Viaje a la tierra prometida

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Mi hermana menor y yo teníamos muchos deseos de ir a Israel a visitar a nuestra
hermana mayor, ella vive allí hace muchos años, sería nuestro primer viaje a
Israel, qué maravilla y qué privilegio ¡cuántos judíos durante varios siglos
desearon ir a la tierra prometida! e ir nosotros allí, nos parecía milagroso,
era el año de 1973.
Creo que para los que vivimos en la diáspora, Israel es como una casa de recreo
que se tiene en otra parte y de cuando en cuando nos gusta pasar una temporada
allí, es también como un seguro de vida. Allí, la gente en general trabaja mucho
y es admirable.
Volviendo al viaje que planeábamos hacer, iríamos mi hermana, su esposo y yo.
Elaboramos el itinerario: iríamos primero a Londres, de allí a París (bien vale
no podemos decir nosotros una misa, pero sí una Perashá), de París a Milano
(allí nací) y el viaje quedó así: Milano, Venecia, Florencia y Roma. De Roma
volaríamos a Israel, y qué belleza, llegaríamos en Sucoth muy bello pasar una
fiesta allí. En Israel estaríamos más tiempo para estar con nuestra hermana y su
familia. Se hicieron desde México todas las reservaciones y felices nos fuimos:
fué un viaje muy deseado, estábamos jóvenes y llenos de entusiasmo.
Inglaterra nos recibió muy bien estuvimos en todos los lugares que valen la pena
en ese país, los mejores lugares para comer allí son los “Pubs”, pero no nos
preocupaba tanto la comida, solo queríamos pasear. Londres es una bella ciudad y
no necesito decirles nada de sus museos, que son extraordinarios.
Como estaba planeado nos fuimos a París, ¡París, siempre bello e interesante! No
me detendré aquí, muchos de los amables lectores saben de sobra como es París..
pero nosotros debemos trasladarnos a Israel.
Italia, mi país natal, es todo un paseo, aquí sí me detengo un poco ya que es
necesario hacerlo: estuvimos en Milano, la bella Venecia y Florencia, en Italia
sí que se come bien, en fin, estábamos felices. Yom Kipur nos alcanzó allí,
resolvimos comer algo ligero temprano por la noche, para empezar el ayuno e ir a
la Sinagoga de Florencia que es hermosísima. El servicio religioso estuvo muy
bello, nos encantó. A la salida caminamos al lado de varias personas, muchas de
ellas hablaban Ladino, esto me sorprendió yo soy sefaradí y me gusta el Ladino
–primera lengua de mis padres- lo entiendo muy bien, me llamó la atención,
seguramente a Italia llegaron varios sefaradís, procedentes de España y
conservaron el Ladino. Pasamos el Yom Kipur visitando todo lo que hay que ver en
Florencia que es mucho y pasamos el día ayunando y soñando con la noche, tuvimos
un día de hambre. En Italia los restaurantes abren a las 8 p.m. cuando oscureció
fuimos al hotel y tomamos jugos y café mientras. Mas tarde cenamos en un buen
restaurante, nos fuimos a dormir felices de haber cumplido con el ayuno.
La mañana siguiente salimos a desayunar para poder iniciar el paseo del día. De
pronto uno de los meseros se acercó a tomar la orden y nos dijo, “los árabes y
los hebreos están guerreando”, “no, seguro es una escaramuza, señor” “no, es
guerra”. Bueno, estos italianos tan exagerados. Nos vieron cara de judíos y nos
están queriendo asustar. Sin embargo mi cuñado decidió salir por un diario y
ALLÍ ESTABA, LA LLAMADA GUERRA DEL YOM KIPUR HABÍA ESTALLADO!
Teníamos nuestro viaje pendiente, ¿qué hacer? Empezamos a analizar la situación:
bueno tendríamos que ver si Alitalia volaría a Israel y si no a ver qué
haríamos. No podíamos hacer nada y debíamos viajar a Roma al día siguiente,
estuvimos turisteando en nuestro último día en la idílica tierra del Dante.
Partimos a Roma por la mañana, nos instalamos en el hotel, lo primero era ir a
Alitalia para ver si estaban volando, nos dijeron que cuando se les acabaran las
municiones a los árabes y a los judíos, volarían, no nos pareció muy gracioso el
comentario. Nos dirigimos a la “agencia judía” en Roma, allí nos hicieron una
serie de preguntas: que si queríamos pasear en Israel, que en donde estaríamos,
nos vieron inofensivos y nos mandaron a El Al, ya que había posibilidad de
viajar a Israel, en El Al nos preguntaron cuándo queríamos volar, porque nos
avisarían y tendríamos que estar preparados. Bueno ya era un avance, así que nos
fuimos a pasear un poco por Roma, bella ciudad de locos. Sobre todo los que van
