Una de las muchas razones por las cuales la Torá es una gran colección de libros de instrucción, es porque toca todos los aspectos de la vida humana. Aunque su importancia para la religión institucionalizada y para la comprensión teológica es generalmente destacado, la Torá plantea cuestiones igualmente importantes con respecto a la organización social humana. En muchos casos se ocupa de cuestiones puramente políticas.
El tercer libro de la Torá, el libro de Números, capítulos 16 y 17, plantean, de hecho, las preguntas que preocupan a la democracia hasta el día de hoy: ¿quién determina la ley que rige una sociedad, y cual es el tiempo adecuado para que un líder permanezca en el poder? En otras palabras, este es el tema del papel que juegan las mayorías y las minorías en el gobierno, y los límites de los términos a los que deben someterse aquellos que representan a la comunidad.
Números, capítulo 16 nos dice, Koraj, Datán y Abiram y doscientos cincuenta hombres elegidos de renombre de la asamblea,
se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron:
«¡Ya estamos hartos de ustedes! Si todos en la congregación son gente consagrada al Señor, y si el Señor está en medio de ellos, ¿por qué se creen ustedes superiores a la congregación del Señor?»
Su argumento es que siendo “toda la comunidad santa,” ¿qué derecho especial posee la tribu de Levi que le otorga un estatus más sagrado? En otras palabras: siendo que todos son iguales, ¿qué da derecho a un grupo a imponer sus puntos de vista sobre los demás?
La importancia de esta historia para el judaísmo es subrayada por el profesor Shai Cherry de la Universidad de California, San Diego, quien señala que “la historia de los comentarios de Koraj son un largo salón de espejos de los cismas que puntúan la historia judía.”
Como ejemplo de ello, se pueden escuchar ecos de la rebelión de Koraj en los vehementes argumentos contra el presunto activismo de la Corte Suprema de Israel planteadas por judíos ultra-ortodoxos (jaredim) y otros grupos dentro de la sociedad israelí en nuestros propios días.
En un artículo reciente, el periodista israelí, Ben-Dror Yemini resume este punto de vista, cuando dice:
“Vivimos en una democracia moderna, y nadie ha designado a los jueces, sabios de la generación.”
Expresar puntos de vista opuestos nunca ha sido un crimen en Israel, ¿por qué, entonces, pregunta el profesor Cherry, la demanda de Koraj y de su grupo “provoca una respuesta tan letal?”
Los rabinos de la Mishná diferencian entre voces que se alzan en interés del bien común y las que lo hacen a fin de satisfacer intereses personales. En sus palabras:
“Toda controversia que es por el bien de los cielos perdurará; pero aquella que no es por el bien de los cielos no perdurará ¿Cuál es una controversia por el bien de los cielos? La controversia de Hilel y Shamai Y no por el bien de los cielos? La controversia de Koraj y su compañía. ”
El emérito profesor de Princeton, Michael Walzer, agrega otra explicación de por qué el castigo de Koraj:
Todo el mundo que había compartido la experiencia de Sinaí era santo, nos dice, pero la santidad es un negocio duro. A continuación, cita a Oliver Cromwell, una figura clave en uno de los periodos más turbulentos de la historia británica. En la apertura de la primera sesión del Parlamento, teniendo el libro de Números en mente, dijo: “¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta, que el Señor pusiera su Espíritu sobre ellos! “Pero aún no están listos, y el “camino más probable que los lleve a sus libertades” es que “los hombres temerosos de Dios los gobiernen ahora gobernarlos en el temor de Dios. “Y aunque Moisés no contesta en el texto, dice el profesor Walzer, probablemente habría dicho lo mismo “.
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