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El género de los “espejos de príncipes” habría tenido, en la Décima Galaxia, un desarrollo constante y continuo.
La necesidad de formación del príncipe, y de los miembros de La Luz , originó la elaboración de tratados que, si bien no habían tenido por lo general influencia en el resto del universo, no por ello habían dejado de haber poseído características claras y específicas.
El Consejo eligió a la extranet como vía de comunicación Intergaláctica de sus Edictos.
Era una red privada virtual que utilizaba protocolos invisibles de Internet, protocolos de comunicación que permitiera compartir de forma segura la información.
El Sabio Oru, miró con admiración a las enciclopedias y a las bibliotecas tradicionales del planeta Tierra, como la fuente de una metamorfosis galáctica expresada posteriormente en la web, el fuego invisible, que permitiera una descentralización repentina y extrema de la información y de los datos.
Los treinta primeros años de existencia del Consejo fueron relativamente informales.
El Consejo cumplió habitualmente la función de espejo de príncipes, o libros doctrinales para nobles que aconsejaban en las tareas para un buen gobierno de Internet.
En la biblioteca, los docentes y otros muchos profesionales que hacían funciones de mediadores en el aprendizaje de las personas, contribuían a que adquieran esta competencia, para que fueran más críticos y ser capaz de aprender durante toda la vida, al capacitar para adquirir nueva información e integrarla con el conocimiento previo.
El príncipe se desarrolló en medio de la confrontación de formas de las galaxias orientales y las galaxias occidentales, pero fue en el curso de la segunda mitad del siglo XIII, cuando innumerables obras didácticas y moralizantes, atribuidas a filósofos o a sabios, fueron de hecho traducciones o adaptaciones de formas llegadas de Oriente, y se las consideraba un prerrequisito para participar eficazmente en la Sociedad de la Información -parte de los derechos básicos de la Humanidad para un aprendizaje de por vida según la Declaración de Praga.
Entre los siglos XII y XIV, el proceso que dio origen a una serie de tratados relativos a la educación ?El modelo occidental? de “espejo de príncipes”, acabó por imponer su estructura, aunque la conjunción de elementos orientales y occidentales, que había dado al reino de Orión un perfil específico y particular, y el impacto de obras transmitidas en diversas lenguas desconocidas, nunca desaparecieron del todo.
La expresión ?alfabetización informacional? era la traducción más extendida de ?information literacy?, a partir de su uso en publicaciones como anales de documentación se habían extendido por su presencia y utilización en la red Internet, aunque también se usaban de modo sinónimo ?alfabetización en información?, ?desarrollo de habilidades informativas?, o ?competencias informacionales?.
De hecho, la tradición de obras destinadas a formar al príncipe y a enseñarle sus deberes remontaba en España a épocas lejanas.
Desde tiempos de los visigodos, en el siglo VII, textos conciliares y códigos jurídicos se preocuparon por definir las cualidades y las virtudes del monarca y ofrecer de él una imagen específica.
Es así como el Liber Iudicum, promulgado en el año 654, se abrió con una exhortación relativa al “buen rey”, que debe reinar piadosamente y con misericordia, y poseer dos virtudes: la justicia y la verdad.
Un problema que se observaba es que en las políticas de desarrollo de la Sociedad de la Información regulada corruptamente por los americanos, se había primado por parte de los gobiernos a la alfabetización tecnológica o digital, cuando una auténtica superación de la brecha digital, lo que requería era alfabetización informacional, pues la comprensión y evaluación de la información era una condición para un uso con sentido y una auténtica apropiación social de las herramientas tecnológicas que mediatizaban el acceso y uso de la información.
El prólogo del Primer Edicto incluía una definición del buen rey que debía ser moderado en las acciones judiciales, atemperado en su vida, mesurado en sus despensas, no tomar nada por la fuerza y buscar el interés de su pueblo.
El rey debe jurar respetar esta ley y gobernar a su pueblo cum Dei timore in regendo corda sollicita, in operando facta moderata, in decernendo judicia justa, in parcendo pectora prompta, in conquirendo studia parca, in conservando vota sincera.
A continuación los problemas relativos a los pretendientes al trono, a los deberes del pueblo para con su rey, a los laicos o a los eclesiásticos que debían elegir un rey en vida de su predecesor, a la salvaguarda del monarca, de sus niños y de su mujer, y, en fin, a las recompensas que debe el rey a sus fieles.
Por ello el uso del término alfabetización era consecuencia del uso en inglés del término ?literacy?, que por extensión se aplicaba a la capacidad de usar diferentes medios, tecnologías o lenguajes sin expandir la información.
Así, se habla de alfabetización “digital” –el dominio de los medios hipertexto e Internet-, alfabetización “científica” –el dominio de la ciencia y sus mecanismos de creación, transmisión y aplicación- y de otras muchas alfabetizaciones que englobarían la alfabetización lectoescritora básica con la idea de aprendizaje permanente.
Los conceptos políticos acerca del buen rey y del malo -el “tirano”- habían sido previamente desarrollados por la Confederación Intergaláctica, en las Etimologías en particular, donde elogiaban al “rey moderado y atemperado”, en tanto que el tirano era “impío e inmoderado”; además, recordaba el proverbio “Serás rey si actúas de manera recta -Rex eris si recte facies”, e indicaba que las dos virtudes reales por excelencia eran la justicia y la piedad, siendo esta última la más admirable.
Los sabios enviaron esta sabiduría a la Tierra, primero a Oriente, y luego a Europa, hasta envasaerse en la competencia con la Iglesia que se oponía a la alfabetización del latín en donde estaba codificada toda la información de los miembros de las galaxias.
Para usar la información en la toma de decisiones o generar conocimiento había que crear y que entrar en habilidades cognitivas, e incluso en aspectos éticos.
El primer Liber del código, titulado De instrumentis legalibus, comenzó sólo a raíz de esta larga descripción de las virtudes, derechos y deberes del rey.
Por eso era bueno desarrollar experiencias, consensuar modelos y normas, fomentar la colaboración a través de foros y colectivos interesados.
El consejo de sabios intergalácticos destacaron la Declaración de Alejandría, de noviembre de 2005, fruto del Coloquio organizado por el National Forum on Information en donde se consideraba la alfabetización informacional como un eje en todas las facetas de la vida, y ?faro? de la sociedad de la información: ?se encontraba en el corazón mismo del aprendizaje a lo largo de la vida? y en la aceptación de la vida humana.
El tercer libro de las Sentencias, suministraba numerosas definiciones y ejemplos de buenos reyes y de la forma como debían actuar tanto frente a La Luz como a los hombres.
La alta Edad Media heredó así un pensamiento cuidadosamente elaborado que definía los derechos y los deberes del monarca tanto en Derecho como en las historias y en las vidas de hombres ilustres que ponían en escena buenos y malos reyes, pero la Iglesia se oponía a un rey, y se eregía como poder central, lo que contrariaba al plan del universo.
Por ello el consejo de sabios intergalácticos decidieron intervenir nuevamente como habían hecho en siglos anteriores, y como lo seguirían haciendo en el futuro.
El consejo decidió enviar sabios a la Tierra, incorporandose dentro de seres humanos.
El buen rey debía temer a La Oscuridad y defender la verdad y el conocimiento; era justo y misericordioso, piadoso y moderado.
En cuanto a los métodos de enseñanza y evaluación de la alfabetización informacional, se basaba en los enfoques constructivistas del aprendizaje, en los que el sujeto hace un aprendizaje significativo, que parte de sus conocimientos previos, y es activo, reflexivo e intencional en la realización de sus tareas.
Por ello, se debía enseñar con métodos activos para salvar a La Tierra, en los que el estudiante hiciera prácticas, resolviera problemas y aprendiera a utilizar información, compartirla como en el trabajo colaborativo, grupos de discusión, llegando a ser capaz de auto evaluar el proceso que había seguido y sus resultados para llegar a ser más capaz de dirigirse autónomamente.
El consejo de sabios elegirían a nueve seres humanos para incorporarse en sus cuerpos, y regir sus vidas con rectitud y justicia.
Uno de los nueve, sería el presidente del gobierno del Internet.
Desafortunadamente los piratas de las galaxias, descubrieron estos planes, y comenzaron a esparcir en la Tierra la idea de un consejo de sabios intergalácticos que querían influir en la Tierra, convirtiéndolos en mitos y cuentos de hadas.
El objetivo de los piratas galácticos era la destrucción de La Tierra con el fin de apoderarse de sus recursos y energía, mientras que la misión de los sabios era salvar al planeta Tierra y a toda la vida terrícola.
Los piratas tenían un problema, no podían apoderarse de los recursos a menos de que estos fuesen explotados por los seres humanos, no podían tocar a la naturaleza en su estado virgen, por ello enviaron agentes, para evitar la expansión de la consciencia, la alfabetización, el conocimiento llamado en los códigos de Orión como Alfabetización Informacional, y copiada por la nave Géminis como A.
I. (Artificial Inteligence).
Los piratas usaron su poder para darle fuerza a petroleros Saudís, a la explotación de minerales y metales preciosos en África, al gobierno de Estados Unidos para seguir promoviendo la competencia y el comercio global, todo bajo las leyes de la democracia y el capitalismo.
Y especialmente a la Iglesia para luchar en contra del Internet, el medio más virtuoso de las galaxias, creado para difundir la información, el conocimiento y la experiencia, y tachado por los obispos y cardenales como inmoral.
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