Chile es una tierra fácil de amar, con gente amable, una gastronomía deliciosa y una cultura vitivinícola maravillosa. Por su calidad, reconocimiento y prestigio, Sus vinos están entre los más importantes del mundo. Brillantes, seductores y asombrosos, los vinos de Concha y Toro representan el candor chileno en cada botella.
Beber estos vinos es un placer y el placer se presenta íntimamente asociado a nuestra naturaleza. Placer en griego significa hedoné, es el origen de la palabra hedonismo y del nombre de los hedonistas, los buscadores constantes que mediante la práctica se acercan a su ideal de placer, y qué mejor manera de encontrarlo que con una rica copa de vino Don Melchor en la mano.
Saber beber vino va más allá de abrir una botella y servirlo en la copa: se trata de comprenderlo y de dejarnos seducir por las sensaciones que produce. Esta fue la fórmula secreta que usó Don Melchor Concha y Toro, cuando en el año 1883 fundó los cimientos de esta gran compañía. Al ser un gran visionario, Don Melchor vislumbró un exitoso futuro para los vinos chilenos, así que mandó traer nobles cepas de la región de Bordeaux, Francia, para plantar sus primeras vides en el valle del Maipo, ubicado en los alrededores de Santiago.
El sueño de Don Melchor cambiaría para siempre el destino de los vinos chilenos. Su cosecha 1988 fue una de las mejores del mundo, posicionando así a la viña como un referente de calidad de los vinos del Nuevo Mundo. Desde entonces, sus vinos están entre los grandes favoritos a nivel mundial. Desde entonces, además de uvas ha cosechado éxitos, que han ido de la mano con la sensibilidad de su enólogo Enrique Tirado, quien se ha dedicado a estudiar las características de los diferentes terroirs para conseguir lo mejor de cada uno.
Gracias a su curiosidad y dedicación, se han identificado pequeñas diferencias en el viñedo que transmiten cualidades particulares a la mezcla final de Don Melchor. Estas diferencias se reflejan en la expresión de las parras y de los vinos, por lo que se han separado en siete parcelas de Cabernet Sauvignon, además de pequeñas parcelas de Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot. Esta división hace más fácil que se cuide cada hilera, observando cuál es la necesidad de cada planta para poder lograr el equilibrio con las características climáticas de cada cosecha.
Desde su primera cosecha en 1987, cada cosecha de Don Melchor ha sido merecedora del reconocimiento de expertos, destacando su excelencia y consistencia a lo largo de los año. Así es que el primer paso para iniciar el camino hacia el hedonismo vinícola es comprar una botella de Don Melchor, y descubrir por nuestra cuenta lo que una descripción detallada no puede transmitir.
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