Durante mis años en el colegio, recuerdo el arduo trabajo de los Sres. Temkin, Goldman y Bleiberg (qepd) en el patronato durante años, incluyendo innumerables visitas a la escuela y conversaciones con nosotros, los alumnos. También recuerdo con mucho cariño y respeto al Prof. Daniel Salas, quien fue director por muchos años, y era un talentoso artista que, entre otras cosas, nos daba clases de dibujo. Además, entraba al salón de clase a conversar con nosotros sobre acontecimientos actuales (por ejemplo la crisis de Cuba) así como asuntos generales, incluyendo salud. Los maestros que me dejaron huella más profunda fueron: La Profesora Aurora, mi maestra de 1o de primaria, y la inolvidable Profesora Panchita, que nos enseñó en 2o y 3o de primaria. La Srita. Rosa María, maestra del kinder, quien montaba todas las fiestas del colegio, incluyendo la coreografía y el vestuario. La Profesora Alicia Salinas, quien con infinita paciencia nos enseñó y acompañó en la secundaria, además de compartir con nosotros su pasión por la historia de Nuevo León; el Profesor Ricardo, que nos enseñó matemáticas y era una persona encantadora; nuestros maestros de idish, empezando con la Lererke Sara Radzi (y su hija Rojl Radzi en el kinder); el Lerer Opochinsky, sobreviviente del Holocausto de carácter férreo que fue un excelente maestro de gramática idish y formó una orquesta de mandolinas (acompañada por mí en el piano e Idel Raskansky en el violín); el Lerer Stein, el Lerer Vinietsky, que además del lenguaje nos enseñó literatura (con él leímos Tevye del Miljiker (de Sholem Aleijem) en idish) e historia judía y formó un coro. Nuestra primera maestra de hebreo (en 3o de primaria) fue Jane Radzi y en la secundaria llegó Yosef Attias como maestro de hebreo y Tanaj. Enrique Shalkow (qepd) fue nuestro estricto profesor de anatomía en 3o de secundaria. Compartió con nosotros su pasión por la medicina e incluso invitaba a algunos alumnos interesados a presenciar procedimientos médicos en el Hospital Civil.
No habría que olvidar mencionar que durante muchos años el Colegio Israelita de Monterrey ofrecía una linda y respetuosa convivencia entre alumnos judíos y no judíos, de la que surgieron amistades duraderas. Mis compañeros fueron Arnoldo Chapa, Jorge Fernández (qepd), Roberto Ayala (qepd), Hortensia y María del Roble.
Un fuerte abrazo, con mucho cariño,
Sylvia
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