Ya votamos, ¿ahora qué sigue?

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Por más que hubiera querido aplazar esta entrega, no era posible después del cierre de casillas. Y ni se diga de algún avance del conteo de votos. Sin embargo, y como he dicho varias veces en las últimas semanas, soy de los que creen que si bien las elecciones fueron más entretenidas de lo que temía hace unos meses, no dejaron de ser predecibles en cuanto al resultado que se había venido perfilando desde hace años.

¿Puede haber sorpresas que invaliden lo que acabo de escribir? Sí: en política puede suceder cualquier cosa y por lo general sucede. Pero es ingenuidad asumir que necesariamente va a suceder. Suelo decir para ilustrar este caso que todavía en la segunda quincena de abril de 1945 los alemanes juraban que Hitler tenía un arma secretar que aniquilaría a los aliados en cuanto se acercaran a Berlín. Dicho de otra forma, no es aconsejable caer el autoengaño cuando se analiza lo público.


De esa misma forma tampoco creo en conspiraciones para explicar la política, pues son recursos hechos para manipular a otros a través de las emociones. ¿Las encuestas mienten? Aunque es necesario transparentar las fuentes de financiamiento, mientras haya competencia entre agencias que busquen mantener una base de prestigio para futuras contrataciones no creo en “cuchareos” – y menos cuando hubo una encuesta, la de Berumen, que “cucharoneó” a un candidato y no volvió a publicar otra–. Y tampoco compro el fantasma del “fraude” sistémico. Si queremos tener una democracia madura debemos iniciar por tratarnos a todos como mayores de edad y asumir nuestra parte de responsabilidad.

La ciudadanía es un estado que se debe ejercer permanentemente y mal haría el individuo que cree que su papel sólo se limita a votar. Por otra parte quedaron muchos temas pendientes en el Congreso, los cuales se ha argumentado en este espacio que no van a salir por elegir a un partido u otro o incluso por darle mayoría en el Congreso.[1] Dicho lo anterior, quiero aprovechar este espacio para hablar sobre qué sigue después de las elecciones en cuanto a grupos organizados.

Con todas su fallas y ambigüedades, el grupo #YoSoy132 cambió la dinámica de las elecciones, especialmente al organizar un debate al que asistieron tres de los cuatro candidatos a la presidencia. Las próximas semanas definirán su viabilidad. ¿Cuáles serán sus causas? ¿Su discurso? ¿Sus tácticas? Por lo pronto es cada vez menos rentable presentarse como “anti Peña Nieto” para generar cohesión. La falta de una agenda concreta y la dispersión entre postulados y acciones según la universidad les resta credibilidad y confiabilidad como movimiento.

También fue interesante la Cumbre Ciudadana, el 21 y 22 de mayo. Las organizaciones involucradas presentaron sus propuestas a los candidatos, quienes ofrecieron darles seguimiento. ¿Encomiable? Desde luego. El problema es que mientras nuestros políticos no tengan por qué presentar resultados para seguir en sus puestos, estos ejercicios son políticamente correctos y nada más.

Al respecto cabe recordar una experiencia similar. En 2009, México SOS y Fernando Martí lanzaron el proyecto “Mi voto por tu compromiso”, cuyo fin era que los ciudadanos otorgaran su voto únicamente a los candidatos que se comprometieran con la ciudadanía. La agenda de las demandas incluía una serie de propuestas tanto institucionales como en materia de seguridad. Como se esperaba, un buen número de candidatos ávidos de publicidad se apresuraron a adherirse a la propuesta. La opinión pública se dividió entre quienes celebraron la idea y aquellos que optamos por el escepticismo. El resultado está a la vista de todos: las demandas siguen sin cumplirse e incluso algunos candidatos votaron distinto a cuanto habían prometido.

Lo anterior nos lleva a revisar los mecanismos que se tienen para hacer presión efectiva, en particular a cuanto de esta agenda se aprobó este sexenio. En diciembre de 2009 el gobierno federal reactivó el cébate en torno a la reforma política, presentando un decálogo de propuestas. En los meses siguientes los partidos hicieron lo propio y semanas antes de que terminara la LXI Legislatura (2009-2012) se aprobó un dictamen.

Durante el proceso y sus vaivenes un grupo de activistas promovió en Twitter bajo el hashtag #ReformaPolíticaYA cuatro temas esenciales para empoderar al ciudadano que habían sido aprobados por el Senado: reelección inmediata de legisladores y autoridades municipales, consulta ciudadana, iniciativa ciudadana y candidaturas independientes. A la primera se le puede considerar eficaz (es decir, que incide en el proceso de toma de decisiones, pudiendo llevar a mejores resultados) y a las otras tres legitimadoras (aquellas que no llevan a mejores resultados, pero que legitiman al sistema político al ampliar los espacios de participación).[2]

Lamentablemente aprobar el tema eficiente hubiera implicado, entre otras cosas, que los partidos perderían el control vertical que hoy ejercen sobre la ciudadanía – por eso, buena parte de la clase política está en contra y no aprobaron la reelección, aunque sí las otras tres propuestas–. Como resultado tendremos a partir de 2015 candidaturas independientes. ¿Servirán para algo? Sólo simbólicamente: su existencia no implica que sean competitivas. Y si el sistema está hecho para no rendir cuentas, si acaso algún independiente ganase, terminaría comportándose como cualquier político.

Por lo tanto quizás, al haber aplaudido la aprobación de los temas menos relevantes, las agrupaciones aceptaron el trueque de una democracia más funcional por espejitos y cuentas de vidrio. Pero esto lo veremos hasta dentro de tres años.

¿Qué sigue? En este ámbito no hay engaños, sino engañados. Si de verdad se desea tener un cambio real es necesario tener una agenda clara y saberla impulsar. Es poco probable que los partidos quieran hablar claro de estos temas, toda vez que perderían los márgenes de acción que hoy gozan. Si queremos tener ciudadanos, cabe darnos cuenta que es un estado de responsabilidad permanente.


[1] http://www.sinembargo.mx/opinion/21-05-2012/7041.

[2] Sobre reelección, oprima aquí . Sobre democracia participativa, oprima aquí. Sobre candidaturas independientes, oprima aquí.

Acerca de Fernando Dworak

Licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Maestro en Estudios Legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Fue Secretario Técnico de la Comisión de Participación Ciudadana de la LVI Legislatura de la Cámara de Diputados (1994-1997). Durante los trabajos de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado, fue Secretario Técnico de la Mesa IV: “Régimen de gobierno y organización de los poderes públicos” (2000). En la administración pública federal, fue Director de Estudios Legislativos de la Secretaría de Gobernación (2002-2005). Ha impartido cátedra, seminarios y módulos en diversas instituciones académicas nacionales. Es Coordinador Académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (Fondo de Cultura Económica, 2003). En este momento, se encuentra realizando una investigación sobre las prerrogativas parlamentariasy e scribe artículos sobre política en diversos periódicos y revistas.

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