Había un señor que tenía una esposa y ella le dice lo siguiente: “Mira, en veinte años que llevamos de casados tú no me has dicho ninguna palabra de amor, ningún ¡te quiero!”, el esposo le responde: “Mira, yo te dije eso hace veinte años y si va haber un cambio te aviso.”
En la Parashá que vamos a leer esta semana se habla sobre muchos tipos de sacrificios, pero existe un tipo de sacrificio que se lleva a cabo por un solo motivo, para agradecer.
Agradecer por lo que Di-s hizo, agradecer por lo que tenemos, pues tenemos que valorar y siempre decir: “¡Gracias!”, una palabra que es gratuita pero que al mismo tiempo posee un gran valor.
Se cuenta sobre un señor que hizo una fiesta en su casa y le preguntaron: “¿Por qué motivo hizo la fiesta?” y él respondió que su hijo se salvó de una enfermedad muy grave. Luego a la semana volvió hacer otra fiesta más grande y la gente obviamente después de comer le pregunta: “Oye y esta vez ¿por qué motivo es la fiesta?” y él responde: “Porque entendí que también hay que valorar, apreciar y agradecer todas las cosas obvias que tenemos: podemos comer, tomar, oler, saborear y disfrutar.”
El sacrificio del que hablamos era un sacrificio especial, por el que se tenía poco tiempo: tan solo un día para comerlo. Más sin embargo era el sacrificio más grande, además que venía acompañado por cuarenta panes.
¿Por qué tantas cosas y por qué tan poco tiempo para comerlo? Se explica que cuando llega el momento de decir gracias, en ese preciso instante va a tener que participar con sus amigos para que le ayuden a terminar el sacrificio y así terminar de comer con ellos todos los panes, por lo que ellos van a preguntar: “¿Y todo esto por qué? De esta manera la persona va a contar el milagro y todo lo que le pasó entonces. Es decir, va a ser público su milagro y va a compartir las cosas buenas que le sucedieron. Por tanto, ese es el motivo de traer muchas cosas y comerlas en tan poco tiempo, obligar la participación de todos y no agradecer solo.
En el rezo tenemos al Jazan que repite todo, pero hay una parte en la que todos tienen que repetir también y participar, es en esta parte cuando todos dicen gracias.
No tenemos que decir: “Di-s yo te agradezco nada más si va haber un cambio, pues yo te agradecí hace ya veinte años y si va haber un nuevo cambio yo te aviso”. Más bien el hombre debe de agradecer por todo y ese es el motivo de agradecer cada día.
ayer festejamos la fiesta de PURIM, explican nuestro sabios en el talmud que en purim no se recita el “halel” la alabanza que siempre se recitan en la fiestas porque la meguila es el halel, es donde estamos leyendo sobre el milagro de la salvación, cuando leemos la meguila podemos dar cuenta que la guerra paso en día 13 pero nosotros festejamos el día 14, porque en el judaísmo no se festejan victoria de guerras sino alegramos que podemos regresar ala rutina que podemos cumplir los preceptos con tranquilidad, y por eso agradecemos a dios sobre todo eso, es decir el motivo principal de cada fiesta es AGRADECER y apreciar lo que tenemos en la vida.
Había una maestra que les puso a los niños de la escuela una tarea, que cada uno escribiera sobre las siete maravillas del mundo. Así que algunos escribieron sobre la muralla china, el chichen Itzá, el coliseo romano, la gran pirámide y sobre aquello sobre lo que ellos habían aprendido, pero un solo niño puso algo totalmente diferente a todos los demás. Cuando la maestra lo leyó quedó sorprendida y era lo siguiente: “Las siete maravillas del mundo son: poder escuchar, ver, poder caminar, hablar, respirar oler y comer.” Él le dijo a la maestra que esas eran sus siete maravillas del mundo.
Ojalá que podamos aprender de ese mensaje y siempre agradecer y valorar lo que tenemos.
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