La minoría olvidada

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El 21 de marzo de 2010, las fuerzas de seguridad sirias abrieron fuego, con balas reales, contra una multitud de 5.000 personas en la norteña ciudad siria de al-Raqqa. La multitud se había reunido para celebrar la fiesta kurda de Nowruz. Tres personas, entre ellas una niña de 15 años de edad, fueron asesinadas. Más de 50 resultaron heridas. Tras los acontecimientos, decenas de civiles heridos fueron mantenidos incomunicados por las autoridades. Algunos permanecen encarcelados. Este incidente fue sólo un ejemplo de la represión contra la minoría nacional más numerosa que tiene lugar en Siria – es decir, la población kurda siria.

Los kurdos constituyen el 9-10% de la población de Siria – es decir, alrededor de 1,75 millones de una población total de 22 millones. Desde el surgimiento del nacionalismo árabe militante, al poder en Damasco, ellos han enfrentado una campaña, todavía en curso, para su disolución como comunidad.

Todo esto se lleva a cabo lejos del foco de la atención mundial. La actual administración de EE.UU. lleva a cabo una política general de considerado silencio sobre la cuestión de los derechos humanos en los países del Medio Oriente. El régimen sirio sigue siendo sujeto esquivo del cortejo energético por parte de la Unión Europea y de Washington.


Como resultado, es probable que los kurdos de Siria, en el futuro previsible, sigan siendo la minoría olvidada de la región.

La severa represión sufrida por los kurdos sirios tiene sus raíces en el primer período del gobierno Ba’ath en Siria. Los árabes nacionalistas Ba’ath se sintieron amenazados por la presencia de una gran mayoría nacional no árabe, y se dedicaron a tratar de eliminarla, utilizando los métodos usualmente asociados con ellos.

En 1962, un censo realizado en el área de mayor concentración de población kurda en Siria – la provincia de Al-Hasaka – dio lugar a que 120.000-150.000 kurdos sirios fueran arbitrariamente despojados de su ciudadanía.

Hoy en día, ellos y sus descendientes siguen siendo no-personas.

No pueden viajar fuera del país, ser dueños de propiedades ni trabajar en el sector público. La gente en esta categoría, asciende hoy a alrededor de 200.000 personas – aunque no existen estadísticas oficiales para ellos. Se les conoce como ajanib (extranjeros).

Un gran grupo adicional de alrededor de 100.000 kurdos, en Siria, siguen estando completamente indocumentados y no registrados.

Este grupo, conocido como maktoumeen (mudos), similarmente, viven sin derecho de ciudadanía, de viajar y de ser empleados.

La lucha burocrática del régimen sirio para hacer desaparecer a su población no árabe, ha estado acompañada de medidas prácticas sobre el terreno para alterar el equilibrio demográfico del país.

En la década de 1970, comenzó una campaña de “arabización” de zonas kurdas, por orden del presidente Hafez Assad. La intención era crear un “cinturón” de población árabe a lo largo de las fronteras norte y noreste de Siria con Turquía e Irak, donde vive la mayoría de los kurdos del país. El propósito de esto fue evitar la contigüidad territorial kurda. Los nombres de los sitios kurdos se cambiaron por nombres árabes, los kurdos se vieron privados de sus tierras y se les dio instrucciones para reinstalarse en el interior. La lengua, la música, las publicaciones y la organización política kurdas fueron prohibidas. Los padres tuvieron prohibido inscribir a sus hijos con nombres kurdos.

La enérgica política de arabización, más adelante, se apagó en gran medida en un sopor burocrático. Pero, por un tiempo, produjo el resultado deseado – una dividida, desmoralizada, reprimida y, en gran medida, silenciosa población.

Esta situación no es más la misma. En marzo de 2004, tras el reconocimiento del control autónomo kurdo del norte de Irak, algo parecido a un levantamiento comenzó entre los kurdos de Siria.

La chispa que encendió la ola de protestas, ese mes, fue cuando las fuerzas de seguridad mataron a tiros a siete kurdos, tras un choque entre kurdos y árabes en un partido de fútbol en Qamishli, una ciudad de alta población kurda, cercana a la frontera turca. Más tiroteos tuvieron lugar en los funerales de los muertos, y los disturbios se extendieron a través de Jazira, y hasta tan lejos como Aleppo y Damasco. El ejército entró en los territorios kurdos con armas pesadas y cobertura aérea, y las protestas fueron aplastadas.

A pesar de los ruidos de conciliación hechos por el Presidente Bashar Assad, tras los disturbios de 2004, nada sustancial se ha hecho para cambiar las condiciones que sufren los kurdos en Siria. Como resultado, la situación, desde 2004, ha sido de creciente tensión entre el régimen sirio y sus súbditos kurdos, con ocasionales rebrotes.

En agosto de 2005, y nuevamente en octubre de 2008 y principios de este año, se produjeron enfrentamientos entre ciudadanos kurdos y las fuerzas de seguridad en Qamishli, con algunas muertes y numerosos arrestos.

Opositores sirios hablan de la aparición de una generación joven, cada vez más nacionalista, alejada de la oposición árabe en Siria, así como del régimen. Hasta ahora, no ha emergido ningún movimiento que tenga en cuenta este sentimiento. Existen doce partidos políticos diferentes entre los kurdos de Siria, un reflejo de las características divisiones a las cuales siguen siendo propensos los movimientos regionales de la oposición en general, y las de los kurdos, en particular,

Por diversas razones, los kurdos tienen dificultades para hacer oír su voz en la escena internacional. Sus opresores son musulmanes como ellos, más bien que cristianos o judíos, por lo que la poderosa alianza de estados musulmanes en la escena internacional no está interesada. Los estados árabes son, por definición, indiferentes u hostiles a sus preocupaciones.

Y con su habitual disfortuna, ahora se enfrentan a una situación en la que las potencias emergentes en la región – Turquía e Irán – y su entusiasta socio más pequeño, Siria, todos tienen considerables poblaciones kurdas y un interés común en suprimirlas.

La desgracia de los kurdos de Siria se ve agravada por el hecho de que, contrariamente al cliché aceptado, el enemigo de su enemigo no es su amigo. Esto es así porque el enemigo del enemigo de los kurdos sirios es Occidente y Estados Unidos. Éstos están, hoy en día, guiados por una filosofía que cree en la complacencia, en lugar de confrontar a sus rivales. Como resultado, la campaña sistemática de la República Árabe Siria, de medio siglo de duración, para anular la existencia de su minoría kurda, parece que continuará a ritmo acelerado.

*El Dr. Jonathan Spyer es investigador senior en el Centro Mundial de Investigación en Asuntos Internacionales (GLORIA), Herzliya, Israel

Fuente: Gloria-center.org
Traducción para porisrael.org : José Blumenfeld

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