al volante. Como artista yo estuve muy emocionada especialmente al entrar en la
Capilla Sixtina y ver la obra de ese Gigante que fue Miguel Angel, no necesito
describir todo lo que vi en Roma, repito, muchos de ustedes ya habrán estado
allí, lo que nos interesaba en realidad era nuestro viaje a Israel, queríamos
ver a nuestra hermana. Dos o tres días más tarde nos avisaron que había un vuelo
y que nos fuéramos de inmediato al aeropuerto. Llevábamos las maletas llena de
paquetes: mole, salsa verde, chiles, frijoles refritos desde México, en Milano
nos dedicamos a comprar dulces y chocolates de Perugina y Motta, a mi hermana le
encantan. Las personas que nos revisaron estaban asombradas y medio disgustadas,
nos dijeron que si pensábamos que en Israel no había comida. Les explicamos que
en Israel no había estas cosas mexicanas y los dulces eran un regalo para mi
hermana. Llevábamos además: yo, una bolsa con varios perfumes de París y mi
cuñado un paquete con cosas de Murano, nos dijeron que los mandáramos con el
equipaje que nada les pasaría a estos objetos, pero nos negamos rotundamente. Mi
cuñado fumaba en pipa y la traía siempre en el cinturón, se llevó un gran susto
pues los oficiales de El Al le dijeron que los siguiera al baño, regresó pálido
y demudado, nos contó que le dijeron que mostrara lo que tenía en el cinturón y
que lo estaban apuntando con 3 pistolas, los hombres miraron la pipa, vieron que
no era un arma peligrosa y lo dejaron regresar. Los israelíes sí que son
expertos en seguridad.
Una vez descargado el equipaje, nos fuimos al restaurant del aeropuerto a cenar,
pues pensamos que en el avión no nos darían de comer, ¿cómo si estaban en
guerra? Cenamos espléndidamente. Finalmente nos llamaron a una sala de espera,
en donde estuvimos aproximadamente 4 horas. De pronto, nos hicieron señas para
que nos encamináramos a la nave, al salir me revisaron los perfumes uno por uno,
tanto como los cuidé, les quitaron el celofán y todo lo que los envolvía, a mi
cuñado le abrieron su paquete con los tesoros de Murano y las bolas de
poliuretano volaron por todo el piso del aeropuerto, que vergüenza, nuestros
compañeros de viaje nos miraban con rabia y tenían razón, era un atraso, ya
estaban hartos de esperar. Renegué mi necedad de no entregar mis perfumes.
Una vez instalados en el avión, nos dimos cuenta de que éramos los únicos
extranjeros, todos eran Israelies que volvían al país, me emocionó esto, todos
ellos querían ayudar y ver a su gente. El avión arrancó y apenas levantó vuelo,
vino un steward con su carrito de cigarrillos, vinos, etc. del Duty free, por si
alguno quería comprar algo. Esto nos quitó la tensión, bueno, tal vez no estaba
tan mala la situación. Después nos trajeron manzanas y más tarde nos dieron una
cena completa, nos arrepentimos de haber comido tanto en Italia, pero igual
comimos todo. El vuelo fue muy tranquilo, cuando estábamos ya próximos a llegar,
vimos por la ventanilla del avión algo que parecía fuegos artificiales:
estábamos pasando por alguna zona de batalla. Finalmente aterrizamos, ¡llegamos
a la tierra prometida! Descendimos del avión y fuimos por nuestro equipaje,
debíamos conseguir un taxi. Había uno colectivo pero solamente quedaba lugar
para dos personas, dijimos que queríamos irnos todos juntos, vimos que una
señora nos podía hacer un lugarcito si se movía un poco, mi hermana que habla
bien hebreo le pidió muy amablemente que se arrimara, la señora se enojó mucho y
dijo que no de ninguna manera. Yo pensé “bienvenidos a la Tierra Prometida”.
Finalmente conseguimos un taxi y como casi todos los hombres aptos para la
batalla estaban en el frente, fue muy difícil encontrar a uno que nos llevó a
mitad de camino pues tenía que ir al frente y fue a despertar a un compañero
para que nos llevara a nuestro destino. Desde el aeropuerto le habíamos avisado
a mi hermana que habíamos llegado, estaba emocionadísima, no podía creer que ya
estábamos en Israel, finalmente salió medio dormido el próximo conductor que
después de conducirnos a nuestro destino también saldría para el frente. A esas
alturas ya teníamos un hambre feroz y un gran cansancio, pero viendo a la gente
que tenía que salir al frente a pelear, no nos atrevíamos a quejarnos.
Finalmente en una curva vimos a nuestro cuñado parado junto a su automóvil,
había venido a buscarnos, pasamos todo nuestro equipaje a su vehículo, felices
