
Las nuevas generaciones creen saber todo y se resisten a ver la sabiduría de los mayores. Por el contrario sus opiniones les parecen fuera de lugar y constantemente dicen: “Es que mi abuelo(a) no entiende nada”.
¿Que es aquello que se compra caro, se ofrece por nada y con frecuencia se rechaza? La experiencia de los viejos. Sin embargo, hay que aceptar que cada persona necesita vivir sus propias experiencias, el camino de la vida es un aprendizaje personal e intransferible.
Ser abuela de un niño es distinto de serlo de muchachos mayores. Estos se preocupan por los viejos, los ayudan, y tratan de ser útiles. Una abuela me cuenta después de un paseo con dos nietos: me agarraban del brazo, me cargaban la bolsa me ayudaban a bajar y subir las escaleras y todo esto riendo y jugueteando.
Los abuelos se enfrentan a las diferentes personalidades de los muchachos, hay momentos en que son testigos de sus crisis existenciales, y la impotencia que se siente de no tener una respuesta es dolorosa. No todos es alegría, sino que la tristeza y la confusión también son parte de la relación. Hay decisiones que no se toman, la vida las presenta de una manera diferente a lo planeado, a lo deseado.
Los viejos piensan y se remontan a un pasado lleno de recuerdos, algunos tristes otros hermosos, que los han convertido en lo que son, quisieran que sus amados aprendan de eso. Esa fué su vida, no la de los nietos.
Se conjunta el legado familiar, el pasado, la historia, el contexto social para formar un presente. El deber de cada persona es hacer lo mejor con lo que le tocó en suerte. No se puede vivir en el hubiera que se traduce en frustración y enojo.
Eloísa se tuvo que instalar en casa de uno de sus hijos y se llenó de pánico al sentirse inútil, no lograba manejar los aparatos eléctricos en esa cocina moderna; estaba tan preocupada que su ansiedad perjudicaba el aprendizaje. Cuando lo pudo expresar la tranquilidad familiar regresó.
Algunos hijos no se dan cuenta que su padres se han hecho mayores y su fuerza ha disminuido. Les encargan labores que no pueden o saben hacer; los nietos son más proclives a notar estos cambios. El abuelaje, casi siempre es maravilloso pero tiene partes dolorosas como toda en la vida. Nada es solamente de una manera, se combina lo positivo y lo negativo. Es deseable que la mayor parte sea positiva.
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