No es la famosa pregunta “de los 64,000”. Sin embargo, sí se trata de una interrogante sumamente trascendental a la hora de hacer esas simples pero al mismo tiempo ecuaciones que surgen en torno a las relaciones de pareja porque, en muchas (muchísimas) ocasiones resulta que “uno más uno” no es igual a dos o cuando se da el caso de que sí son dos ninguno de esos dos componentes somos nosotros. ¿Capicci?
Por eso, es importante, por no decir vital, que hombres y mujeres seamos lo suficientemente inteligentes y sensibles (al mismo tiempo, ¿eh?), cuando nos fijamos en alguien con quien quisiéramos tener una relación sentimental estable, en descifrar esas señales de retorno que estamos provocando con nuestro interés por alguien en particular.
¿Cómo acercarte a alguien con quien quisieras “algo más” que una simple amistad? El primer paso, aunque suene un poco contradictorio, es buscar su amistad. Y a partir de ahí hay que empezar a construir en base a atenciones, detalles e intereses. Pero, ojo, mucho ojo, no hay que irse totalmente de cabeza y empezar a tejer épicas historias románticas que sólo existen en nuestra mente sólo porque él o la interfect@ nos dice “buenos días”, “buenas tardes” o “buenas noches”. Insisto, hay que ser muy inteligentes y sensibles para no acabar estrellando las narices en el suelo.
Si llegas a un punto en el que ya conseguiste la amistad de esa persona que deseas conquistar, ¡bravo! eso está muy bien. Pero tienes que ser muy cuidados@ en no convertirte en el súper amigo que prácticamente le resuelve todo al objeto de tu deseo, porque entonces corres el riesgo de que te conviertas en su amig@ #1. No escondas tus intenciones, sé clar@ y dile que estas a gusto siendo su amig@ en este momento pero que tú aspiras a algo más. ¿Voy bien o me regreso?
También hay que tener mucho cuidado con el sexo, porque actualmente es muy común que un amigo y una amiga sin pareja sabe Dios por qué pactos acuerdan tener “sexo sin consecuencias” hasta que uno de los dos (o los dos) consigue novi@ o espos@. Éste es un error catastrófico de consecuencias terribles para uno o para ambos, porque si no son capaces de saber manejar sus emociones cuando uno de los dos consiga pareja el que no la tenga va a sufrir terriblemente. Aunque en estos casos casi siempre son más las mujeres las que se lamentan de haberse prestado a esos juegos sexuales supuestamente “inofensivos”.
Igualmente hay que saber leer las señales que nos envía el de enfrente para que no caigamos en malos entendidos que al final cuestan muy caros. Tómate tu tiempo para estudiar sus movimientos, la manera como te mira, su lenguaje corporal (si está ligeramente inclinad@ hacia ti cuando charlan), si hay algún contacto físico (caricias, abrazos, besos) cuando están juntos, la mirada, las risas y las sonrisas… el etcétera en este apartado es extenso, ¡créanme!
Finalmente, lo más importante, después de cierto tiempo de convivencia (algunas semanas, un par de meses) es válido preguntar directamente, sin rodeos, “bueno… tú y yo ¿qué somos?”. No tengan miedo a hacerlo, porque esa puede ser la diferencia entre una naciente y linda relación de pareja o meses de terapia con el psicoanalista por andar imaginando cosas que no son.
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