de estar ya en manos de la familia. Él no estaba en el frente, porque era de la
reserva, pero pudiera ser que lo requirieran.
La emoción de estar juntas las tres hermanas fue grande, hubo llanto y risa, nos
dijeron que éramos muy valientes por haber viajado habiendo una guerra, la
verdad ni lo habíamos pensado. Fueron unos días muy emocionantes, mi hermana
vive en Motza Illit, que era antes como un pueblito, pero como es un lugar muy
bonito se convirtió en un barrio residencial. Ese día descansamos un poco,
después, hablamos hasta por los codos, fue una reunión muy emotiva y bonita.
Jerusalem es una bella ciudad, en Israel han plantado mucho por todas partes y
se ve como un vergel.
A pesar de la guerra estuvimos paseando lo que pudimos: fuimos a la ciudad vieja
que nos remite al pasado, venden todo lo imaginable, compramos todos los dulces
árabes que pudimos que son deliciosos. Los vecinos de mi hermana nos venían a
visitar y nos repetían que nos admiraban muchísimo, por ir al país en guerra.
Por las noches preparábamos grandes jarras de café que alguien llevaba al
frente, ya por la noche no salíamos pues había toque de queda y todas las luces
estaban apagadas.
Fuimos a Tel Aviv a ver a las primas que nos recibieron muy efusivamente,
teníamos que salir con luz porque si no, nos quedábamos en las tinieblas.
Seguíamos de cerca por la radio y la televisión las noticias, qué días tan
extraños; cuando íbamos en autobús y subían los soldados, les deteníamos los
fusiles, eran muy jóvenes, nos dolía tanto que tuvieran que ir a pelear. Nos
contaron que los árabes atacaron en Yom Kipur porque pensaron que mucha gente se
había ido de vacaciones o no lucharían por la fecha que era, pero se
equivocaron, todos estaban en las sinagogas y salieron como un solo hombre. No
calcularon que eso iba a ocurrir.
Otro día nos fuimos a Haifa y estando en un restaurant se oyó la alarma de
bombardeo, pero como vimos que nadie se movió nos quedamos tranquilos, además
nos faltaba el postre. El regreso estuvo muy difícil porque oscureció y el
teléfono público de la estación de autobuses no servía, así que empezamos a
caminar y era un buen trecho, la falta de luz hacía peor la caminata,
afortunadamente mi cuñado nos vino a buscar, sentimos que nos salvo la vida.
Hay tanto que contar de este viaje, me impresionó grandemente una conferencia de
prensa que dio Golda Meir, ¡qué mujer tan inteligente! Tenía una táctica
increíble, cada vez que le preguntaban algo pedía que le repitieran la pregunta,
ya que no la había escuchado bien, manejaba a los reporteros muy hábilmente.
En resumen, la guerra no se sentía en las ciudades, pero todos vivían en estado
de alerta, un día el hijo de una vecina vino en estado de shock, estando en el
frente se encontró con un joven como él y se trataba de la vida de él o del otro
muchacho y tuvo que disparar. Daba pena verlo!
Tuvimos una inolvidable convivencia con la familia, y a pesar de todo tuvimos
una estadía feliz, conocimos lo que buenamente se pudo conocer y nos sentimos
hermanados con los israelíes a quienes admiramos muchísimo. El día que salimos
de Israel se hizo el alto al fuego y esa noche ya se podrían iluminar las luces.
Al menos Israel resultó vencedor y a pesar de la pena grande por la gente que
pereció, hubo una alegría paralela por la terminación de la guerra.
Nos despedimos de la familia con un poco de tristeza y nostalgia, pero con la
satisfacción de haber podido reunirnos.
Ojalá que ya Israel pueda seguir su camino en paz, porque la historia continua….

Acerca de Sara Hazán

Sara Hazán es una pintora, grabadora y escritora mexicana. Nació en Milan, Italia, Desde muy temprana edad, ha vivido en la ciudad de México, en donde ha estado casi toda su vida. También vivió en otros paises algunos años.Su pintura es figurativa, costumbrista y de brillante colorido.Tiene también aficiones de escritora, publicó un libro de cuentos que contiene algunas experiencias que ha presenciado o vivido a lo largo de su vida. Tiene varias obras en colecciones privadas, en Colombia, Costa Rica, EE.UU., Inglaterra e Israel.

1 comentario en «Viaje a la tierra prometida»
  1. Interesante relato, en especial por la perspectiva del tiempo. Yo mismo llegue a Israel en agosto del 73.
    Cambio mucho desde entonces, aunque la sensacion de guerra continua. Has regresado desde entonces?

    Responder

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