Cuando los patrocinios determinan la cultura

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En diariojudio.com somos un espacio abierto para la opinión de Nejemye, I Jemele, I Tenenbaum, productor y director de cine de la comunidad judía.

Su cinta documental sobre la comunidad Monte Sinai y por ende de la Comunidad Judía de México se proyectó recientemente en la Cineteca Nacional.

Al respecto de esta nota el FICJM nos comentó que en breve nos dará su opinión…


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El FICJM (Festival Internacional de Cine Judío en Mexico) está en curso. El pasado 15 de enero comenzó la edición número 16 en varias ciudades de la República Mexicana, un proyecto que tuve la fortuna de acompañar desde su inicio por invitación del entonces director Aron Margolis.

Durante los primeros años desempeñé un papel de apoyo con los invitados y posteriormente como miembro del comité de selección. En cada edición llegaba a revisar más de 50 películas y a escribir formularios con mis recomendaciones, siempre en calidad de voluntario. En los años que fui miembro del equipo, a pesar de algunos percances, la asistencia al festival fue de cientos de personas que llenaban las salas. Los invitados venían de Israel, EUA, Alemania e Irlanda entre otros países y la convivencia era sana y lúdica. Recuerdo que se exhibió el documental “Ocho Candelas” de Sandro Halphen, un director mexicano que plasmó el conflicto de la comunidad judía de Veracruz, convertida al judaismo por el Rabino liberal Samuel Lerer, al ser rechazada por el establishment judeo-mexicano. En esos tiempos primero se pensaba en el tema de la película, después en el tema y finalmente en el tema. El FICJM era un proyecto loable y familiar que alcanzó la 5ta velocidad pero que con los años se ha vuelto más pequeño e impersonal.

Me proyecto al año 2012. En es año empezamos a filmar el documental “El Tercer Espacio” por invitación de Marcos Metta Cohen, en aquel entonces vice presidente de la Alianza Monte Sinaí. Un documental que refleja los aciertos y los retos que enfrenta la colectividad Monte Sinaí en México. Lo terminamos años después y se registró en el 2017. Los documentales avanzan de esa manera a diferencia de la ficción. Son proyectos que toman años debido a que la progresión de la historia y de los personajes suceden en tiempo real y es difícil acelerarlos como en las películas de ficción. Terminamos “El Tercer Espacio” con mucho orgullo y con el aval de un número considerable de espectadores tanto de la Alianza Monte Sinaí como de otras comunidades judías.  Nuestro documental fue tomando fuerza y aunque no ha sido un proyecto premiado, paulatinamente ha ganado reconocimiento. Primero se exhibió en la Universidad de California, después fue invitado a la prestigiosa Universidad de Yale, posteriormente fue seleccionado para el Festival de Cine Judío de Washington, el Festival de Cine Latino de San Diego, y finalmente en la cartelera de la Cineteca Nacional durante seis semanas.

Mucha gente me ha preguntado si nuestro documental “El Tercer Espacio”, película mexicana, contemporaena y con tema judío, forma parte del FICJM de este año y la respuesta es no. Hay una certeza que no tiene vuelta de hoja: el FICJM tiene la prerrogativa de negarnos la entrada a ésta o a cualquier edición del festival. Aunque consideramos que nuestra película cumple con los requisitos para ser parte de la programación del FICJM –ser mexicana, de temática judía y de buena manufactura-, el festival puede rechazarla por muchas razones: es demasiado artística, poco artística, de mala hechura, incluso si no les parece buena a título personal. En nuestro caso, ¿cuáles fueron las dos respuestas que recibimos?

La respuesta oficial (escrita):

  1. “No podemos exhibir algo que ya fue exhibido en la Cineteca Nacional”.

