El arsenal divino

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La parashá Vaerá introdujo las primeras siete plagas en el Antiguo Egipto y fueron bastante malas. Las plagas fueron convertir el agua en sangre, ranas, piojos, moscas, peste, úlceras y granizo. La parashá Bo nos habla de las últimas tres plagas de langosgas, tinieblas y la muerte del primogénito. Todas estas plagas fueron horribles, seguro, pero no tan espansosas como podrían haber sido.

Ilustración del impacto en el cráter Chicxulub justo antes y después de la colisión (Wikimedia Commons)
Ciertamente sería impensable perder nuestro primogénito, pero ¿y si una familia entera, o una comunidad o una nación fueran destruidas al tiempo? ¿Y si naciones enteras fueran barridas en un abrir y cerrar de ojos? Nada crea el “temor de Dios” en la gente como los desastres naturales sobre los que tenemos muy poco poder.

Cuando un desastre natural recae sobre el hombre moderno, todas las personas que no creen en Dios se refieren a ello a menudo como un “acto de Dios”. No es que los ateos culpen conscientemente a Dios por el fallecimiento en gran número de seres humanos en inundaciones o tsunamis. Es tan solo que dichos desastres naturales son reconocidos como más allá de la capacidad presente de la humanidad para evitarlos.


La haftará para la parashá Bo dice en Jeremías 46:28: “Tú, siervo mío Jacob,no temas, dice Jehová, porque yo estoy contigo; porque destruiré a todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero a ti no te destruiré del todo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo”.

El Antiguo Egipto fue golpeado por unas plagas bastante horribles, pero lo que acecha un poco más allá de nuestro horizonte podría hacer que las plagas de Egipto parecieran poco más que un mal sueño. Contemos las posibles armas en el arsenal de Dios que Él podría echar sobre nosotros si decidiera hacerlo. Nuestras diez plagas podrían incluir terremotos, erupciones solares, volcanes por doquier, impactos de meteoritos o cometas, supertormentas, tsunamis, explosiones de supernovas, pandemias, cambios climáticos importantes o incluso un agujero negro errante que pasara demasiado cerca de nuestro vecindario celestial. Y esto es una lista bastante corta.

Juzgando por las guerras del último siglo y el salvajismo del terrorismo yihadista que se está exportando ahora más allá del caos de Oriente Medio, parece más probable que la raza humana se destruya a sí misma y que haga innecesaria cualquier sentencia de Dios. Él no tendría que destruirnos directamente si Él quisiera hacerlo. Si Él nos diera la “soga” proverbial, es probable que nosotros nos colgáramos por nosotros mismos si algo nos enseña nuestra historia de violencia.

La lista de formas en que la humanidad podría destruirse por sí sola o se acerca a hacerlo es lo suficientemente larga para ser escalofriante: mutación desbocada de patógenos creados mediante bioingeniería, guerrra nuclear global, sobrepoblación, homogenización total de la humanidad, efecto invernadero sin límite, los efectos colaterales inesperados de tecnologías todavía poco comprendidas, experimentos científicos globales con resultados erróneos, o terrorismo con armas de destrucción masiva.

Según mi opinión, Adolf Hitler estaba totalmente loco. Si eso es cierto, entonces muchos miembros del Tercer Reich también estaban locos por seguirle ciegamente. El terrorismo moderno también me parece una locura a mí. ¿Qué certeza podemos tener de que el suministro futuro de agua permanecerá seguro de sabotajes terroristas o de dictadores futuros? Los terroristas podrían envenenar nuestras reservas de agua para matar o los dictadores podrían añadir drogas dañinas para manipular el comportamiento humano.

Un escenario verdaderamente horripilante en el futuro sería que una pandemia o drogas venenosas hicieran que todo el mundo se volviera loco y se matara entre sí. Con suerte, dichas posibilidades horribles no sucederán nunca. Sin embargo, las generaciones anteriores nunca pensaron que los horrores de la 2.ª Guerra Mundial y la Shoá pudieran suceder.

Incluso aunque solucionáramos todos los problemas que afronta la raza humana en la Tierra, con el tiempo nuestros océanos se evaporarán por el creciente calor del sol debido a la escasez de hidrógeno en el sol, comenzando en aproximadamente mil millones de años. Las cosechas no crecerán y la vida no podrá ser mantenida sobre la superficie de la Tierra una vez que el sol se convierta en un gigante rojo. Como puede atestiguar la historia de nuestro planeta, la estabilidad perpetua no es el orden natural. Nuestros días en este planeta están contados.

