Un hermoso bosque con una vegetación exuberante;
que por tramos obscurece la luz del sol en pleno medio día…
Se encuentra un puente colgante hecho de gruesas sogas y tiras de madera.
Une a dos orillas en medio de un profundo abismo.
Su superficie se compone de simétricas tablas de madera colocadas
y atadas con una gruesa soga.
Sus barandales son gruesas sogas tirantes.
En si es una atracción y un reto para atreverse a cruzarlo.
Su simple hechura le da una flexibilidad muy marcada; porque se mueve mucho y mucho más en la parte del centro al caminarlo.
El abismo siempre presente al cruzar el puente, es de una profundidad que no se vislumbra el fin…
Mucho miedo sentí al cruzarlo la primera vez…
Caminaba yo al principio y a medida que avanzaba mas se bamboleaba a mi paso…
Mi emoción llego a su máximo al llegar a la mitad del puente; su bamboleo ya resultaba peligroso me agarre fuertemente a los barandales hechos de una gruesa y tensa soga.
Con mucho esfuerzo logre calmar un poco mis nervios a la mitad del puente, procuré no voltear al abismo…
Llegue a la otra orilla ahí ya me esperaba mi amigo Melesio Maldonado el guardabosques del lugar.
– Viene usted muy espantado me dijo
– Quizá sea la falta de costumbre.
– Sin duda lo es…
Me dijo Melesio:
– Este puente se asemeja a la vida, aparentemente inseguro, frágil, inestable, pero con unos barandales de gruesa soga tensos, rígidos fuertes.
– Gracias a esos barandales se puede cruzar el puente sin problemas.
– ¿Porque dice usted que se asemeja a la vida?
– Porque sin los barandales sería imposible cruzar el puente de forma segura…
– Los barandales vienen a ser los principios en la vida,
– la educación, los estudios, el deseo de superación, la fe…
Me despedí de don Melesio con un fuerte apretón de manos.
Los principios, la educación, los hábitos, el deseo de superación,
la fe, son los barandales de nuestro diario vivir, no se me había ocurrido…
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