Un poco de backstory (así le llamamos al contexto histórico en una película). El 17 de enero de 2017 asistí por invitación de un colega a la apertura del FICJM número 14 en el Foro Cultural Chapultepec. Esa noche los directivos decidieron inaugurar el festival con un documental muy efectivo de nombre “West Jerusalem East Jerusalem” del año 2014. Aunque es una gran película, tenía tres años de haber salido al público y peor aún, tenía meses exhibiéndose en Netflix. Llegué a la inauguración a ver una película que vi en la sala de mi casa meses atrás.  En otras palabras, la película que abre el festival en el 2017 es un proyecto que ya está disponible en una plataforma de video on demand, pero una cinta del 2017, mexicana, judía y que ha tenido solamente una corrida en el circuito cultural es rechazada.

La respuesta verdadera (hablada):

  1. “Tu película contiene temas sensibles y no queremos perder patrocinios.”

En la maravillosa película “And the Band Played On” (Roger Spottiswood, 1993) que retrata la historia de la epidemia del SIDA en los años 80, en una secuencia se revela la renuencia de los bancos de sangre privados a hacer pruebas a los posibles donadores debido a que son costosas y podrían perder los inversionistas. En una frase, un trabajador del CDC (Centers for Disease Control) replica, “si los doctores están pensando únicamente en lo económico, ¿a dónde pueden dirigirse los pacientes para ser tratados?”. Toda proporción guardada, si los festivales de cine aceptan o no proyectos con base a lo que piensan los patrocinadores, ¿a dónde podemos dirigirnos los cineastas que producimos cine no comercial, para que nuestro trabajo sea considerado? Es sabido que los compadrazgos ejercen palanca en las decisiones de los programadores. Como también, que el cabildeo tiene inmensa fuerza y determina en buena medida la lista final de películas que se exhiben en un festival, ¿pero los patrocinios? En este caso, si un patrocinador es conservador y observante de la religión, ¿el festival no podría programar una película que critica las prácticas religiosas? O si un patrocinador es amante del tabaco, ¿los programadores rechazarían un documental que exhibiera los peligros del tabaquismo?

Esta situación también le sucedió al cineasta Isaac Cherem, quien dirigió la película “Leona” (2018), proyectada en el Festival Internacional de Cine de Morelia. La historia trata sobre una muchacha judía que se enamora de un joven católico mexicano y en conscecuencia es rechazada y alienada por su familia. Debido a lo delicado del tema y a las discusiones que pudiera haber generado dentro de la comunidad, la cinta tampoco fue considerada. Otra vez, por el argumento de: tu película nos puede mermar patrocinios.

A mi parecer es evidente que los directores del FICJM han olvidado su misión: exhibir cintas no comerciales que fomentan la reflexión y que contienen algún tipo de comentario social. Esa es la esencia de un festival de cine, sea Cannes o el FICJM. No me puedo imaginar al célebre guionista Eric Roth (“Forrest Gump”, “The Insider”, “Nace una estrella” 2018), quien utiliza para inspirarse el lema “el tema lo es todo”, sustituyéndolo por “el patrocinio lo es todo”. Comprendo plenamente que el apoyo financiero es un elemento importante en la divulgación del arte y de la cultura, sin embargo, cuando un promotor de la cultura basa sus decisiones primordialmente en los apoyos financieros, la cultura pasa a un segundo plano y tal vez es momento de hacer cambios en las instituciones.

Hoy por hoy, es claro que el FICJM da prioridad a los patrocinios, después al aspecto formal y, por último, a la temática. Un gran desacierto. Además de ir en busca de patrocinios, sugiero a los directores leer a los teóricos del cine como André Bazin, quien define a la pantalla como un espejo donde el público debe verse reflejado. Quizás, si miran al festival como un espacio en el que múltiples voces pueden convivir y dialogar de manera tolerante, donde el público puede verse reflejado y por lo tanto reflexionar sobre su propia condición, el FICJM puede regresar al estatus excelso con el que comenzó hace 16 años.    

Nejemye Tenenbaum, Enero, 2019

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