La política radical de Hitler deja en segundo lugar a las mujeres que trabajaban en campos de concentración. Tanto es así que en los libros y las películas aparecen solo integrantes de las SS masculinos y apenas se hace mención a esas mujeres que sirvieron al nazismo
Comenzaron a reclutarse mujeres en 1942 ya que, debido a la guerra, la cantidad de hombres disminuyó. Las guardianas no solían ser de clase alta, ya que la mayoría de ellas pertenecía a una clase trabajadora con pocos recursos. Para las hijas de las familias pobres, el reclutamiento en un campo de concentración era sin lugar a dudas una gran oportunidad para realzarlas en otros ámbitos alejados de la clase baja y afianzar su lealtad al partido nazi.
La búsqueda de mujeres para la colaboración en los campos de concentración nazis fue anunciada en la prensa alemana y todas aquellas interesadas en el puesto fueron enseñadas en un cursillo.
El hecho de ser mujer y trabajar en los campos de concentración aumentaba su estatus, pero jamás podían dar órdenes a ningún oficial masculino de las SS.
La lista de guardianas no era muy numerosa, pero causaban el terror en los campos en los que trabajaban, ya que algunas de ellas eran incluso más sanguinarias que los oficiales.
Algunos nombres que destacan son los de Ilse Koch, Irma Grese, María Mandel, Dorothea Binz, Herta Bothe, Hermine Braunsteiner, Luise Danz y Alicia Orlowski.
Haremos una pequeña introducción de algunas de ellas para que el lector pueda conocer las atrocidades que ellas cometían pero, para más información, recomiendo la lectura de Guardianas nazis: el lado femenino del mal, de Mónica González Álvarez (Editorial EDAF, 2012).
Comenzaremos por Ilse Koch. Esta mujer era conocida por la Bruja de Buchenwald. Estaba casada con el comandante del campo de Buchenwald. Koch trabajó en el mismo campo y se dedicaba al maltrato de presos que tenían algún tatuaje. Con la piel de estos, confeccionaba bolsos y guantes, además de otros utensilios. Se suicidó cumpliendo cadena perpetua en 1967.
En segundo lugar, Irma Grese, también conocida como el Ángel de Auschwitz. Consiguió entrar en el campo de Ravensbrück como administrativa. En 1943, comenzó su trabajo en Auschwitz donde su crueldad aumentó. Castigaba a las prisioneras con latigazos, las arrojaba a los perros hambrientos, torturaba a bebés y abusaba sexualmente de las prisioneras. Murió en la horca en 1945.
En tercer lugar, María Mandel, conocida como la Bestia. Se trasladó a Ravensbrück en 1939 donde demostró su lado más terrible. Después de esto, se trasladó a Auschwitz. Mendel se cubría las manos con guantes blancos para que la sangre de sus víctimas salpicara y destacara. A menudo, seleccionaba a algunos prisioneros para adoptarlos como mascotas. Murió en la horca en 1948.
En cuarto y último lugar, nombraré a Hermine Braunsteiner conocida como la Yegua. Este apodo vino porque ejecutaba a los prisioneros con patadas con unas botas de puntera de hierro. Fue sentenciada a cadena perpetua en 1981.
En definitiva, estas mujeres cegadas por su pasión por el nazismo y por la mejora de sus estatus, fueron capaces de cometer actos atroces contra la humanidad. Mujeres solteras y sin futuro para aquellos años vieron una salida como guardianas en los campos de concentración.
Si he de criticar algo es la poca información que tenemos sobre ellas, ya que tuvieron un papel importante en la supervisión de los campos y, sobre todo, en las prácticas atroces que cometieron. Estas guardianas son igual de importantes que aquellos miembros más conocidos de las SS como Himmler o Amon Goeth.
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