¿Deberíamos reprobar el reprobar?

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Para un estudiante reprobar no sólo implica repetir el curso sino también una
marca: “ser un reprobado”, “un burro”, “un loser”. “Reprobado” es un
calificativo que no admite matices ni explicaciones, es el anuncio de la
incompetencia que antecede cualquier esfuerzo del alumno, es la advertencia que
despierta un prejuicio en profesores, padres y compañeros.
Nos han dicho que si un alumno no demuestra saber lo “suficiente” -cabría
preguntarse suficiente con relación a qué o quién y para qué y según quién, mas
no será aquí donde lo analicemos- deberá repetir el curso para aprender lo que
aún desconoce, así se garantiza que los alumnos adquieran conocimientos de
acuerdo con su grado. Pero ese es un mito.
Repetir el curso no necesariamente mejora el rendimiento académico, por el
contrario con frecuencia desmoraliza e impregna un estigma: el de ser un
fracasado. La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos estima que
alrededor del 13% de los estudiantes de sus países miembros repiten algún curso;
y señala que en Escandinavia, en países del este de Europa y de Asia son escasos
los reprobados.
Francia es un caso peculiar, más del 38% de sus estudiantes repiten curso. Lo
intrigante es que, en comparación con sus pares de otros países, los estudiantes
franceses tienen menor confianza en sí mismos. La Asociación Internacional para
la Evaluación del Rendimiento Escolar, realizó una prueba de las habilidades de
lectura, a estudiantes de 10 años de edad procedentes de 45 países. Los niños
franceses hicieron una lectura tan fluida como la mayoría de sus pares europeos.
Pero cuando se le pidió valorar su propia habilidad de lectura se colocaron en
los últimos lugares apenas por encima de sus pares de Indonesia y Sudáfrica,
donde el analfabetismo es un grave problema. Para los especialistas el problema
del sistema educativo francés es que se basa en métodos de enseñanza y
evaluación del siglo XIX y soslaya el papel de los deportes, la educación
musical, artística y emocional, así como el desarrollo de habilidades sociales
en la formación de los estudiantes; problemas que también padece el sistema
educativo de México.

En diversas partes del mundo se pretende trascender el sistema tradicional de
educación en el que rigen las normas “cállate, siéntate, escucha, copia del
pizarrón, lee en silencio, memoriza y repite” por uno en el cual el alumno se
vea incentivado a aprender, donde las normas sean: “pregunta, investiga, propón,
descubre, interactúa, juega, practica, diviértete mientras aprendes y debate”.
Los alumnos no debieran estudiar para evitar ser reprobados, sino para ser
alumnos de excelencia, para ganar becas, para aprender a hacer mejor lo que les
gusta, para divertirse y ser exitosos. Hay una profunda diferencia entre el
enfoque de estudiar por temor a la calificación, y estudiar por lograr
expectativas. El primero ve la evaluación como un fin en sí mismo y lleva a
realizar lo mínimo necesario para no ser estigmatizado como fracasado, mas no
garantiza el aprendizaje: los alumnos pueden dedicar una noche completa para
aprobar un examen, hacer trampa o tener surte al contestar preguntas de opción
múltiple. El segundo enfoque ve a la evaluación como una herramienta, mas no se
trata de aprobar por aprobar a los alumnos, se basa en identificar qué le gusta
hacer al alumno, en motivarlo y ofrecerle herramientas para que él mismo
desarrolle sus habilidades.

En su libro “El Elemento” Sir Ken Robinson ofrece números ejemplos de personajes
mundialmente reconocidos por su trabajo, quienes encontraron el éxito gracias a
su obstinación por desarrollar habilidades para sus actividades preferidas, a
pesar de recibir una educación tradicional (vgr. Matt Groening, Guillian Lynne y
Paul McCartney). Para Robinson, las pruebas estandarizadas de cociente
intelectual sólo nos permiten evaluar la habilidad para resolver problemas
mediante el razonamiento matemático y verbal: sólo mide cierto tipo de
inteligencia. Por ello, la pregunta fundamental en la educación tradicional ¿qué
tan inteligente eres?, debe reformularse en ¿de qué modo eres inteligente? Como
dice Robinson “el futuro de la educación no está en la estandarizar sino en
personalizar; (…) en cultivar la verdadera profundidad y el dinamismo de las
habilidades humanas de todo tipo.”
Responder la pregunta que titula este artículo exige preguntarnos ¿en relación
con qué (vgr. los estándares de la OCDE, las necesidades de la economía global,
la situación hace diez o cincuenta años) deberíamos valorar al sistema educativo
de México? Es evidente que la educación en México tiene graves rezagos en
comparación con los países de la OCDE y algunos países en desarrollo, pero la
pregunta pertinente es ¿cómo mejorarlo?


Por ello, el 7 de octubre Poder Cívico A.C., junto con la Fundación Friedrich
Naumann, organizó un debate sobre el sistema educativo mexicano, del cual
surgieron numerosas ideas relevantes que analizaremos en una futura entrega.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

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