El Shul de Justo Sierra 71, una de las joyas recuperadas del Centro Histórico

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En el recinto se realizan, además del culto, exposiciones, charlas, conciertos,
conferencias y otras actividades culturales.

El salón es lumionoso. Tanto como, dice Mónica Unikel Fasja, era a inicios de los años cuarenta, cuando abrió sus puertas a la comunidad judía ashkenazi.

El Shul de Justo Sierra 71 es una de las joyas recuperadas del Centro Histórico, que además de su sentido religioso busca convertirse en un centro cultural de primer orden.


“Esto es parte de México y es tiempo de compartirlo con la gente”, explicó Unikel Fasja, coordinadora de la sinagoga.

Para su propósito cultural está en una ubicación envidiable. A dos cuadras al poniente se localizan el Colegio de San Ildefonso y el Templo Mayor. Una cuadra al norte está la iglesia de Loreto. A una cuadra al oriente la Escuela Nacional de Ciego. Detrás, a dos calles, están los museos José Luis Cuevas y la Academia de San Carlos.


La fachada de la sinagoga sólo tiene como referencia la estrella
de seis picos. 70 años

Por fuera, el edificio de tezontle y cantera no da pistas sobre su propósito religioso. Sólo las estrellas de seis picos talladas en su portón de madera señalan que se trata de un templo judío.

La sinagoga fue abierta el 14 de septiembre de 1941. El templo es un edificio separado del que se observa desde la calle. Con el éxodo de la comunidad judía hacia otras zonas de la ciudad, el templo disminuyó su actividad.

“El deterioro fue muy paulatino, la estructura es buena, no tiene daños, pero la pintura, las maderas y el techo se comenzó a deteriorar, porque además estamos en una zona con graves problemas de humedad.

“Se fue deteriorando porque la gente faltaba, quienes venían a rezar aquí, primero se fueron a las colonias Roma y Condesa. Poco a poco la gente dejó de venir, de cuidarla, tenían otros problemas que atender”, explicó la coordinadora del inmueble.

Ahora, al interior el piso recuperó su esplendor. La pintura oscura se retiró de la madera y se sustituyó por barnices naturales. Las paredes fueron pintadas de nuevo. El portal donde se guardan los libros fue remozado por completo. Los murales del techo fueron restaurados. Los pisos de parquet fueron sustituidos por madera laminada. El piso donde se desarrollaban las fiestas también fue recuperado.

La restauración del edificio inició en 2008 y un año más tarde fue reinaugurado el inmueble. Los donadores de los recursos para su restauración tuvieron un impulso para aportar su dinero cuando vieron que el Gobierno del DF cumplió su compromiso de retirar a los comerciantes informales.

“Con este proceso de sacar a los ambulantes, fue otra razón por la que la gente se animó a recuperarla, porque ni siquiera podían llegar.

“Se hicieron trabajos de restauración integral en todo lo que se pudo regresar a su estado original, con mucho respeto, y lo que no se podía, como plomería y electricidad, se hizo nuevo”, estableció Unikel Fasja.

Añadió que la idea de la comunidad ashkenazi fue de “abrir puertas para compartir este espacio. Nos estamos uniendo a este esfuerzo de recuperar el Centro Histórico con lo que la comunidad judía tiene para ofrecer que es entre otras cosas este edificio tan hermoso, turistas que quieran encontrarse con elementos judíos en la ciudad, gente de México que no siendo judíos quieren acercarse a la historia judía”.

“Estamos organizando diferentes conciertos, pláticas, actividades”, explicó, mientras preparaba una pequeña ofrenda de Día de Muertos que atrajera la atención de los ciclistas que participarán en el paseo nocturno de la noche de este sábado.

Vida y éxodo

En los años veinte del siglo pasado se suscitó una migración de judíos de Europa oriental hacia la Ciudad de México, que se asentaron en las cercanías del barrio de Mixcalco.

Los judíos Ashkenazi arribaron de Polonia, Rusia, Lituania, Alemania, Hungría. Hablaban el yiddish y les costó trabajo acercarse con los habitantes de la capital.

En Jesús María se establecieron comercios que surtían a los judíos.

“Se abrieron tiendas con cosas judías, pepinos agrios, arenques, panaderías, pan de centeno, pan evaporado, con cominos, el pan trenzado, las carnicerías kosher, todo eso surgió en la calle Jesús María y sus alrededores”, explicó Mónica Unikel Fasga.

En el centro vivían en vecindades y es en esos sitios donde comienzan los primeros rezos.

Con el paso de los años, familias judías comienzan a emigrar hacia otras colonias como la Roma y la Condesa, más tarde hacia Polanco y la Del Valle.


Fotos Karina Tejada.

Mientras sinagogas en otras zonas de la ciudad prosperaban, la Sinagoga Justo Sierra no pudo ser mantenida en buen estado y paulatinamente sus muros, murales y pisos se deterioraron.

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