Mientras China y otros utilizan la historia para construir, Occidente la utiliza para suicidarse

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El gobernante Partido Comunista chino (PCCh) celebró la semana pasada el 70avo aniversario de su entrada en la Guerra de Corea en defensa de los comunistas norcoreanos. La ocasión dio lugar al estreno de varias películas, incluyendo una película de acción protagonizada por Wu Jing (la estrella del film nacionalista «Wolf Warrior 2 – Lobo Guerrero») y de un film de guerra en dibujos animados «Salute to the Heroes – Saludo a los Heroes» estrenada el 23 de octubre y destinada a mostrarle a los chicos «la tenacidad y valentía del Ejército Voluntario de China».[1] La estrella del film de acción Jing tiene programado protagonizar otra epopeya de la Guerra de Corea para ser estrenada en el 2021, sobre el tema de la batalla por el embalse de Chosin, una batalla legendaria en los anales de la Infantería de la Marina estadounidense.[2]

Como era de esperarse, la atención de los medios de entretenimiento fue igualada por pronunciamientos oficiales sobre el conflicto que el PCCh denomina «Guerra para resistir la agresión estadounidense y ayudar a Corea». El Presidente de China Xi Jinping, pronunció un discurso el 23 de octubre promocionando la victoria que «resistió la agresión y expansión imperialista, salvaguardó la seguridad de la Nueva China, salvaguardó la vida pacífica del pueblo chino y estabilizó la situación en la península de Corea».[3]


China es quizás la más conocedora de los medios de comunicación y la que mejor es financiada por varias potencias nacionalistas revisionistas, pero uno puede hallar campañas de movilización política y mediática similares en lugares tales como en la Turquía de Erdogan y en menor medida en la Rusia de Putin.[4] El objetivo entre todos estos regímenes autoritarios es el mismo, exaltar las virtudes patrióticas, especialmente entre los jóvenes y directa o de manera indirecta, generar apoyo para el estado nación.[5]

Si China y Rusia resaltan los temas nacionalistas, Turquía exalta tanto el nacionalismo como la religión, acogiendo explícitamente ambas la historia turca como el Islam. La conversión de iglesias bizantinas que convirtieron museos en mezquitas bajo el mandato de Atatürk es tanto un mensaje nacionalista como religioso, un mensaje interno para los turcos y para Occidente, un mensaje de conquista y dominio.[6] Bajo tremendas presiones económicas y activas en varios frentes internacionales, no es de extrañar que Turquía se haya puesto el manto de la campaña del Profeta en una agresiva campaña de boicot contra la Francia de Emmanuel Macron por las caricaturas de Mahoma. La campaña ha sido dirigida por Erdogan y sus aliados en Doha y entre la Hermandad Musulmana, pero la retórica anti-francesa ha sido ampliamente popular entre los musulmanes conservadores de muchas tendencias, desde figuras religiosas del régimen tales como Ahmed Al-Tayyeb de Egipto hasta los yihadistas del EIIS y Al Qaeda a nivel global.

Al igual que la apelación realizada por China al nacionalismo y el que Erdogan haya abrazado a los otomanos, el defender al Profeta del Islam es una causa con poder que toca los corazones del hombre y los estimula a realizar acciones justas y violentas. Estas son posturas en defensa a grandes temas: «la patria» o «el Profeta». Un jeque palestino de Al-Aqsa apeló recientemente a la historia otomana, pidiendo por ejércitos califales en defensa del Profeta contra Francia.[7] La Francia de Macron contrarresta esta visión cosmopolita, no con un cristianismo al que muchos occidentales no creen, sino con el delgado junco de la laicista francesa y los valores de la República. En la Francia de hoy, la descendencia de Robespierre y de Mahoma, ambos con un legado de decapitar cristianos, luchan por obtener ventajas.[8]

Si los chinos, turcos y musulmanes se están alzando con el fin de pulir y defender todos esos símbolos que estos realmente aprecian, la situación en Occidente es bastante diferente. El gran filósofo político estadounidense James Burnham dijo una vez que «el liberalismo es la ideología del suicidio occidental». Mientras los símbolos sagrados y las banderas nacionales ondean al este, en los Estados Unidos y partes de Europa occidental estas son removidas, las destrozan y queman. Mientras Erdogan celebra las antiguas victorias sobre los bizantinos y sobre la Liga Santa Católica y Xi Jinping honra la «victoria» de China en la Guerra de Corea, los estadounidenses y los británicos demuelen su herencia física con aparente fervor religioso. Colon, Churchill, Washington, Lincoln, héroes de guerra, santos católicos e iglesias parece que queda poco por venerar o apreciar del Antiguo Orden.

Y no son solo las estatuas. Iniciativas ideológicas ambiciosas tales como el Proyecto 1619 buscan incorporar una visión destructiva y nihilista de la historia estadounidense que alguna vez fue competencia única de los académicos de la élite.[9] La consigna de «Make America Great Again/Hagan grande a Estados Unidos de nuevo» de Trump es ahora desafiado en las calles por «America Was Never Great/Estados Unidos nunca fue grande».[10] El auto-odio occidental nunca ha estado tan de moda.

Algunos pudieran decir que las historias que cuentan China, Turquía y el Islam conservador sobre sí mismos y el mundo son totalmente irrelevantes a la forma en que funciona el mundo. Ciertamente, Occidente no debería ver el canto de sirena de los autoritarios como modelo a emular o responder de alguna manera. Tampoco está del todo claro el éxito que tendrán al final estos poderes e ideologías autoritarias revisionistas.

Existe una tendencia muy poderosa en Occidente, especialmente de las élites, el vernos a todos nosotros como si estuviésemos más allá de la historia y más allá de la religión, particularmente el cristianismo. En los Estados Unidos, la ideología emergente parece residir en la política racial, la autonomía sexual y el consumismo. Melanin, Eros y Mammon son los ídolos de la actual era en los Estados Unidos. Será interesante ver cómo esta visión modernista se desarrolla a medida que va consolidando su dominio. ¿Tiene este algún tipo de respuesta convincente o contra-narrativa al discurso nacionalista o religioso de otros, en especial entre la población no-occidental? ¿Puede este sostener el proyecto político nacional de los Estados Unidos de América a futuro, proveyendo el significado y la historia grandiosa que los hombres anhelan o es simplemente la penúltima etapa hacia el «suicidio de Occidente»? Esto, definitivamente queda por verse.

Algunos críticos pudieran decir que, ante las fervientes convicciones de los nacionalistas y chovinistas religiosos en otros países (y dentro), la sociedad moderna occidental ofrece convicciones a una estupidez – un vacío, porque realmente no existe nada allí. El opulento Occidente parece haber elegido la búsqueda vacía de la felicidad mundana sobre la trascendencia y espera que esto al final sea lo que realmente triunfe.

Justo a días antes de una elección presidencial estadounidense, el tema de una narrativa nacional cobra alta importancia. El titular, para su crédito, se opone a iniciativas tóxicas tales como la teoría de la raza crítica. Pero incluso sus partidarios no le verían como algo unificador y la narrativa nacional de su administración no parece ir mucho más allá de las incipientes visiones de grandeza estadounidense. Estados Unidos es grandioso, pero esto debe ser defendido y explicado convincentemente.

El retador compite como unificador. Pero su campaña parece contar con el fuerte apoyo y el personal que ve a los Estados Unidos – al Proyecto Estadounidense – con serios defectos, algo por lo cual avergonzarse en lugar de celebrar.

Cualquiera que gane se enfrentará inevitablemente al desafío urgente de las nacientes potencias autoritarias revisionistas. Nosotros estamos en contra de ellos pero ¿para qué estamos entonces nosotros? Más allá de las preocupaciones materiales, ¿cuál es la historia estadounidense u occidental que nos contamos a nosotros mismos y a los demás y nos conmovemos o nos inspiramos nosotros, o cualquier otro por ello?

*Alberto M. Fernández es Vicepresidente de MEMRI.


[1] Globaltimes.cn/content/1203851.shtml, 18 de octubre, 2020.

[2] Usa.chinadaily.com.cn/a/202010/27/WS5f97793fa31024ad0ba812fa.html, 27 de octubre, 2020.

[3] Cn.chinadaily.com.cn/a/202010/23/WS5f92dfbda3101e7ce972b0eb.html, consultado el 30 de octubre, 2020.

[4] Reuters.com/article/us-russia-politics-film/patriotic-war-film-draws-8-million-russians-as-ties-with-west-fray-idUSKCN1PO1VD, 30 de enero, 2019.

[5] Véase el Resumen diario de MEMRI No. 235 – Lobos chinos y turcos al acecho respecto a campañas de propaganda, 14 de octubre, 2020.

[6] Twitter.com/AJArabic/status/1321798948655263744, 29 de octubre, 2020.

[7] Véase el segmento de video del portal MEMRI TV No. 8397 – Discurso del Jeque Ali Abu Ahmad en la Mezquita Al-Aqsa: Boicotear los productos franceses no es la respuesta a Macron; nosotros deberíamos establecer un califato y aplastar París con nuestros ejércitos, 25 de octubre, 2020.

[8] Catholicarena.com/latest/niceattacks, 29 de octubre, 2020.

[9] Theatlantic.com/ideas/archive/2019/12/historians-clash-1619-project/604093, 23 de diciembre, 2019.

[10] Newsweek.com/dc-protesters-chant-america-was-never-great-they-burn-us-flag-following-trumps-july-4th-1515488, 5 de julio, 2020.

Acerca de MEMRI

El Instituto de Investigación de Medios de Información en Medio Oriente (MEMRI) explora el Medio Oriente a través de los medios informativos de la región.

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