Me invade una profunda tristeza.
Me siento desolado, sin deseos de seguir adelante,
desorientado, abrumado por la pena…
He perdido a un ser querido irreemplazable, único…
¿Qué será de mí?
Somos y nacemos individualmente y para vencer…
No, no es un falso optimismo sino simple y pura realidad.
Si el hecho de haber perdido a un ser querido fuera nuestro final también este mundo hace tiempo estaría desierto…
No me cabe duda de la existencia de un Creador.
He perdido a un ser querido insustituible;
lo que no advierto ahora dentro de mi gran dolor, es el proceso de maduración que en mi se esta llevando a cabo para mejor.
Proceso de maduración necesario para mi crecimiento espiritual que
de otra manera no se daría…
¿Soy acaso
el único ser humano que pierde a su querido ser?
Estoy ante un singular caso,
¿o es Ley de Vida que los hijos acompañen
a sus Padres a su última morada?
Nissim Mansur T
[email protected]
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