En algún momento de nuestra vida fuimos importantes para ciertas personas, tuvimos un trabajo que ya no existe, estábamos en un grupo social que cambió, la configuración familiar se hizo diferente, transformaciones que vienen con el paso de los años y cambian la forma de enfocarse. A lo largo de la vida, parece que no pasa nada y al mismo tiempo todo pasa y nos mueve del lugar en que tan cómodos estábamos sentados. La lección es acomodarte a lo que sucede en vez de quejarse por lo que está sucediendo.
Algo intenso sucede e internamente nos produce un infierno. Nos sorprendemos al salir a la calle o convivir con otras personas, que no estén metidos en este gran terremoto del alma. El ver la diferencia nos puede servir para poner en equilibrio nuestros sentimientos y pensamientos. Casi todo en la vida tiene remedio, y por ansiedad nos vemos imposibilitados de cambiar lo que sucede o verlo desde otra perspectiva. Podemos enfrentar lo que la vida nos presenta con menos ansiedad y usando nuestra inteligencia. ¿Dónde se aprende?
La muerte y la enfermedad de nuestros seres queridos es puente difícil de atravesar, se acompaña del pensamiento de que estoy en el mundo ahora. Un día habré desaparecido… La madre de Juana enfermó y la tuvieron que llevar al hospital; la mitad del tiempo está inconsciente pero los recuerdos de Juana acuden sin cesar cómo llave de agua abierta. Está sorprendida de la cantidad de memorias ocultas que salieron como embestida. Le dice a madre: recuerdo nuestras charlas y las viejas amistades del pasado. Mi corazón se calienta al recordar nuestras pláticas, insustituibles en ese tiempo. Palabras y diálogos que me alentaron y reconfortaron mi corazón.
Todos los eventos pasan de largo. Nadie puede retenerlos, hay sucesos que dejan su huella. Parecen olvidados y ante cualquier rasguño de la vida surgen como una luz en la oscuridad. Anécdotas compartidas y repetidas mil veces entre personas que han pasado mucho tiempo juntas y se siguen gustando.
Juana reflexiona como lo hacía antaño con su madre y por momentos parece que la escucha. ¿Qué buscamos? Te preguntaba yo. Muchas veces algo intangible. Perdemos el sentido de vida o vamos tras algo extraordinario que no existe. Me lo dijiste muchas veces. ¿De dónde salen esas fantasías? ¿Para qué nos sirven?
Le preguntan a una persona sencilla: ¿eres feliz? Supongo que sí, vivo el día y tengo sueños y fantasías, cada vez estoy más convencido que los sueños hay que aterrizarlos. No todos concuerdan con la realidad o con cierto momento de vida. Esta pretensión humana de una existencia llena hasta el máximo posible, es en sí misma enfermiza. Noche tras noche y día tras día, vienen la alegría y la tristeza, antes de que lo adviertas te abandonan los dos. Son parte de la vida ambas emociones por igual. Nos gusta la primera más que la segunda.
Es sabido que al llegar el fin de semana para muchos ejecutivos surge la “neurosis dominguera”, acomete a aquellas personas que se dan cuenta del vacío que tienen por momentos. Prefieren la prisa absurda que esos momentos y se repiten: “No tengo la menor idea de a donde quiero ir, pero tengo que hacerlo rápido” Una buena manera para no ahondar en los sentimientos internos y dolorosos.
Continúa su reflexión cerca de mamá, Me dijiste alguna vez: estamos viviendo una época de creciente tiempo libre que si no aprovechamos se convierte en aburrimiento o depresión. Hay que llenarlo y no siempre sabemos cómo. La misión que tenemos los seres humanos que pensamos mucho, es encontrar una tarea por cumplir, ese exceso de tiempo libre se puede convertir en vacío existencial. Un espacio doloroso. Tú mamá, lograste llenar tu vida siempre con una tarea pendiente. Eras mayor y tu mesita de noche estaba cargada de libros por leer. Tenías actividades con tus amigas o sola que entretenían tu tiempo. Fuiste gran aprendiz y maestra de vida. ¡Que regalo para mí! Me cuesta trabajo ver que el final se acerca.
