Cuando el deseo es sano.
Cuando la idea es clara y deseable.
Cuando la intención es sana, limpia.
Cuando se pretende medrar para bien.
Cuando se embaraza la fe y se arremete, apostándole al logro.
Cuando lo que se espera depende de uno mismo y se impone mi ser al miedo o al fracaso.
Es cuando se viste uno con el traje de la dignidad.
Vestido de dignidad se puede ver al poderoso cara a cara, sin pretender más, pero sin aceptar menos.
Se puede ver hacia abajo y comprender más el sufrimiento humano.
Eso es la dignidad.
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