Está un muchacho con su novia y salen a un restaurante y él le dice: “Yo estoy soñando en ser millonario como mi papá”.
Y la novia le pregunta: “¿tu papá es millonario?”
Él le responde: “¡No! Pero él también soñó con serlo”.
En la Parashá de la semana vemos que Yosef tenía sueños y soñó que iba a ser rey e iba a avanzar y llegar muy lejos; todos sus hermanos lo odiaron por eso y siempre se le burlaron, pero al final él llegó a ser lo que siempre soñó y todos llegaron a pedir de él.
Hay cosas que debemos aprender de este relato, porque no es nada más una historia que ya pasó, sino que se repite cada día con cada uno de nosotros. Si alguien quiere en verdad lograr algo, tiene que soñar, tiene que tener ambición, si alguien no piensa que algún día va a tener más, pues nunca va a tener.
En la vida, la gente puede pasar dificultades y algunos podrán burlarse de nosotros así como le pasó a Yosef, pero si tenemos sueños y tenemos una meta con un camino demarcado, no importan los obstáculos que encontremos, al final es a nuestro propio destino al cual vamos a llegar.
Si andamos perdidos, sin saber a dónde quiere llegar, entonces así los obstáculos nos van a desviar del camino y muy difícilmente encontraremos nuestro destino.
Eso es precisamente lo que pasó también a Yaakov Avinu, que sueña con una gran escalera que está apoyada en la tierra pero que llega al cielo, se dice que siempre debemos pensar con la cabeza dirigida al cielo.
Yaakov tenía dos nombres: uno que es Yaakov que viene de la palabra Ekeb – עקב que en hebreo significa talón y es la parte más baja que tenemos, el otro nombre es Israel, que es la cabeza y es la parte que más alta que tenemos.
Cuando estamos con amigos debemos manejar la parte de Yaakov y ser humildes, estando en la tierra, pero cuando estamos a solas con nosotros mismos, debemos ser Israel, la cabeza y pensar que esta llega al cielo, tener ambición y marcar el camino para ser el rey. ¿Quién es el rey? El que controla y domina sus instintos.
Cuentan que en el ejército de Napoleón, el mismo solía preguntar a los soldados que llegaban: “¿Qué quieren llegar a ser al estar aquí?”
Si el soldado respondía que quiere ser “un buen soldado”, entonces él no lo recibía, pero si el soldado respondía con la ambición de llegar a ser un general o un comandante, entonces ahí sí lo recibía y le decía que no necesariamente iba a ser un general, pero para ser un buen soldado tendría por lo menos que tener esa ambición: de querer ser algo grande y alcanzarlo.
Es decir, el sueño es algo que no es real, pero para tener una realidad cercana, debemos soñar algo lejano y así por lo menos habremos diseñado parte del camino y eso ya es bastante.
Por otro lado, tampoco basta sólo con soñar, pero este es un medio para poder alcanzar las cosas físicas, es como la ambición que tenemos, pero en este mundo de la acción debemos actuar y hay que hacer un esfuerzo para lograrlo.
Siempre tenemos excusas de por qué no hacemos y respuestas de por qué no pudimos hacer, pero debemos saber que la ambición es la que evita estas excusas, así sabremos que queremos llegar a nuestro destino.
Cuentan que una vez un tacaño subió al bus y empezó a llorar, entonces el chofer le pregunta: “¿Por qué estás llorando?”
Y el tacaño contesta: “Porque no tengo como pagar el pasaje”.
El chofer le dice: “Tranquilo, siéntate, no tienes que pagar”.
Al rato, cuando sube más gente, empieza a llorar de nuevo y el chofer le pregunta: “¿Ahora qué pasó? ¿Por qué estás llorando?”
Y tacaño le responde: “Porque todos recibieron cambio y yo no.”
Uno puede estar exento de algunas cosas, pero no va a recibir nada a cambio, es decir no va a llegar a su destino, no va a tener como el otro que sí trabajó.
Como le dijo un maestro a su alumno que siempre llegaba tarde: “Tus excusas están muy buenas, pero de ti no va a salir nada importante, porque con excusas no vas a tener un título o una carrera”.
Y lo anterior nos hace recordar a Martin Luther King Jr. y su famoso discurso que dio frente a 250.000 personas en Washington, “I have a dream” (Tengo un sueño) que hizo cambiar la historia de los derechos civiles de los afroamericanos en EEUU. Es un sueño que se hizo realidad.
Y de alguna manera, eso es lo que vimos esta semana en el concierto de los niños de Aguablanca, quienes tocaron sus instrumentos de una forma extraordinaria. Niños que podían tener todos los tipos de excusas para no hacer nada. Pero sin embargo, cuando conversé con uno de los encargados, este me dijo que ellos le forman a cada niño un sueño, le enseñan sobre los grandes músicos de la historia y así les muestran una mejor realidad.
Estamos cerca de la fiesta de Hannukah, los Hashmonaim de la época podían tener excusas de por qué no hacer Brit Milá, ni estudiar Torá, ya que en aquel tiempo existían decretos que prohibían hacerlo. Aun así podrían haber dicho: “Debido a que hay decretos que nos prohíben hacer tales cosas, entonces no las hagamos”
Sin embargo hicieron la guerra para liberar al pueblo de tales prohibiciones. Ellos además pudieron tener la excusa de que no tenían cómo hacer la guerra, pues eran muy pocos, pero no fue así; ellos soñaron que ganarían y lo lograron.
Cuando triunfaron entraron al templo y no encontraron aceite puro (consagrado por el sumo sacerdote) para encender la Menorah. Existe una regla halájica que dice, si no hay aceite puro, en público se puede emplear aceite impuro para encender la Menorah. Pero los Hashmonaim no hicieron así, ellos emplearon el aceite puro encontrado entre las ruinas del templo aunque fuera muy poco.
¿Por qué ellos no emplearon el aceite impuro? ¿Por qué para ellos era problemático el uso de este tipo de aceite?
La respuesta es que ellos quisieron celebrar su triunfo de la mejor manera y no tener ningún tipo de excusas para no hacerlo así, y de esa manera es que sucedió el milagro de Hannukah.
Ese el mensaje que tenemos que llevar: tener el sueño, tener ambiciones, actuar sin dar tiempo para excusas.
Que Di–s nos ayude a lograr sacar nuestros sueños a la luz. Y que al momento de encender las velas de la janukiya aprendamos de la llama que siempre sube: Nosotros tenemos que ser iguales, siempre pensar y ver para arriba.
Con mucho cariño
Shabat Shalom y Janucá Sameaj
Rabino Yosef garmon
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