Crónicas de viajes: EE.UU. 2011, parte 2

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Aun volando, ya queda menos de una hora, ya comí mis medias lunas con sus tres porciones de queso que María Elena puso en cada bolsita. Parecían porciones para un astronauta. No me animé decirle a mi vecina que buscó las medias lunas, le dije que tengo que ir al baño, salgo de los asientos me doy vuelta diciendo sorry me acuesto rápidamente sobre los asientos y estirando las mano encuentro una y enseguida la otra.

Tengo 63 años pero con esas piruetas me sentía como un joven de 17. El tercero se lo regalé a un pasajero, incluso mayor que yo con el que conversábamos en inglés. Los hombres muy circunspectos supimos que somos vecinos gracias a mi vecina de asiento que ya sabía mi historia y no dejo de preguntar la de el. El es de Brasil y muy poco experimentado no sabia que no había comida en estos aviones. Si agregamos que el está en la primera fila después de la primera clase la cortina de tul solo provoca despertarle aún más el apetito. Denominaría esto Pasión en el Avión. El compartió la bolsita con su esposa y yo sintiendo culpa de haberme comido una doble porción. ¡Yo sé! Normal sería que me sienta feliz y hasta orgulloso de haber podido dar una mano a otra persona. Las culpas son impagables a diferencia de las deudas.

Como sea, el avión aterrizó a tiempo, me esperaban mi hija acompañada de sus dos hijos menores y ahora a cinco-seis días de estar aquí sencillamente me siento bien, me siento fantástico y feliz. No encuentro interesante contar de mis nietos y del tiempo que compartí con mi hija. Son cosas normales en todas las familias.


Aterricé en el Aeropuerto Internacional de San Francisco el viernes 16 y hoy estamos a Domingo 25 (mi PC ya esta a 26, ruego no creerle). Estoy varado en el Hotel Faierfield Inn con una terrible ataque de ciática que no me permite caminar y renuncié a acompañar a los jóvenes a los Estudios Universal. Maria Elena se quedo a cuidarme… Reduzco mi nivel de culpas diciendo que no le viene mal un día de descanso después de tantos días de corridas. Ayer en Disneyland me llevaban en silla de rueda, reduciendo mi nivel de culpas diciendo que es una lección de vida, en especial a los niños que cuando hay un incapacitado total o parcial hay que saber reacomodar los programas. Gracias a las silla de rueda, nuestro amplio grupo de 9 personas en varios casos ha reducido en forma considerable las terribles colas que son parte inseparabable de una visita a los parques de Disney. Me permito recomendar a cualquier familia pagar el alquiler de una silla, aun NO necesitando pues distribuyendo el costo del alquiler entre todos no encarece demasiado el costo, de por si abultado, de la entrada, permite ir descansando por turno, el que va en la silla puede cargar los sacos, camperas de todos y lo mas importante reduce sustancialmente las colas. Obviamente los incapacitados se enojaran con esta recomendación, pero ellos deben saber que yo jamás estaciono mi carro en los lugares reservados para ellos aunque haya 40 lugares vacíos y ningún lugar libre para los capacitados. Aparte la cantidad de sillas de ruedas es limitada. Los verdaderos incapacitados llegan con sus propias sillas.

La ciática es un tema que merece una mención especial. ¿Cómo comenzó? al juntar unos juguetitos con los que jugaba con mi nieto. No hice un mal movimiento y los dos gramos que pesa el rectángulo del lego que levante para poner en la caja no me parece puedan provocar mi actual incapacidad. Encuentro mucho más posible el ejercicio de haberme tirado sobre los asientos del último vuelo para recuperar mi vianda. Incluso la tensión sicológica que me provoca el insoportable y desagradable control de valijas a la salida de Israel. No creo que el peso de las mismas sean las responsables. Yo no creo en brujas pero que las hay las hay así también queda la posibilidad de mal de ojos. La próxima vez que venga a compartir con mis nietos me pongo un limón o un ajo en el morral. Tal como me recomendó una amiga.

El viernes 23 tuve una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Emprendí en carro el largo viaje desde San Francisco hasta Los Ángeles, algo así como 8 horas de manejar. No me sorprendí de lo bien que lo pasé, sencillamente ya no confiaba en mi memoria lo interesante que puede ser compartir con un niño de 8 años. El volvió feliz de su experiencia, también yo, en realidad todos. El encuentro de mis nietos que no son primos entre ellos (¿o si?) permite aprender a los mayores como afrontar nuevas situaciones. ¡Votemos a los niños al gobierno!

Varado, mientras todos pasean, comparto con mis amigos lectores. Me hace bien vuestra compañía, acabo de subir un piso, al baño, y sentí menor dolor que a la mañana.

Escrito el 25 de diciembre, 2011.

Acerca de Julio Ioseph May

Julio Ioseph May (Yossi) nació en Entre Ríos, Argentina. Es Contador Público de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1973 viviò  en el Estado de Israel y a partir de febrero 2014 reside en Barranquilla, Colombia. En vistas a la tercera edad comenzó a practicar su sueño de escribir que lo acompañó desde chico.Participa activamente en variados grupos literarios del internet. Comparte publicaciones de cinco antologías: De Paz y De Guerrasy Lazos Umbilicales publicadas en Israel en 2007, "primer antología" de Muestrario de Palabras (2007) y Libro del Haiku, Ediciones Artesanales Santoamor (2008) ambas en Buenos Aires. Pensamiento Antologico Universal, La poesia purifica la vida humana, Congreso Universal de Poesia Hispanoamericana, publicada en Mexico 2010. La revista virtual Palabras al Sol publicaba regularmentecuentos y poemas de su autoría. Su preferencia es la narración.

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