¿Por qué comemos Maror en Pésaj?

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Relato extraído de la *HAGADÁ DE PÉSAJ DEL BEN ISH JAY*
מרור זה שאנו אוכלים, על
שום מה. על שום שמררו המצרים את חיי אבותינו במצרים
La verdura amarga que comemos (en el _seder_), ¿cuál es su motivo?
(Hagadá de Pésaj)
Así es la naturaleza humana, que no comprendemos el sufrimiento ajeno hasta que no lo vivimos en carne propia.
Para comprender, se cuenta un relato.
Resulta que había un rey que tenía un hijo único. El rey quería que este hijo sea un gran merecedor del futuro cargo que algún día deberá ejercer, y para eso contrató a un gran sabio ofreciéndole una paga millonaria a cambio que encamine a su hijo a la disciplina del ejercicio monárquico y todo lo referente a la política y manejo del reino.
El muchacho estudiaba muy bien e iba avanzando visiblemente. Era notoria su inteligencia, entendimiento, dedicación e interés en los asuntos pertinentes a la diplomacia de los reyes. Era notorio que el muchacho tenía dotes de genio intelectual, piadoso, buena persona y colmada de grandes valores honoríficos.
Cierro día, el rey muy entusiasmado manda a llamar al gran sabio y le pregunta sobre los avances de su heredero único.
El gran sabio, en su característico tono de humildad le contesta al rey que “hasta ahora todo va excelente y que solamente requiere una sola clase más de una hora para quedar a la perfección, pero que esa clase ya no podrá ser en los salones del palacio real, sino en casa del maestro”. El rey aceptó de inmediato y le ordenó a su hijo seguir los pasos del sabio maestro.
El muchacho acompañó a su maestro hasta su casa. Cuando el maestro abre la puerta y entra, el hijo del rey, con mucha educación espera el permiso del anfitrión para ingresar. Apenas ingresa, el maestro cierra la puerta y comienza a golpear al príncipe con un azote duro y pesado sobre su espalda. Le alcanza a dar tantos golpes que su cuerpo ya estaba ensangrentado. Así, 50 golpes de castigo insoportables. Luego, le hace pasar a otro recinto y la misma cantidad de golpes le azota sobre ya sus debilitadas piernas hasta bañarlas en sangre.
Cuando el rey se entera de eso dicta un decreto urgente para que el maestro sea colgado y ahorcado hasta la muerte. Pero antes de ahorcarlo lo manda a llamar para recordarle que tampoco va a cobrar el dinero que le prometió.
– ¿Cómo te has atrevido a golpear así al futuro rey? ¿Acaso no sabes que ya no voy a darte ni una moneda de lo que hemos acordado? – preguntó iracundo el monarca.
– Su Majestad, he venido hasta aquí por el llamado que usted me hizo, no para cobrar dinero. Y entiendo que este castigo a la horca es mi paga. Usted no me debe ya nada.
– ¿Pero cuál fue el motivo que te impulsó a cometer tal aberración con tu alumno, con el príncipe, con el futuro rey?
– Yo le voy a contestar su pregunta, pero antes déjeme preguntarle algo. Usted me pidió que yo sea el encargado en la educación disciplinaria de su hijo ¿Cuál era la finalidad?
– ¿Cómo que “cuál era la finalidad”, maestro insolente? Por supuesto que la finalidad era que mi hijo sea un gran hombre a fin de ejercer las responsables labores del cargo monárquico.
– Eso entendí yo, Su Majestad, y es por eso que le he golpeado. Permítame explicarle: cuando su hijo sea el gran rey en vuestro lugar, vendrá gente de todas partes a contarles sus problemas para que el rey les ayude a resolverlos, vendrán a ser juzgados por su hijo, y el rey deberá castigar a los culpables. Seguramente dirá que le deban dar 300 azotes por la insolencia, la falta o lo que el rey así decida justo, que sin dudas así será correcto. Pero él nunca sabrá lo que se sientes con 10, 20, 30, 40 o 50 azotes hasta quedar totalmente desangrado. Después de los 10 azotes, el dolor es peor que insoportable. Ya en los 50 azotes, el cuerpo queda inservible por bastante tiempo. Pasando los 50 azotes, seguramente se le rompen algunos huesos y otros miembros irrecuperables del cuerpo. Cuando vuestro hijo sea el gran monarca, deberá saber lo que se siente para saber cómo castigar y así ser realmente un buen rey.
El rey, al oír al maestro, decidió eliminar la sentencia y pagarle lo que le había prometido, y aun más.
La verdura amarga que comemos (en el _seder_), ¿cuál es su motivo?
(Traducido por Rob Dagán, para _hatzlajá rabbáh_ de Gabriel ben Flora Shoshana)

Acerca de Rob Dagán

Mi nombre es Gabriel Zaed y escribo bajo el seudónimo de Rob Dagán. Mi pasión por la escritura es una consecuencia del ensordecedor barullo existente en mis pensamientos. Ellos se amainan un poco cuando son expresados en tinta, en un escrito. Más importante es expresarse que ser escuchado o leído, ya que la libertad no radica en hablar, sino en ser libre para pensar, analizar.

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