Una de las más bellas cualidades es apiadarse de los demás, sin importar su nivel económico, si lo conocemos o no, y si es un ser humano o no.
Vivir con el sentimiento de pensar en los demás, de apiadarse de gente necesitada, de brindar ayuda a gente que lo requiere, es una gran categoría y de gran nivel a los ojos de Dios, al grado que está escrito: Kol Hamerajem Al Haberiot, Merajamim Alav Min Hashamaim, “Todo el que se apiada de las criaturas (seres humanos, animales, vegetales), del Cielo se apiadan de él”.
Y así está escrito en el Talmud Yerushalmi: “Todo tiempo que seas piadoso con los demás, Dios será piadoso contigo”.
Escribe el Jafetz Jaim: “Dios puede comportarse de dos maneras hacia la gente. Una es de forma estricta y según como marque la ley cabal, y la otra manera es con piedad y misericordia”.
Por supuesto que nadie de nosotros quisiéramos que Dios nos juzgara de forma estricta, ya que incluso los bueno actos no los hicimos como debieron ser hechos. Pero hay una solución para ser juzgados con piedad y misericordia: cuando nosotros mismos nos apiadamos de los demás y vemos por ellos, igualmente Dios nos tratará.
Artículos Relacionados: