Up: Crecer, subir, ascender

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Los seres humanos estamos obsesionados con ir hacia arriba –crecer, subir, ascender- UP en inglés –to grow up, to stand up, to live up, up, up, up-. Nos preocupamos por nuestra estatura, buscamos ser aceptados en la primera universidad del ranking, queremos subir rápidamente de puesto y nos esforzamos por vivir con el mayor estatus social (estatura) posible. Los países compiten por ir a la luna, las ciudades por tener el edificio más alto del mundo, las universidades por tener la torre más elevada –v.gr. Stanford vs Berkeley- y los equipos deportivos por estar arriba en la calificación, aún cuando lo que importa sea ganar la liguilla. Medimos el desempeño por la capacidad de ir hacia arriba. ¿Por qué rayos nos interesa tanto subir? Y ¿quién decide o manda sobre nosotros?

La sociobiología puede tener la respuesta: el gen egoísta del cerebro reptiliano. En primer lugar considere que el cerebro humano está dividido en tres partes: 1) la corteza (los hemisferios cerebrales) maneja el aprendizaje, el pensamiento abstracto y la imaginación, es la parte racional; 2) el sistema límbico (el hipocampo, la amígdala y el hipotálamo) maneja las emociones; y 3) la parte más profunda y probablemente la que define en mayor medida nuestra conducta: el cerebro reptil (el tallo del cerebro y el cerebelo).


En éste último se encuentran las instrucciones para sobrevivir como individuos –v. gr. alimentarnos y defendernos- y como especie –v. gr. proteger el clan y reproducirnos-. En un momento de descontrol entre los tres cerebros siempre ganará el gen egoísta del cerebro reptil.

Queremos subir porque inconscientemente intuimos que estar arriba nos dará más oportunidades de supervivencia y reproducción. Como Robert H. Frank ha dicho “venimos al mundo equipados con un sistema nervioso que se preocupa por el estatus. Nuestros instintos reptilianos se preguntan constantemente: ‘¿Dónde estoy?’, ‘¿Cuán apreciado soy?’, ‘¿Cuánto valgo en comparación con los demás?’ “

El instinto reptiliano conlleva implícito un código de superioridad: busca elevarse por encima del resto. Mas es difícil no ser superior sin ser competitivo, ambicioso y envidioso de vez en cuando. Competimos en dos frentes: uno es contra nosotros mismos. Nuestro límite es el antes y el después. La conquista de tratar de ser mejor de lo que fuimos. La lucha por convencernos que nuestra vida tiene un propósito y de que dejamos una huella.

Por ello, siempre persiste una pregunta lacerante: ¿estoy aprovechando al máximo mi vida? Su respuesta nos exige definir una referencia y un nuevo campo de competencia: ¿en comparación con quién? Esto nos obliga a voltear hacia nuestros “queridos pares” para ver lo que han hecho en nuestro lugar, a dónde viajan, qué poseen, qué piensan, dónde viven, qué hacen, qué han logrado y cuál es su lugar en la escala social.

Imagine que un día llega a su trabajo y encuentra un sobre en su escritorio con una nota de felicitación firmada por el presidente de la compañía y con un bono por 5000 dólares, seguramente se sentirá muy feliz. Sin embargo, si al salir de su oficina con su bono de 5,000 dólares, como un gran trofeo, y se lo muestra a su compañero y él a su vez le dice que el también recibió una carta de felicitaciones y un bono, pero no de 5,000 dólares sino de 10,000, su felicidad seguramente se convertirá en una mezcla de preocupación y tristeza. Se preguntará ¿Por qué él tiene un bono superior al mío? ¿En qué fallé?

HL Mencken, periodista quien se hiciera célebre por sus observaciones incisivas y su cinismo inteligente, definió la felicidad en los Estados Unidos como “ganar 10 dólares al mes más que el cuñado”. En su libro “Luxury forever” Robert H. Frank ha demostrado que la gente está dispuesta a ganar menos dinero en términos absolutos mientras gane más que sus pares en términos relativos. Es decir, prefieren ganar, 90.000 dólares al año mientras el resto de las personas no ganen más de $ 75.000 en lugar de ganar 150.000 dólares mientras los demás ganen $ 200.000.

En su libro “Gross National Happiness” Arthur Brooks sugiere que los ganadores de la lotería en un mediano plazo no son más felices que antes de recibir su premio. Porque al convivir con un nuevo “set social” y con personas que tienen un patrimonio similar o mayor dejan de sentir esa sensación de superioridad que percibieron cuando ganaron la lotería y adquirieron un estatus superior al de sus viejos conocidos. El dinero, los premios o los títulos por sí solos, no traen la felicidad.

En suma, tenemos un instinto de ascender, de sobrevivir, de crecer. Queremos “grow up” (crecer), mas no “grow older” (envejecer). Esto es trascendente para comprender qué es lo que nos mueve –a pesar de nosotros mismos-. En palabras de Schopenhauer: “uno puede hacer lo que quiere; pero no querer lo que quiere”. Por ello, no creas todo lo que piensas, cuando crees que tú eliges libremente, un gen egoísta, siempre te acompaña.

Acerca de Andrés Roemer

Bienvenidos a este espacio donde pretendo compartir con ustedes: Interrogantes, críticas, dudas, inquisiciones, propuestas, miedos, esperanzas, ideas. En suma: Letras. Letras grandes y pequeñas. Pensadas y espontáneas. Letras desdibujadas, otras reiteradas, ciertas ya publicadas con antelación y probablemente una que otra inédita. Al final de cuentas, letras para ser desdobladas por aquel lector amable y generoso que sea provocado por las mismas.Agradezco a Silvia Cherem e Isaac Ajzen por invitarme a ser parte de Foro Judío.Acerca de Andrés RoemerEl doctor Andrés Roemer es autor de más de 18 libros de diversos temas, como: felicidad, arte, sexualidad, amor, agua, futbol, derecho, economía, crimen y psicología evolutiva, entre otros. Ha sido merecedor de varios premios incluyendo el Don K. Price Award por distinción académica en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard y las becas Fulbright, Harvard, Ford, ITAM, SEP y Conacyt; recientemente la Fundación de Microsoft, ha establecido el "Premio Andrés Roemer para el Desarrollo de Derecho y Economía por Distinción en el Servicio a la Comunidad Académica". Ha creado más de 1,000 programas de televisión; actualmente, es el fundador y presidente del Think Tank "Poder Cívico A.C."; asimismo, es el curador del festival internacional La Ciudad de las Ideas.

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