Cerebro Reptiliano

Por:
- - Visto 3848 veces

Nos gusta hablar de nosotros mismos, es un hecho. Nos gusta sentirnos únicos. Nos gusta sentirnos amados y considerados. Nos gusta ver a otros y que nos vean, aunque no que nos acosen. Nos gusta que hablen de nosotros y ¿por qué no? También nos gusta hablar de los demás. Esto ha sucedido siempre, independientemente del tiempo, pero ¿qué significa el día de hoy?

El Internet reduce los costos de transacción abrumadoramente. Hoy no cuesta prácticamente nada escribir un blog, leer noticias, entretenerse con videos de YouTube, o tener una cuenta de Facebook o Twitter y utilizarlas. Hoy es posible comunicarse con todo el mundo, simplemente desde una computadora con conexión a Internet. Se trata de comunicación instantánea, aquí y ahora.

Las redes sociales nunca me dejarán de cautivar; y es que el juego de nuestro cerebro reptiliano, lejos de terminar con la tecnología, lo hace más evidente. Facebook es una interacción de personas que no titubean en sacar sus más primitivas respuestas.


En Facebook entramos a formar parte de una tribu digital-real, en la que una solicitud de amistad nos puede ser negada, al mismo tiempo que nosotros podemos también negarla. Se trata de una red compleja en la que interactúan nuestros miedos al rechazo cuando escribimos un comentario en una foto por temor a sonar “demasiado desesperados”. Nos preocupamos por la opinión de lo que significa un “me gusta” en una foto, ¿se podrá malinterpretar? ¿estaré dando la señal correcta?

Incluso vamos mucho más allá (y esto es porque Facebook nos lo permite) gracias a la privacidad. Bloqueamos a ciertas personas de determinadas publicaciones o fotos para que no se enteren. Seleccionamos a las personas que pueden ver nuestras fotos y seleccionamos a las personas de las queremos saber más, y de las que no. Y aunque usted crea que usted es el único que lo hace, en realidad todos lo hacen. Y todos los sabemos.

Pero entonces, ¿por qué si es el juego de Facebook puede resultar tan estresante, seguimos utilizándolo? Facebook apela a nuestras más primitivas respuestas de reconocimiento, estatus, y pertenencia. Nos encanta recibir feedback de la gente que conocemos (y también de la que no conocemos). Nos encanta que una foto o publicación esté inundada de “me gusta”. Nos encanta que el mundo vea que tenemos interacción. Nos gusta tener amigos, aunque nadie espera que en verdad usted tenga 700 amigos íntimos. El sentimiento de pertenencia es también importante, los “me gusta” denotan, además de estatus, aceptación y nos hacen sentir parte de la comunidad a la que ansiamos pertenecer.

Con Twitter sucede algo similar. Hay seguidores, menciones y mensajes directos. Y los tuiteros saben que todos los días checan sus menciones para saber qué dicen de ellos. Hay un ritual de seguidores, en el cual tiene más estatus mientras más seguidores se tengan. De hecho, para algunos es aún más complejo y obtienen la razón “seguidores/siguiendo”, y mientras ésta sea mayor, más estatus obtiene.

Hay también una especie de “pacto” implícito, en el cual cuando uno sigue a una persona, ésta espera ser seguida. Y muchas veces funciona: se regresan el “follow”. Ambas personas lo aceptan y se hunden así en ese pacto para aumentar su impacto en Twitter, pues también es verdad que mientras más seguidores, más probable es que nos sigan. Todo esto está en nuestro reptiliano. Es una necesidad de reconocimiento que todos tenemos en nuestro comportamiento heredado, porque es este comportamiento el que nos fue heredado.

Para observar la necesidad de reconocimiento ni siquiera es necesario irnos hasta las redes sociales en Internet. Basta con observar el éxito de la famosa empresa de café Starbucks. Lo que esta cafetería ofrece no son solamente los cómodos sillones. Lo que Starbucks vende es estatus.

El barista nos sonríe, apunta nuestro nombre en el vaso y nos pregunta cómo queremos nuestro café. Lo podemos pedir como queramos. Hay más de 85,000 combinaciones de cafés que podemos hacer en Starbucks, desde la carga de café, pasando por las leches, hasta los jarabes. Y todo es para sentirnos únicos y reconocidos. Cuando hacemos nuestro café, sabemos que será ese mismo y no otro el que estará adentro del vaso con nuestro nombre. Así, Starbucks nos pega en lo más primitivo de nuestro reptiliano, y la verdad, nos encanta.

Así pues ¿qué tienen en común el Starbucks y Facebook? Tienen en común lo mismo que todo lo que nos gusta: nuestro cerebro reptiliano.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: