Si bien deberíamos estar acostumbrados a los temblores, el último de hace varios sábados estuvo bastante fuerte, si no en su intensidad que fue de 6.5 a 6.8, su movimiento se sintió muy fuerte, el locutor en turno de un noticiario recalcó la importancia de aquellos que sobrevivimos el de 1985; donde hubieron muchas muertes y derrumbes, hasta la fecho no creo en la cantidad dada por el gobierno de los muertos, así como de los daños materiales.
Este locutor habló de la importancia de estar vivos; en la noche pensé en mis muertos físicamente, porque siguen vivos en mi corazón, de lo qué me dejaron y me gustaría hacerles un pequeño homenaje.
En primer lugar mi padre, hombre sencillo de casa rica hasta los trece años, hijo más chico de cinco hermanos, dos hermanas y su mamá junto con un sobrino fallecieron durante la segunda guerra mundial en el holocausto.
Nació en un pequeño pueblo con frontera con Rusia, él, su hermano mayor y su esposa sobrevivieron gracias a ser llevados a los campos de trabajo de Siberia, luego siguieron hacia Samarcanda, después de la segunda guerra mundial gracias a la familia que ya vivía tanto en México, Estados Unidos e Inglaterra como llegaban antes con papeles falsos llegaron a México donde creó su familia.
Me enseñó que el dinero “no es la vida”, porque viene y va, vivió de forma limpia, nunca nos faltó nada, decía que lo importante son “nuestras obra y cómo queremos ser recordados a la hora de irnos físicamente por los vivos”.
Mi abuelo materno nació en Rusia, como eran muchos hermanos lo registraron como el más chico lo cual le permitió evadir el ejército, presintió que algo muy malo ocurriría, hablamos de la primera guerra mundial, por lo cual viajó a México, ya casado con dos hijos uno nacido en Polonia y otro en Alemania de donde era mi abuela materna, mandó por ellos
Cuando estuvo en Nueva York sobrevivió haciendo zapatos ya que se dedicaba a trabajar las pieles, la muerte de mi abuela dos meses antes de mi nacimiento de quien decían paraba a la gente en la calle aún a sus cuarenta y tantos años por ser muy guapa, se fue a caléxico.
Mi mamá fue una hija ejemplar, mi padre se quedaba con nosotros cuando ella debía viajar a cuidarlo, sin embargo ya no lo vio vivo porque le avisaron unos vecinos quienes no lo habían visto una semana, forzaron su puerta y estaba muerto.
Martha Grinberg forma parte de la gente que se muere joven y en un momento, estaba comiendo un domingo le vino un ataque y ahí se quedó, tenía 50 años.
Tengo recuerdos muy bonitos de su familia que en aquel entonces vivía muy lejos, los domingos su papá le gustaba irse a comer a Cuernavaca y regresar, siempre me invitaban, primero estudió la carrera de psicóloga y luego de maestra de idish,
Amistades de la niñez que van quedando en nuestra mente y sigo con otro amigo muy entrañable Jerry Sadi del Grupo Juvenil Bet-El, le gustaba el tango, nos invitaba a una casa que actualmente tiene un café Internet por la condesa, tenía un sentido del humor muy raro, cuando aún éramos solteros fuimos a Xochimilco y en una de esas fotos instantáneas sobre un caballito de madera me puso una pistola de juguete.
Cuando me separé formamos un grupo para apoyar a la Sra. Dunia Wasselstrom cuando escribió “Nunca Jamás” claro hablo de los ochentas más o menos.
No puedo dejar afuera de esta lista al padre de mis hijos, de quien estaba divorciada y él con otra familia con la cual siempre mantuve buenas relaciones aún cuando falleció, siempre lucho, tuvo que irse de su casa porque su familia no quería que estudiara, siendo un genio desperdiciado con la oportunidad de una beca para Japón la cual rechazó.
Un buen padre, un buen amigo, supimos crear un ambiente sano para nuestros hijos y dejar a un lado nuestros problemas, lo único malo es que fumó mucho, muriendo a los sesenta y tantos años.
Siguiendo con esta lista mi amigo Bernardo de cuyo apellido no me acuerdo, gordito, simpático y también un gran apoyo cuando me divorcié, cuando mis hijos eran chicos los llevaba a pasear y los invitaba a un lugar de pizzas aquí por la calle de Puerto Real siendo las más deliciosas de toda mi vida, recordando las de la Bella Italia en Insurgentes única ocasión en que mi papá compraba para comer en casa un domingo..
Un día en la calle se cayó, le dio un ataque y ahí quedó, uno más, muy joven con menos de 50 años.
María Luisa Moro, delegada y amiga de la paraestatal de donde soy jubilada, murió de un cáncer expandido por una negligencia médica, honesta, limpia en su trabajo cuando aún no habían computadoras solo máquinas eléctricas cuando fue el accidente de mi hijo chico fue un gran apoyo.
Finalizó con Don Mario Nudelstejer con 65 años de edad, amigo sincero, ingeniero de carrera e hijo de otro gran hombre de la Comunidad Mexicana Sergio Nudelstejer, siempre listo con su cámara en los desayunos del APEIM.
Todavía en una de las guerras del siglo pasado de Israel la paraestatal donde trabajé estaba llena en 15 pisos de la torre y en otros de los edificios aledaños de suásticas e insultos para los judíos, entonces estaba en el Comité Central, en menos de 15 días desparecieron, las paredes fueron repintadas después, el director fue amenazado de dimitir si volvía a ocurrir y el trabajador corrido sin ninguna prestación..
Hijo de una bella familia Rosita y Sergio que en un tiempo fueron mi familia política, siempre preocupados por la cultura sin importar religión u origen.
Cada vez que pasa algo como un temblor, o alguna desgracia cuyas vidas están en peligro, debemos tomarla como una oportunidad más de ser mejores, de agradecimiento por seguir vivos, con oportunidades de crecer y porqué no, cada día demostrar los sentimientos, porque suele suceder, las personas se van y nunca les dijimos cuánto los queríamos.
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