Con gran visión, como la han tenido los grandes hombres y mujeres durante toda la Historia, Jaim Weizmann, quien debió haber recibido el Premio Nobel de Quimica por descubrir un proceso para producir acetona a gran escala, fundó, en 1934, en la entonces Palestina, el instituto de investigaciones científicas que primero nombró: Daniel Sieff, por la familia judía de Inglaterra que lo apoyó económicamente, y al independizarse Israel, dicho instituto llevó su nombre, hasta ahora; que es reconocido como uno de las más importantes instituciones de investigación científica del Mundo.
Resulta interesante que un instituto de investigación en ciencias naturales en Palestina se llamara Daniel, como el profeta que de niño enfrentó a los leones, y que también se esculpió al pie del Ángel de la Independencia de Mexico, y pareciera que así de profética fue la Independencia de Israel, la que seguramente ya estaba en la mente de Weizmann cuando se sentaba a tomar el té con Lord Balfour en Londres, para negociar la compra de terrenos en la Tierra Prometida, mientras que a sus espaldas los mismos ingleses firmaban el Tratado de Versalles que tantos problemas causó.
Yo tuve el honor de estudiar y trabajar en el Instituto Weizmann en Rehovot, Israel, cuando terminaré la Preparatoria en el Colegio Monte Sinaí y concursé por la beca Bessie F. Lawrence, que hasta la fecha envía estudiantes mexicanos al Instituto Weizmann por un mes; era verano de 1988 cuando estuve presente el el Laboratorio del Dr. Ernest Winocour viendo con mis propios ojos cómo se replican los virus.
Conocí personalmente a mucha gente muy interesante en Israel, en el Instituto Weizmann, y después también en México, incluyendo al Doctor en Física Mauricio Fortes, al Profesor Yerahmiel Barylka, al Profesor Nelson Pilosof y al Dr. José Sarukhán, quien en esa época era el rector de la UNAM, y lo más relevante que noté, fue que todos ellos, por ser miembros del Instituto Weizmann, tenían esa chispa del idealismo que implantó Jaim Weizmann en éste planeta Tierra, el mismo con el que fundó su Instituto en 1934, en Rehovot, Israel, muy cerca del Kotel de Jerusalem, y el mismo idealismo con el que logró ser el primer presidente de Israel.
Nota cultural agregada: En 1988 leí un artículo en la Revista Ciencia y Desarrollo, del Dr. Mauricio Fortes, en el que incluyó una frase que me marcó personalmente en mi vida académica: “Para resolver un problema, se necesita conocer cabalmente la naturaleza del mismo”.
Alberto que valiosa aportación nos haces! Nos hubiera irá gustado saber más acerca de ti y tu trabajo ojalá lo hagas!
Muchas gracias Rebeca, éste es el artículo que publicó el Dr. Ernest Winocour con la Dra. Bracha Yakobson, que en esa época estaba realizando su Doctorado en el Instituto Weizmann, una excelente persona, originaria de Lituania:
https://jvi.asm.org/content/jvi/63/3/1023.full.pdf