El Pueblo deicida

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La palabra “deicida” tiene una sola connotación y esta hace referencia al acto de matar a un dios o una divinidad. Y generalmente a lo largo de la historia se ha empleado para designar a todos aquellos que supuestamente dieron muerte a Jesús de Nazaret y que según el cristianismo fundamentado en la trinidad es padre, hijo y espíritu santo en una sola expresión que sería en todo caso Di-s.

Sin embargo, filosóficamente hablando para mí, esto ya conlleva a una contradicción en sí misma y esta radica en que si la figura de Di-s es inmortal, omnipresente y omnipotente; ¿Cómo puede ser asesinado por seres humanos mortales? los cuales paradójicamente hablando, fueron los responsables de su total aniquilación aquí en la tierra, aunque en los cielos no.

Pero ya en la historia de la Humanidad y principalmente en el estudio de la filosofía griega, encontramos este tipo de contradicciones las cuales en su momento histórico eran necesarias y utilizadas para explicar el origen humano-divino de todos los habitantes de la entonces Acrópolis.


Con una serie de mitos que daban rienda suelta a todo tipo de odiseas e historias de dioses, los cuales bajaban de los cielos para tener relaciones con los humanos, procreando a supuestos hijos mitad dioses y mitad mortales, los cuales eran considerados hombres o mujeres con una gran fuerza y poderes extraordinarios, ante la vista y paciencia de todos los ciudadanos y esclavos de la época que no se dignaran a contradecir a aquellos que gozaban de posiciones privilegiadas y decían verlos, caminar y hasta hablar con ellos.

Y para muestra de lo anterior tenemos al mítico Zeus, padre de todos los Dioses y los hombres, el cual, incluso gobernaba a los doce Dioses del Olimpo como un padre de familia, considerado el Rey de todos, quien supervisaba al Universo entero siendo el dios de los cielos y el trueno; además de tener sus equivalentes en diversas mitologías, entre ellas la romana, donde se puede apreciar en la figura de Júpiter y por otra parte en la etrusca, a través de Tinia, para finalizar en la egipcia representada por el Dios Amón.

Siendo importante este paralelismo para demostrar que durante diferentes épocas, estas figuras de dioses se han hecho más que presentes a través de la mitología de todo tipo de culturas. Sin embargo, el hecho de calificar al pueblo judío como deicida fue utilizado durante mucho tiempo como justificación para matar judíos en cualquier parte del mundo.

Por ello, la cuestión de sobre quién recae la responsabilidad de la muerte de Jesucristo, tiene componentes no solo históricos, sino también teológicos que han sido sacados de los evangelios como fuente en ambos casos, situación que ya de por si se presenta sospechosa para aquellos que no se manejan en el ámbito de la fe y menos de unas escrituras las cuales han tenido diferentes interpretaciones y traducciones de una época a otra, según la conveniencia del caso pero que en realidad no toman en consideración otras tradiciones religiosas de aquella época que también podrían aportar datos interesantes en cuanto al tema.

Además, es importante resaltar que la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, iniciada por Juan XXIII, afirma tajantemente que “no pueden ser imputados ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían ni a los judíos de hoy” ese hecho y menos calificarlos de deicidas, desligando de esta forma la responsabilidad colectiva de los judíos en la muerte de Jesús.

Por otra parte, no existe ninguna palabra que signifique “deicidio” en el Nuevo Testamento, ni tampoco en el texto griego o en su posterior traducción al latín en la Vulgata, ya que los textos del Nuevo Testamento que se refieren a la responsabilidad de la muerte de Jesús no mencionan especialmente su identidad divina. Aunque se dice que es el Mesías enviado por Di-s, pero en el Nuevo Testamento no se culpa a los judíos que vivían fuera de Judea de la muerte de Jesús, ni se exculpa a los mandatarios civiles de Judea, solo se culpa a Judas por revelar su localización a las autoridades que lo capturaron en aquella época.

Con lo cual, si analizamos las conclusiones tanto históricas como Teológicas las primeras nos revelan lo siguiente: que se le puede asignar la responsabilidad o al Gobierno Romano de Judea de aquel entonces o a los líderes judíos de aquel momento, pero no se puede determinar tajantemente a cuál de los dos se responsabiliza por ello. Y desde el punto de vista teológico, la culpabilidad por la muerte de Jesús recae en:
1. La Humanidad entera por todos sus pecados; 2. Los judíos por la supuesta manipulación hacia las autoridades romanas; 3. A Di-s porque ese era su plan para salvar a toda la Humanidad y en beneficio del pueblo elegido en particular.

Por lo tanto, en la actualidad pretender culpar al pueblo judío de deicida, desde mi apreciación filosófica, en realidad no justifica de manera alguna el sinnúmero de muertes y persecuciones, además de la apropiación de todos sus bienes a lo largo de la historia, ya que antes de la aparición de la figura de Jesús los judíos ya eran perseguidos, víctimas de saqueos, asesinatos y eran culpados de todo cuanto ocurría en el mundo, más allá de lo que los intelectuales, llámense historiadores y teólogos, nos han hecho creer…
(Especial para el Diario Judío.com de México)
30 05 2016.

Acerca de Marisol Chevez Hidalgo

Licenciada en Filosofía de la Universidad de Costa Rica, UCR, especializada en identidad nacional costarricense; ética; y comunicación social, Máster en ética y democracia por la Universidad de Valencia. En la actualidad investiga sobre los judíos sefardíes en Costa RIca. Además tiene estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica y trabaja como consejera en razonamiento jurídico en una firma de abogados. Publica artículos en El Semanario Universidad, de la Universidad de Costa RIca, en esefarad.com, revista argentina en internet sobre cultura sefardita y ha publicado en el diario La Nación de Costa RIca. Es Poeta. Publicó poemas en la Revista Tópicos del Humanismo de la Universidad Nacional, UNA, en el Semanario Universidad de la UCR y en el diario La Nación. Forma parte de la Junta Directiva de la Ong Instituto para el Desarrollo, la Democracia y la Ética, IDDE.

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