Es hoy una realidad.
Pocos niños conocen la antigua versión original.
Y la moraleja y lección subyacente en su contenido.
Pocos padres parecen recordarla.
El Flautista de Hamelín en una versión perversa ha vuelto.
No toca una flauta encantada: toca los instrumentos todos.
No ha vuelto personificado en la delgadez de un flautista con talento sorprendente, por aquellos padres de cuento e incumplimiento. Padres de mirada aterrada ante la inminente pérdida de sus pequeños hijos a punto de ahogarse en un río.
Castigo de flautista por engaño y avaricia.
De ruegos y lamentos: padres perdonados.
Ha vuelto de pantalla plana mutado, texto breve, teclas y botones. Multiplicado.
De colores y músicas para hechizar. A nuestros niños todos.
De padres de ocupación y modernidad, con posibilidad finita de controlar. Casi encantados- ellos- por esos hijos diestros de pentagrama novedoso. De notas robadas por la corriente de río virtual y adictivo, al cauce del río real, de roce de deditos apenas. De criaturas como rebaño guiado.
Flautista de Hamelín perverso mutado.
Envase perfecto para seres oscuros, despojados de ética y moral.
Sí, dispuestos a ahogarles La Vida y Sueños de Inocencia: En cauces de ríos tristemente no virtuales, pero valiéndose de ellos para sus fines.
Bien distinto a leer simplemente la palabra: FIN… de aquel libro de tapas duras- de la antigua versión original- con ilustraciones.
Artículos Relacionados: