“Kadosh”, la palabra hebrea para “santo”, “sagrado,” es uno de los conceptos centrales del pensamiento bíblico. A pesar de ello la Torá no define en ninguna parte lo que entiende exactamente por “santidad”.
“Consagrar,” “santificar,” significa en el judaísmo transformar el momento natural en lo que el rabino Jacob Neusner define como “algo más que eso.”
La razón por la cual esto sigue siendo aún una explicación vaga de lo que se entiende por “kadosh” se debe a la tendencia de confundir “santo” como adjetivo y “santo” como sustantivo.
En el TaNaKh, por ejemplo, hay dos interpretaciones de este concepto.
Una ve la santidad como algo tangible, presente en el objeto santificado.
La otra, ve la santidad como el más alto de los valores que se pueda atribuir a objetos y comportamientos.
La primera característica se encuentra comúnmente entre los sacerdotes, mientras que la segunda, menos ritualista y más ética, se encuentra sobre todo entre los profetas.
En palabras del académico israelí, Eliezer Schweid- escritor y profesor de Filosofía Judía de la Universidad Hebrea de Jerusalén- “cualquier cosa que individuamos con el fin de expresar nuestra creencia en un solo Dios y nuestra obediencia a su voluntad es santificado. Es santificado a través del pensamiento, el sentimiento y la acción. Pero en sí, como objeto, carece de santidad alguna.”
Para aclarar ” lo santo” aún más, ” el teólogo y filósofo judío, el rabino ortodoxo Eliezer Berokovits, explicó que “lo santo” es lo que ha sido santificados, ya sea ritual o espiritualmente. Por ejemplo, un “lugar santo”; un “pueblo santo”; un “campo santo”; un “hombre santo”
Considerando estas tendencias, el rabino Mordejai Kaplan, quien dio forma a la idea de que se debe “reconstruir” el judaísmo, formuló un concepto de lo sagrado que encuentra eco en el pensamiento del siglo 21:
Lo “sagrado” es vivir más allá de la supervivencia física- es la esfera en la cual los seres humanos ponen en juego su destino, a menudo sus vidas, la esfera en la que sus más profundas motivaciones, aquellas que hacen que la vida valga la pena vivir, tienen sus raíces.
El genio del judaísmo ha consistido, según el profesor de leyes de la Universidad de Cornell, el fallecido Milton Konvitz, en “elevar lo secular a lo sagrado, lo material a lo espiritual.”
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