El amor por nosotros mismos lejos de ser egoísta es empoderador; la conexión más íntima y directa con nuestra fuente es también con el ser supremo que radica en nosotros para ser la guía. Este amor nunca necesita que nada ni nadie lo complemente es libre posee su varita mágica, autoestima elevada, es capaz de brillar y volar sin que nada ni nadie lo detenga.
Este sentimiento por nosotros mismos tiene la capacidad de vibrar en la escala más alta para expandirse y así unirse con los demás o con aquellos que lo hacen en la misma sintonía, la que alimenta la independencia lejos de la codependencia.
Pensar en el Día del Amor y la Amistad nos hace cometer el error de suponer al de pareja como única causa del festejo; hay que tomar conciencia de que tenemos una pareja original, indivisible, que durante todo el viaje de nuestro tiempo estará a nuestro lado; ese ser incomparable es nuestro yo interno, el amigo, el compañero, la pareja con la que contamos y estaremos en las buenas y en las malas; en lo alto y en lo bajo; para siempre.
Tomar responsabilidad de que sólo podemos dar lo que tenemos, que nadie puede aportar aquello de lo que carece, por mucha voluntad que disponga nos hace partir del principio adecuado.
Para dar amor es imprescindible tenerlo; quien carece de éste está impedido a dárselo a otro sinceramente.
Amor y cariño parecen confundirse, el primero se funda en la emoción, la razón y la voluntad inquebrantable; el segundo es inmediato, terrenal y de una vida más corta.
Sentirse orgulloso de lo que se es, por encima de los atributos físicos, emocionales o de cualquier otra índole es uno de los primeros pasos para considerar al amor; la paz es el aceite que lubrica la interconexión con los demás, la tolerancia y respeto hacia posturas distintas y valores alternos.
Comúnmente entregamos en algún período de nuestra vida decisiones y deseos, prospectos y objetivos; ser pareja parte de ser la suma de individuos, lejos de la cesión de voluntades, tiempos y destinos.
Amarte, quererte, respetarte, gustarte, aceptarte, son las llaves que abren las cerraduras de un horizonte efectivo y afectivo; es considerar responsablemente la capacidad de asumir riesgos.
La Luna es para la noche… Mil y una de éstas hacen que nos sintamos completos y que veamos al satélite de nuestra tierra de una forma distinta, que suspiremos, que la piel asuma una tersura diferente y que nuestros ojos sólo dispongan de una visión aún estando cerrados.
Pareja y amor es esa extraña coincidencia de ser una unidad compacta de dos independencias; es el campo fértil donde se da el amor en conciencia, en libertad; millones de febreros, el mismo número de días 14, cuando crecemos y amamos en estas condiciones es porque surgió de un profundo sentimiento hacia ti mismo, se mantiene cuando el diálogo y las aportaciones con ese yo interno están tan vivas como el amor hacia el ser elegido.
A muchos les parece que esto es un cuento de hadas, algo poco probable, quien así piensa y supone tendría que intentar la cercanía con sí mismo, con su conciencia y con su verdad; sin juicios, sin reclamos, asumiendo que hay que empezar a partir de hoy y hacia adelante.
Cuando intentes esta experiencia te darás cuenta que las lunas llenas son casi todos los días, que las estrellas brillan distinto y que el romance y la energía comienzan a fluir correctamente y en el tono adecuado. Vamos, comienza hoy.
Escucha en este momento la música, imagínate bailando suavemente contigo mismo, con una mirada de amor, con un suspiro; la danza de los velos, empiezan a caer, a cambiar con tal rapidez que de repente te quedaste sin ninguno; ahí la pareja que sueñas pide tu mano, comienza la primera de las mil y una noches que serán siempre mágicas.
Twitter@TerryGuindi
Visita mi página www.realizate.com
Artículos Relacionados: