La Central de Abasto de la Ciudad de México es un mundo aparte. Comenzó hace 25 años y en ese tiempo ha crecido de un modo fenomenal. El sitio es inmenso, cubre 304 hectáreas y el aforo diario de vehículos es impresionante. Se calcula que diariamente 300 mil visitantes acuden a este gigantesco mercado a realizar transacciones comerciales.
Esta Central se comenzó a planear hacia el final de los 70s pues los dos grandes mercados, la Merced y Jamaica que existían en esa época, estaban saturados por los problemas de carga y descarga, las bodegas eran insuficientes y la circulación planteaba grandes dificultades. Actualmente, la Central abastece lo mismo a supermercados, pequeños mercados, misceláneas, restaurantes que hogares individuales por lo que es el eslabón más importante de la cadena de alimentación tanto de la Ciudad de México como de muchos de los establecimientos de los alrededores de la ciudad.
Hay l7 sucursales bancarias, 700 mil empleados y las instalaciones están abiertas 20 horas al día. El movimiento comienza en la madrugada cuando llegan los tráilers frecuentemente dobles, camiones de carga y automóviles que suman un total de poco más de cincuenta mil vehículos al día.
Si bien hay enormes naves donde todo lo que se vende es mayoreo, lo que significa comprar no menos de una caja de cualquier fruta o legumbre, también hay secciones donde se puede comprar por kilo como en cualquier otro mercado. Y, es que, no son únicamente los muy atractivos precios sino también la enorme variedad que hay. Es fascinante encontrar productos que no siempre están disponibles cerca de la casa pero también los hay que rara vez se encuentran. Ahí llegaron por primera vez el kiwi, el lichi y el pérsimon así como el rambután, todos procedentes de Asia.
La Central de Abasto está dividida en grandes secciones entre las que están Frutas y Legumbres, Abarrotes y Víveres, Flores y Hortalizas más Follaje, Pescados y Mariscos y Aves y Cárnicos. Estas son únicamente las secciones abiertas al público puesto que además hay bodegas, oficinas, deportivos y evidentemente, muchísimos estacionamientos. Si comienza uno por Frutas y Legumbres están en las secciones I-J y W-X.
Según va uno comprando puede uno acudir a alguno de los “diableros” que pululan por todas partes y que le ayudan a uno a cargar y llevar todos los bultos hasta donde está uno estacionado. El sitio es tan grande que hay que tener buen cuidado de no perder la ubicación pues casi sin darse cuenta se aleja uno del estacionamiento y luego no es fácil encontrar el carro de nuevo. Además, el bullicio es fantástico. Lo mismo los comerciantes que llegan con huacales, cajas o costales y los cargadores con sus “diablos” o carritos con el tradicional grito de “ahí va el golpe” dan un aire de actividad incesante que es parte del atractivo.
Los mercados han sido algo tradicional en México, comenzando por el tianguis de Tlatelolco que describió Bernal Díaz del Castillo, uno de los conquistadores que llegó con Cortés y que al final de sus días al oír lo que decían algunos escritores sobre lo que había sucedido durante la conquista decidió escribir su propia experiencia. Más adelante surgieron el Parián, el Volador, el Portal de Mercaderes, el de San Juan y muchos más.
Actualmente, también este sitio comienza a tener problemas de capacidad y hay una serie de propuestas para ampliarlo y mejorarlo. La Central de Abasto está rodeada por el Circuito Interior Río Churubusco, la Avenida Canal de Tezontle, la Avenida Javier Rojo Gómez y el Eje 6 Sur. Uno de los modos de llegar sería ir por el Periférico, salir en Barranca del Muerto hasta tomar Río Churubusco y seguir hasta el Eje 6 Sur (Trabajadoras Sociales) donde hay no únicamente señales sino inclusive entradas para estacionar un coche.
Artículos Relacionados: