Camena González Lamberta presenta sus cuadros en la galería del CDI en México DF y estamos todos invitados, lo único que hay que hacer es hablar a los teléfonos de la invitación para que les autoricen el acceso.
Aprovechando la ocasión quiero compartir con ustedes unas lineas que describen una casualidad que más bien tienen todo que ver con una maravillosa característica del mundo y del universo llamada sincronía.
Aún vivía en Barcelona y regresaba de presentar el Teatro Cuántico en diversas ciudades de la República Mexicana cuando recibí un comentario a esta redacción desde Torreón, ciudad en la que también había estado. Me escribía Mónica Cueto, maravillosa mujer de teatro con la cual comenzamos una amistad a distancia.
Días más tarde, Mónica consigue junto con un grupo de amigas un boleto de avión a precio de ganga y deciden viajar a Barcelona, me lo hace saber y quedamos de vernos en una plaza frente a la Catedral del Mar. Paseamos un poco y comemos paella frente al mar en la Barceloneta. Nos despedimos con la esperanza de llevar el taller de nuevo a Torreón. Y sucedió, no al primer intento, pero si al segundo, gracias al trabajo de Camena su amiga, que organizo el taller en su espacio de danza.
Fue un taller especial, sobre todo por el grupo maravilloso que se junto en la tristemente sitiada ciudad del estado de Coahuila y quizás también por el miedo que se sentía por las calles, el cual nos hizo a todos reforzar el refugio en el cual se convierte el Teatro Cuántico.
Y Camena tenía una sorpresa, aparte de dedicarse a la danza, pinta, por lo que me invito a conocer su taller y sus cuadros.
Hace mucho tiempo que no contemplaba una obra tras otra por tanto tiempo, acompañado de una sensación de estar mirando en el lienzo algo que debería estar dentro de mi.
Paso el tiempo y hace unos días recibí la invitación con la que comienza este “post”.
Efectivamente viene la obra y viene Camena a la ciudad en la que vivo y por si fuera poco a la galería de uno de mis lugares más entrañables del DF, el Centro Deportivo Israelita, en donde entre muchas otras cosas he hecho teatro desde mi niñez y lo sigo haciendo. (Aparte de jugar frontenis)
Pero hay más. Camena al terminar el taller comienza a pintar el cuadro que les comparto a continuación dedicado al trabajo de mi hermano Jacobo Grinberg Zylberbaum.
Y la rueda sincrónica sigue girando.
Artículos Relacionados: