Hace unos años participé en una conferencia en Jerusalem, organizada por el instituto Jerusalem de estudios de Israel. Esa institución, publica cada año una Memoria Estadística sobre Jerusalem. Una de las preguntas intentaba calibrar el grado de religiosidad con la que se calificaba al entrevistado. Me dirigí a una de las jefas del instituto y le pregunté: ¿Cómo se puede medir la religiosidad en una persona?. Le dije que esa pregunta era errónea. Porque nadie puede decidir si una persona es más o menos religiosa. Ni siquiera uno mismo. Le indiqué que formulara la pregunta: ¿Cuál es el carácter de tú religiosidad? Formulada así, es una pregunta que acepta diferentes maneras de demostrar la religiosidad sin juzgarla. En el instituto lo aceptaron y desde ese momento es la pregunta que se hace en ese tema.
¿Por qué me llamó tanto la atención esa pregunta?, ¿ Dónde residía su importancia? Tal como yo la entendí, así formulada, indicaba la manera infantil como la mayoría de la sociedad Israelí define al Judaísmo, éste aparece como un sistema hegemónico, en el cual las demás corrientes han de conformarse de acuerdo al mismo, y de este modo obtener el permiso para ser legítimos, por parte de la corriente predominante.
Simplemente hay que recordar el Talmud, para reconocer que el Judaísmo es amplio y plural. Existen 70 maneras de expresarlo y todas son igualmente válidas e importantes. La sociedad Israelí fue educada de tal manera que considera que el judaísmo sólo puede expresarse de una manera, para considerarse correcta. Razón por la que no se cuestiona romper esa hegemonía, consiguiendo que no se visibilice en los foros públicos otra manera de pensar y hacer. Especialmente porque no lo considera suficientemente importante, y más que nada, porque no quiere tomar la responsabilidad sobre su manera de expresar su judaísmo. Ya que eso implicaría comprometerse en la lucha para romper el monopolio de esa supremacía.
Hace una semanas en otro artículo, resaltaba como se había llegado a un acuerdo para realizar servicios religiosos “sin separación” en la parte más al sur del Kotel. Realmente esto se viene realizando “de facto” desde hace casi 20 años. Este nuevo acuerdo, lo único que ha conseguido, ha sido enaltecer los ánimos de la corriente dominante. Razón por la que se han hecho eco en la prensa nacional e internacional. Los movimientos religiosos liberales pensaron que por fin la solución y el silencio habían llegado… pero ahora ha empezado una campaña de algunos políticos de corriente ortodoxa, para romper el nuevo acuerdo, ninguneando al resto de corrientes de pensamiento.
La sociedad Israelí lamentablemente todavía piensa de una manera infantil sobre el judaísmo y sobre el derecho de expresar su judaísmo en el lugar sagrado como lo hace cada uno en su sinagoga. Razones por las que no saldrá a las calles a luchar por el derecho individual de cada judío a expresar su manera de rezar en el Kotel.
El desafío del mundo Judío es educar a la sociedad Israelí, en lo básico a este respecto. Y explicar por tanto que ortodoxo, conservador, reformista o secular son judíos de la misma calidad. No hay mejor ni peor, no hay ninguno que posea la verdad de manera absoluta y el el que difiera es falso. Si en Israel, el Judaísmo se sigue viendo de una manera tan cerril, el mundo Judío se alejará de Israel. Y lo más grave de todo, se paralizará el desarrollo natural del Judaísmo.
Ustedes son parte fundamental de este debate. Pero debemos abordarlo conjuntamente con la sociedad Israelí, y en solidaridad con los que defienden el pluralismo del judaísmo, en la diáspora y en Israel.
Resulta insuficiente que el mundo judío de la diáspora se sienta involucrado en esta cuestión, mientras que la mayoría de la sociedad Israelí no lo esté. Y eso es lo que sucede y es lo que considero que debería cambiar.
El kotel´constituye un símbolo para seguir todos juntos, por tanto la diáspora y la sociedad Israelí han de contribuir para superar las barreras a fín de que sociedad Israelí pueda aceptar y reconocer con pleno derecho a todas las distintas corrientes religiosas del Judaísmo como iguales frente a la ley Israelí.
En la zona del kotel sin separación, oficio bodas, bat o bar Mitzvah, al tiempo que vivo y ejerzo como Rabino Conservador en Jerusalem. Y continuaré trabajando junto con mis colegas, luchando para que el estado de Israel reconozca en pie de igualdad todas las corrientes. Y más aún para seguir siendo relevantes en la sociedad Israelí. Preciso de sus voces, que son fundamentales, para conseguir dicho objetivo. Que nadie pueda decirnos que no hemos puesto empeño en defender nuestros derechos individuales y colectivos, marginándonos, cuando de hecho y por derecho formamos parte.
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