Los Mercados municipales chilenos poseen ese maravilloso colorido, semejante al que hallamos en los de México, Perú u otros países latinoamericanos habiendo sido instituciones, en las cuales desde el momento en que ingresamos, nos enuncian la idiosincrasia de la nación asimismo de su folklor. Así desde tiempos pasados estuvieron establecimientos muy concurridos, ya que representaban el punto central de apoyo, asimismo pasando a ser vínculo estrecho entre comerciante y consumidor, lo cual otorgaba una directa comercialización, proveyendo a ser ventajosos a ambas partes. A precio módico se compraban verduras, frutas recién recolectadas de las granjas colindantes o pescados, mariscos recientemente atesorados del mar pacífico o aquella carne recién faenada o poleames criados en pocas cantidades. Se utilizó este privilegio también para ser servidos en la mesa, así nacieron las cocinerías al interior del mercado. Los mercados chilenos particularmente el de Antofagasta, estuvo inaugurado el 21 de mayo de 1920 donde estuvieron ubicados los puestos por rubro así las verdulerías, carnicerías, chancherías, almacenes en el primer piso, se subía al segundo piso adonde habían sido instaladas las cocinerías, y bajando al subterráneo se concentraron las pescaderías y los mariscos.
Entre los años 80 estos mercados fueron muy frecuentados, no solo por las dueñas de casa, sino también considerados por los turistas y aún más podemos decir concurridos asiduamente por los universitarios que habían preferido hacer este su lugar habitual para almorzar en este cálido ambiente casero. Jóvenes que tenían mucho por la nutrición la cual multiplicaba aquella alegría natural propia de la juventud, olvidando esas melancolías del encontrarse lejos de casa. Como no degustar un plato de curanto con chapalele, un ceviche, o una entrada de locos con mayonesa o servirse unas humeantes humitas, sin dejar de lado por supuesto el pastel de choclos o simplemente rememorar su majestad chilena un plato de cazuela de pollo o de vacuno servida con un pedazo de papa, zapallo y un trozo de carne, también ¡choclo! ¡Oh! O los sabrosamente porotos con cochayuyo, o con riendas, este último es el plato típico de la nación patriótica chilena o el soberbio Luche con papas, Chupín de congrio, Pastel de jaibas que gusto, que predilección por los guisados de estas cocineras, manteniendo una cocina muy pulcra que transmitía a nuestro paladar aquel sentimiento de lo que es realizado con pasión es doblemente exquisito. ¿Y qué también da muchas satisfacciones … ¿Como esas expresiones de exquisito, rico, bueno, excelente …? Estos elogios, formaron parte de un gran incentivó para la cocinera, pues trabajaba para entregar un digno porvenir para sus hijos.
Se piensa que han pasado más de 30 años, desde que los mercados chilenos abrieron su espacio a estos puestecitos de dimensiones reducidas, que solo tenían un mínimo de espacio para la cocina y dos mesas y ahí la señora María y Josefina, esforzadas mujeres se decidieron y quitando su ilustre nivel de chef detrás de la puerta, pasaron a conllevar el hecho de ser madres, esposas y cocineras además de ser excelentes anfitrionas del buen servir.¡ Oh ¡Grandes nostalgias de la mano de mis meditaciones en mi vivir, no olvidando desde La Serena u orientándonos hacia el estéril desierto de Atacama cuya ciudad principal es Antofagasta adonde llegan las gustosas aceitunas del valle de Azapa. Y para qué decir del vinito…debe ser tinto o blanco miren que los vinos chilenos desde La Serena, Elqui. Aconcagua, Curicó, Molina, Talca, Maule etc. son producidos a lo largo del territorio entrando en la categoría internacional, así lo dicen y lo proclaman los programas de televisión elite adonde sommeliers ingleses versan el flamante liquido néctar de refinados intelectuales y sabios paladares etiquetados con un poco de publicita a la europea, pues son los huasos que desean nivelarse con los europeos así BBC, o la Rai en Italia pueden competir en programas de acompañamiento a la comida con un vino chileno y superar a la élite de los tradicionales vinos franceses o italianos.
Los chilenos, no obstante han superado el hecho de no hacer gala de su propia gastronomía y pensemos que poseen unas grandes variedades de deliciosos platos, todos ellos ideados con productos autóctonos de la tierra y del vasto mar pacifico que los bordea, sin dejar de mencionar la montaña andina que nos hará percibir el charqui, el cual poseé una frescura suave creada por la machacada cebolla en piedra. El Charqui es carne secada en lo alto de la montaña ayudando a soportar las punas especialmente en los baños termales de altura y viajando hacia el sur allá adonde contemplamos el tormentoso y frio mar azul que dona las preciadas langostas , pescados y mariscos sabores de esta nación chilena o aproximándonos a la estrecha planicie, adonde se sirve la ensalada de tomates con cebollas picada en plumas y agregándole el típicos ají verde levemente picante que logra ese gustito a proseguir saboreando de lo acompañado.
Todo esto, lo descubrimos en estos encantadores y coloridos mercados que nos transmiten lo autóctono, al ir observando sus productos y su gente, no obstante ambos formarán parte de la homogeneidad de la nación.
Esta costumbre viene reportada desde los países hispanoamericanos a la tradicional Europa donde esta práctica ha sido muy bien acogida. En particular en Italia adonde han sido ubicadas zonas de comida dentro de algunos mercados y estaciones ferroviarias (Termini), en los cuales se cocina de frente a la mirada del comensal con productos expuestos a gusto y elección del cliente entre verduras, frutas y para que decir de los mariscos o frutti di mare, o carne, así encontramos que en el mundo la comida nos introducirá a la identidad y el corazón de la nación visitada.
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