Estados Unidos no debe devolver los archivos judíos a Irak

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El pasado otoño dos expertos iraquíes viajaron a Estados Unidos para estudiar el material de archivo de la antigua comunidad judía iraquí, para así preparar las medidas de conservación y poder hacerse cargo del archivo cuando éste sea devuelto a Irak. Actualmente, las labores en el departamento de archivos de College Park avanzan rápidamente por parte de un grupo de expertos equipados con instrumentos de alta tecnología para la limpieza, restauración y digitalización de registros y documentos.

Resulta extraño que se esté hablando mucho de enviar los archivos judíos este año al Departamento de Antigüedades de Bagdad, aunque no está claro dónde se almacenarán o exhibirán.

Una de las cuestiones es: ¿cómo se puede enviar de vuelta los archivos judíos a Irak sin verdaderas garantías para su conservación, custodia y acceso, especialmente cuando el Gobierno afirma que tiene muchos más archivos de ese volumen en Irak? Si es así, ¿por qué el Gobierno no conserva y repara completamente los volúmenes existentes y luego los envía a museos para que sean expuestos y sean de utilidad?


La otra cuestión es ¿dónde están hoy los derechos de los judíos de Irak? Si el Gobierno iraquí reconoce su gran historia, debería devolverles la ciudadanía, primera y principalmente. En la primera Conferencia Interreligiosa celebrada en Suleimaniya el año pasado, quien escribe estas líneas exigió que se les concedieran escaños en el Parlamento, como a las otras religiones; que se les devolvieran todas las propiedades y activos expoliados de forma injusta y errónea, y que se les compensara por las graves pérdidas sufridas. ¿Cómo se va a devolver este archivo sin que estén sus legítimos propietarios? Algo así resulta ilógico e inaceptable.

El archivo judío iraquí incluye gran número de piezas valiosas, fotografías y documentos de los judíos de Irak. El archivo fue mantenido en unas condiciones espantosas por el anterior régimen: parcialmente sumergido y expuesto a daños. Fue encontrado en un sótano inundado, y se logró reunirlo y enviarlo a Estados Unidos, a los Archivos Nacionales, para que fuera restaurado y conservado.

Los judíos de Irak – casi todos huyeron del país o fueron asesinados- sostienen que el archivo no debería ser enviado a Bagdad, y exigen que las autoridades estadounidenses no entreguen los documentos al Gobierno iraquí.

Hoy sólo quedan siete judíos en Irak, según el New York Times, mientras que antaño constituían un tercio de la población de Bagdad, según establece Mir Basri en su libro sobre los judíos iraquíes, en el que escribió sobre más de 100 personalidades que contribuyeron a construir el Irak moderno.

Si aún hay muchos iraquíes que consideran a los judíos menos que humanos (y ahora también a los cristianos, que están siendo masacrados), ¿por qué iban a considerar que sus archivos valen más?

Lo cierto es que el Corán considera a los judíos gentes del libro, y Moisés es su profeta, a quien Dios entregó la Torá. Hay decenas de versículos que hablan bien de ellos en el Corán, como el que dice: “Dimos el libro al pueblo de Israel, la sabiduría, la profecía, y le dimos sustento y lo exaltamos entre todas las naciones del mundo”. Y el Corán describe a la Torá como luz y guía que procede de Alá. Muchos santuarios de profetas judíos siguen en Irak, como el del profeta Nahum, en la localidad de Alqosh, cerca de Mosul; el del profeta Ezequiel en Kifl, cerca de Hilla; el de Esdrás en Qurna, donde se unen los dos ríos; el de Josuñe en Al Karj, en Bagdad; el de Daniel en Kirkuk, cerca del castillo; el de Ezeir [nombre que dan los iraquíes a Esdrás] en Basora, en una zona que lleva su nombre, y los de muchas más personalidades y eruditos.

Estas personas deberían ser honradas, celebradas y glorificadas mientras permanecen en la memoria y el corazón de los fieles y los honorables. La historia destaca sus logros en letras de oro inmortales que permanecen a lo largo de los siglos.

En Londres se celebró una reunión a  la que asistió gran número de judíos iraquíes. En ella se exigió que sus archivos se mantuvieran fuera de Irak: incluyen una parte muy importante de su herencia, de su historia, de su vida y de su identidad. Un hombre ya ha afirmado que algunos de los documentos se refieren a él personalmente y que, por tanto, es su único dueño; le han sido arrebatados injusta y equivocadamente. Según el Dr. Harold Rhode, los archivos -cuya devolución al Gobierno iraquí está prevista para junio- son, para empezar, propiedad robada: enviarlos de vuelta a Irak sería como devolver a Alemania bienes robados a los judíos por los nazis.

En la reunión de Londres Edwin Shuker habló del archivo y de su importancia, y mostró una serie de documentos trasladados a Norteamérica desde Irak en 2003. Habían sido hallados en el subterráneo del Centro de Inteligencia iraquí, sumergidos en agua y a punto de desintegrarse, cosa que no hicieron gracias a la intervención en el último minuto del Ejército estadounidense.

Una de las piezas más importantes que mostró Shuker fue su propio certificado escolar, del que dijo que formaba parte de su historia, de su vida, de sus vínculos fundamentales y de su amor por Bagdad, donde recuerda su casita de la zona de Batawin.

El archivo contiene muchos documentos personales de este tipo. Por ejemplo, una fotografía de Farah Shina, de trece años, una muchacha de cabello oscuro, que fue tomada cuando estudiaba en su escuela de Bagdad, donde era una estudiante de élite. Según su hermano, Sami Shina, Farah murió de cáncer en Inglaterra en 1968, a los 29 años; dejó marido y dos hijos pequeños.

Doris Hamburg, directora de Programas para la Conservación de Archivos, dijo que el documento de Farah Shina era uno entre los casi 2.700 libros y decenas de miles de documentos recuperados del destruido sótano de Bagdad de la policía secreta.

También se descubrió una Biblia hebrea de 400 años, un Talmud de 200 años, originario de Viena, y una pequeña Hagadá de Pésaj, todos ellos conservados por el antiguo régimen iraquí, pero almacenados en un estado lamentable, expuestos a daños e inundaciones. También había un libro francés de oración de 1930, y una colección de dichos de un rabino en Alemania, del año 1692,  bellísimamente impresa.

La mayoría de los judíos fue obligada a abandonar Irak debido al farhud [incautación de propiedades, pogromo], a asesinatos, encarcelamientos y retiradas de la ciudadanía, y dejaron tras de sí la huella de una rica historia que se remonta a 2.500 años atrás. Los archivos muestran claramente que los judíos fueron figuras enormemente distinguidas en diversos aspectos políticos, sociales y económicos.

No hay duda de que Irak debe mucho a los judíos iraquíes en términos históricos, y en lo relativo a su desarrollo y prosperidad. Por nombrar a alguno dentro de la historia contemporánea, tenemos a Sir Sasson Heskel, uno de los mejores ministros de Economía de Oriente Medio del siglo XX, que sirvió con distinción a Irak. Entre otros logros, negoció con Gran Bretaña para que los pagos por el petróleo se hicieran en oro, no en papel moneda (una petición en la que tuvo mucha vista, ya que poco después la divisa se depreció y el oro subió considerablemente). Fue muy llorado por muchos; el poeta  Maruf al Risafi dijo: “No digáis que ha muerto /Sino que los hombres buenos perdieron una estrella/Perdimos en una noche oscura/A quien es señor del Parlamento cuando habla”.

Por lo que se refiere a la banca, los judíos de Irak no tenían rival. Estaba el Banco Zilja, el Banco de Crédito, el Banco Abudy y el Banco Oriental, con muchas sucursales en todo Oriente Medio y en la India, entre otros lugares. Mas de la mitad de los 18 miembros de la Cámara de Comercio de Bagdad eran judíos. Sólo gracias a su enorme profesionalidad Irak no se vio afectada negativamente por ambas guerras mundiales.

El primer neurólogo iraquí fue Jack Abud, que estudió en Bagdad y en Londres, y que estableció y gestionó el primer hospital para enfermos mentales. Trató a sus pacientes de forma competente, con dedicación y meticulosidad. Daud Gabay trató a pacientes pobres en Amara y en Bagdad; proporcionaba medicamentos de forma gratuita y ante su consulta se formaban largas colas. La mujeres se limpiaban los pies antes de entrar, como se hace al visitar lugares sagrados, como muestra de respeto y de fe en su gran capacidad para curar a los enfermos. Muchos solían visitarlo en mitad de la noche, pero jamás se cansó de tratarlos con todo amor y cuidado.

La Alliance School fue el establecimiento educativo de más categoría que pretendía modernizar y no discriminar: Laura Jaduri abrió esta primera escuela para niñas de Irak. El primer refugio para huérfanos musulmanes fue instituido por Menahem Daniel, que lo financió con sus ingresos personales. Hoy se ha convertido en un club teatral, para ocultar las huellas de los judíos en Irak y los servicios que prestaron.

El primer piloto civil iraquí fue Selim Sasson Saleh Daniel, que estudió aviación en Gran Bretaña, se compró un pequeño avión, vino a Bagdad a comienzos de los años 30 y, posteriormente, fue nombrado miembro de la Dirección de Aviación Civil.

La primera casa de ladrillo que se construyó en Bagdad, la casa de Shamash, fue derribada para construir el hotel Babylon. Mientras otros pueblos conservan sus lugares históricos, nosotros borramos nuestra memoria histórica.

Se escribió una petición dirigida a la Administración estadounidense, la cual fue firmada por muchos de los asistentes a la reunión de Londres. En ella se solicita a la Administración que no devuelva los archivos a Irak, pues constituyen un derecho natural de los judíos iraquíes después de las tribulaciones, tragedias, desplazamientos y sufrimientos que han padecido. Esta intervención supone un llamamiento a la preservación de su historia y de sus glorias, además de un intento de devolver los derechos usurpados a una comunidad con una brillante historia de 3000 años, que ha superado a los musulmanes y a los cristianos.

Una gran historia de tres mil años no puede borrarse por cincuenta años de sufrimiento y desplazamiento, y seguirá estando escrita en letras de oro inmortales; buenas gentes pertenecientes a varias religiones y sectas coexistieron, se casaron entre sí y vivieron con afecto, integración, armonía y paz.

El papel de Estados Unidos debe ser salvar una herencia, no ser cómplice de su destrucción.

Gatestone Institute

http://elmed.io/estados-unidos-no-debe-devolver-los-archivos-judios-a-irak/

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