Aunque la humanidad piensa que es el mayor logro del universo, estamos en disposición de encontrarnos actualmente condenados a la extinción eventual. Un medio ambiente totalmente y permanentemente estable sería la única forma en que teóricamente podríamos evitar la extinción, pero lamentablemente, dicha utopía crearía un nuevo conjunto de desafíos biológicos igualmente problemáticos. O nos adaptamos a un medio ambiente cambiante o moriremos.

El progreso tecnológico y educativo, que parece tan positivo para nosotros, realmente podría contribuir a largo plazo a un mecanismo negativo de reacción. Aquellos con menos nivel de formación en los países pobres tienen a menudo el mayor número de hijos, mientras que aquellos con más formación y que tienen más probabilidades de pasar los valores del conocimiento a sus hijos tienen de media menores tasas de fertilidad. La regresión humana, según se mide en términos de iluminación científica y progreso tecnológico, podría ser realmente cíclica.

Los horarios de trabajo frenéticos relacionados con el llamado progreso de la sociedad moderna hacen que las parejas de hoy en día quieran tener pocos niños, en caso de querer alguno. Las tasas de fertilidad están cayendo por debajo del nivel de reemplazo en todo el mundo. La población de la Tierra ya está por encima de los 7000 millones y los demógrafos de las Naciones Unidas prevén que alcanzará los 9200 millones de personas alrededor de 2050. Nadie sabe qué sucederá después.

Debido a las menores tasas de fertilidad relacionadas con el progreso, es posible una caída de la población. Con el crecimiento negativo de la población, cada generación tiene menos hijos. En algún punto, podría no haber suficiente gente joven para cuidar de los ancianos que vivirán cada vez más. Nadie sabe lo cerca de una población cero que podemos estar antes de que una plaga o un desastre natural no envíe por la senda de los dinosaurios.

Los recursos naturales seguirán siendo escasos en muchas partes del mundo en un futuro cercano. Las grandes migraciones de refugiados plantearán problemas que los científicos están ahora mismo empezando a estudiar y comprender. Se seguirá luchando en guerras mientras muchas naciones sigan teniendo poca agua disponible y poca tierra cultivable. El mundo se ha convertido en una aldea y los vecinos no son amistosos.

Israel debe continuar prosperando para ayudar a resolver los problemas del mundo como ya está haciendo. Algunos argumentan que si naciones corruptas y grupos terroristas tienen que matar, sería preferible que lucharan y se mataran entre ellos en lugar de hacerlo a aquellos que aman la paz. Sin embargo, es mejor que nadie muera. No solo queremos gustar a nuestros vecinos, queremos vecinos que se gusten entre sí. Es en el mejor interés de Israel que nuestros vecinos vivan juntos en paz y prosperidad.

Dios ciertamente hará lo que Él quiera sin pedir nuestra opinión, pero no necesitamos a HaShem para destruir a otras naciones para cumplir la parte negativa de Jeremías 46:23 por nuestro bien. A Dios le gusta la variedad, porque si no, no habría tanta. Ser judío no sería único si no hubiera no judíos con los que contrastarnos.
Igual que rezamos por la paz de Jerusalén, recemos también por la Paz de Berlín, Abuya, París, Jartum, Moscú, Riad, Teherán y Damasco. Recemos por la paz del mundo entero.

El Mandato de Yoeli: Deja tu marca, supón una diferencia para el bien y haz lo que te corresponde para asegurarte de que ellos nunca devoran de nuevo a Jacob o hacen un desecho de su morada.

Puede escribir a Yoeli Kaufman a [email protected]
Información biográfica: Yoeli Kaufman obtuvo su título de grado (B.A.) en Culturas e Idiomas del Cercano Oriente en la Universidad Indiana y después trabajó como traductor de árabe para el servicio de Inteligencia del Ejército de EE. UU. Obtuvo su máster de la Universidad Temple en Administración Educativa. Como fundador de los Amigos de Israel de la Costa de Oregón, Yoeli es un defensor apasionado de Israel.

Acerca de Yoeli Kaufman

Yoeli Kaufman obtuvo su licenciatura en Lenguajes y Culturas de Oriente Próximo y después trabajó como analista y traductor de árabe para la Inteligencia del Ejército de EE. UU. Realizó un Máster en Administración Educativa en Temple University de Filadelfia. Eli escribe ahora con regularidad para el Diario Judío México, el Jerusalem Post, y el Times of Israel.

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