La palabra balance se explica en sí misma, implica la ubicación de conceptos y situaciones.
“Todo lo que hagamos podemos hacerlo en demasía o poco, el péndulo interno oscila hacia un lado e inevitablemente lo hará hacia el otro”.
Para todas las cosas existe siempre el equilibrio, el camino entre el juego de los opuestos, el centro.
Nuestra vida, la de la Tierra y la del Universo mismo tienen que ver con su supervivencia y con su armonía; esta posición está vinculado a las elecciones que hagamos, a la responsabilidad que asumamos, leyes también que en su momento habré de compartir con ustedes.
Las diferencias valoran la eficiencia de nuestros actos, como seres humanos dependemos de lo físico, emocional, mental y espiritual, lo hacemos también de nuestras tradiciones e historia.
Los sabios en todas las culturas y tiempos han tratado de ubicarnos lejos de los extremos, como si templáramos nuestro paso por el mundo.
El balance es distinto a evitar los polos, se vincula a la habilidad que permita la exploración de ellos con la atención suficiente que controle el péndulo.
Las posiciones radicales generan estrés y a la larga precisan de movimientos diametralmente opuestos para poder ser conseguidas.
La conciencia siempre lleva a concentrarnos en el justo medio; entender que el orden de uno es distinto que el del otro, que la tolerancia es necesaria y nos hará avanzar en la dirección correcta. Cada respuesta tiene infinitas posibilidades y la más adecuada se vincula a “lo que mejor resulte”.
Intentar la indagación de los polos distantes entre sí nos lleva a experimentar el aprendizaje de las consecuencias, es el camino más difícil y también el más común.
Experimentar con casos ajenos es sólo posible si entendemos que son extrañamente aplicables en su totalidad a nosotros, requerimos encontrar nuestro propio camino, lejos de ser sencillo es seguro.
Considerar nuestra vida a la luz de la Ley del Balance nos ayuda a tener una mejor perspectiva, a realizar los ajustes apropiados y lograr el sentido profundo de nuestra existencia en base a la concordia y a la paz.
Para quienes nos sentimos necesitados emocionalmente y que claramente es perceptible el ansia por recibir la aplicación de esta ley, resulta vital.
Para conseguir más amor, comprensión, apreciación las acciones que llevamos a cabo excluyen a la contraparte imprescindible, el dar.
La enseñanza que esta ley nos aporta indica que recibimos lo que damos; que es práctica usual que al dar lo acompañemos de nuestras expectativas de recibir, dinero, tiempo, cariño, cumplidos; los eventos tienen un desarrollo y una temporalidad que parece caprichosa si pasamos por alto que el secreto de dar y recibir se trata de un mensaje profundo y categórico de nuestro ser interior.
Damos lo que necesitamos dar y es un consejo sabio entender que recibiremos aquello que aportamos y que puede ser distinto a lo que anhelamos si hay disparidad entre el desarrollo espiritual y el desarrollo personal.
La aplicación de esta dista de ser sencilla, pero todos los esfuerzos en este camino valen la pena y aportan al porvenir.
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