La niña era juguetona, mimada por sus padres y su hermana, pertenecía a una pequeña familia refugiada en este país, (México) que tuvo que salir de Europa, debido a la guerra y especialmente por el problema racial. El padre comenzó a trabajar, tuvo que comenzar de cero después de tener un excelente negocio en Italia. Sin embargo estaba feliz de haberse puesto a salvo con su esposa e hijas. Fueron muchas las zozobras que pasaron antes de la partida, pues el padre tuvo muchos percances para salir del país, ya que era difícil sacar el dinero, también conseguir los dólares que le entregarían en Suiza y que no tenía la seguridad de que se los entregaran, sin embargo lograron salir y salvarse de la inminente guerra.
En aquel tiempo la comunidad Sefaradí no era muy grande, no existía todavía un templo, pero las familias se reunían en un lugar rentado y así fueron haciendo amistades. El padre tenía primos, él era un señor sociable y fue relacionándose con muchas personas. A pesar del cambio tan grande estaba contento, tenía una hermosa voz de barítono y le encantaba cantar, su esposa era una mujer muy trabajadora y lo ayudaba muchísimo, poco a poco se acostumbraron al nuevo país. ¿Qué más podía pedir? tenía a su esposa e hijas. Claro que no era fácil empezar a hacer negocios en un país desconocido, pero él sabía trabajar y era un gusto verlo vendiendo. Comenzó a vender en los puestos de los boneteros, toda clase de ropa y además algunas cosas que había traído de Italia.
La economía estaba difícil, pero se armó de valor y cada día salía con sus mercancías, hacía buenas ventas y así fue mejorando su situación. Buscaron una escuela para las niñas y ya se sintieron en la ruta correcta.
Sus niñas que tenían 9 y 5 años respectivamente eran un poco traviesas, pero eran la alegría de sus padres. La historia es que la niña menor estaba muy contenta excepto que no tenía una muñeca, todos los días le pedía a su papá que quería una muñeca, anhelaba tenerla. Ella era muy charladora, hablaba con toda la gente y el problema, era que decía todo lo que pensaba y casi siempre hacía sudar a sus papás: si veía a algún cojo le hablaba y le preguntaba porqué caminaba así, a toda la gente que le veía un defecto iba a hablarle y a preguntarle todo, era muy desenfadada y decía todo lo que le pasaba por la mente. Tenía a sus padres apenados, ellos siempre daban disculpas a la gente, pero les caía en gracia la chiquilla pues era simpática y siempre les sonreía a todos, en realidad ya hasta tenía varios amiguitos.
Finalmente el padre llegó a la casa con una muñeca de trapo, era muy sencilla pero fue lo que pudo comprar, la niña se puso feliz y jugaba todo el día con su muñeca, un día resolvió bañarla y se le despintó un ojo, ay qué tristeza le dio, Cuando regresó su papá a la casa le pidió que la arreglara, como era de trapo era difícil que quedara bien, pero sus padres se ingeniaron y pintaron el ojo de la muñeca, no quedó muy bien pero ya tenía ojo. La niña dijo “mi muñeca es bizca” pero a mí me gusta y estaba fascinada con su muñeca, la llevaba a todas partes, no cualquier niña tenía una muñeca bizca.
Un día el papá llegó a casa con la novedad de que una señora que era amiga de ellos en Italia había llegado al país y quería que fueran de visita pues esa gente era muy cercana a ellos.
Se arreglaron las niñas y la chica tomó a su muñeca, no la dejaba nunca se fueron, esta niña era muy sociable y le gustaba estar con gente que le festejaba lo que ella hablaba. Llegaron a la reunión en donde fueron recibidos con mucha amabilidad y contento. Cuando la niña vió a la señora de la casa se quedó con la boca abierta, le dijo: mira te pareces igualita a mi muñeca, ¡es bizca! Como tu, tiene un ojo torcido pero te ves linda así. Sus padres estaban apenadísimos no sabían que decir, dieron mil disculpas. La señora de la casa lo tomó muy bien y les dijo a los padres de la nena que esta niña le hizo un cumplido, que nadie se atrevía a decirle que era bizca y menos de una manera tan agradable.
Al regreso a casa la reprendieron por lo que dijo y ella se puso muy triste. Ese día aprendió que no se le debe decir a la gente que es bizca, tampoco se le puede insinuar que lo sea, eso trae problemas. Sin embargo ahora como mujer sigue diciéndole a la gente bizca que es bizca simplemente no tiene remedio, ¡pues ahora ya no cae tan en gracia! ¡Genio y figura, hasta la sepultura!
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