Una onda de tristeza la invade al seguir la línea de sus pensamientos: te hiciste mayor y enfermaste, por más que me consuelan, el dolor no desaparece, siento una rabia incontenible por lo que nos está tocando vivir. Me enojo contra quien está contento y no comparte mi gran pena. Estás al final y me duele. Más tarde o más temprano todos vamos para allá, las condiciones son las mismas para todos, unos con mejor suerte que otros. Hay actitudes positivas y otras negativas. Hay personas fuertes y débiles. Hay ricos y pobres pero nadie es excepcional. Cada quién trae una pequeña mochila en la espalda.
El tiempo borra muchas ilusiones y tenemos que adquirir nuevas y adecuadas a nuestro momento de vida. Sabías poner cara de ilusión ante ciertos hechos o relatos. Es una de las más difíciles de fingir. Hay que luchar por tener ilusiones. Desde pequeña me decías: Piensa en lo que te gustaría hacer o tener y verás que todo irá bien. Muchas veces sucedió. Al escucharte tuve la sensación de que había gente que solo se interesaba por cosas más o menos fortuitas, otras personas se interesaban por cuestiones grandes y difíciles. ¿Cuáles te interesan a ti?
La fuerza para vivir bien se trabaja repetías constantemente. Hay quién logra ser fuerte y hay quien lo finge, eso también ayuda. Con frecuencia es difícil enfrentar nuestro destino. Todos lo tenemos, hay momentos en la vida que quisiéramos cambiar, no es posible. Lo importante es salir al encuentro de este con una actitud asertiva, aprender a verlo desde otro lugar ayuda. Es un aprendizaje ver lo positivo en lo que se nos presenta. Aunque sea una dosis pequeña, casi siempre existe
Fuiste una gran maestra para mí y te lo agradezco. Tuviste incontables embrollos, los problemas llegaban del cielo como la lluvia. Recuerdo que me decías: no siempre hay que recogerlos y guardarlos, es importante soltarlos y dejarlos ir. No nos vamos a quedar para siempre y que la vida y muerte son dos caras de la misma moneda. Me enseñaste a disfrutar la vida…
Muchas personas tienen una gran habilidad para preocuparse, otras aprenden a soltar lo que no sirve. Me decías que el primo Roberto, tiene sobre sus espaldas una mujer enferma y un niño de tres años, pero le cuesta trabajo soltar lo que no sirve. Mantiene un coche viejo que solo le da dolores de cabeza, no quiere deshacerse de él, lo defiende diciendo que fue de la familia cuando él era niño. ¡Quédate con el recuerdo y suelta el problema! Suficiente con lo que no puedes soltar. A veces pienso, que ese coche lo entretiene un poco quitándole peso a su realidad. Cada quien busca su camino.
Analizo a mis amigas y me da risa, Elisa es capaz de convertir cualquier tema, en algo sesudo e intelectual. Sofía sin embargo, convierte todo en algo frívolo. ¿Quién vive más tranquila? Creo que una podría aprender de la otra. Son dos cualidades que tenemos que mezclar.
Ahora me acuerdo de mis amigos adolescentes de cada verano; Te burlabas de nuestra certeza inapelable de que el mundo nos pertenecía, desde lejos disfrutabas esas noches en vela, las risas locas, la emoción de sentir que teníamos el mundo en nuestras manos aunque no teníamos claro que podría suceder al otro día. ¡Qué joven y vital fuiste! Te gustaba escuchar nuestra loca idea de que lo único que nos salvaría es el amor. Decías con tu gran sonrisa: A lo mejor tienen razón.
Cuando pienso en tu madurez positiva, siento que he conseguido ser una niña hasta los 35 años, dos hijos, dos matrimonios, varias relaciones, varios trabajos, espero que sepa hacer la transición a adulto, y que no me convierta directamente en una anciana.
Estuve toda la noche en el hospital y el médico decía que estabas mejor, a pesar de que sólo mirarte era suficiente para saber que no era cierto. Que doloroso fue darme cuenta que no te quedarías para siempre. Me hiciste ver que la vida y la muerte son dos caras de lo mismo. Se viene el final, el amor de mis hijos y mis amigos no es suficiente para resistir tu ausencia, dime de donde me agarro para no irme contigo. Esa noche te fuiste. Me quedo con mucho dolor y mucho amor. ¡Gracias Mamá!
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