Por mayoría, los 2.395 socios de la cartera colectiva Stanford Líquido decidieron ayer que los 38.220 millones de pesos que administraba la firma comisionista de bolsa Stanford pasen a manos de la firma nacional Correval.
El mensaje que enviaron con esta decisión fue claro: es mejor un administrador nacional, que no esté contaminado ni desprestigiado por la crisis internacional.
La determinación se tomó en la asamblea extraordinaria realizada por la corredora Stanford, filial de la norteamericana del mismo nombre que está siendo investigada por las autoridades de Estados Unidos, por el fraude de unos 8.000 millones de dólares.
Muy temprano llegaron los socios, dispuestos a escuchar las explicaciones de los administradores. Pensionados, amas de casa, estudiantes, profesionales y representantes de varias compañías intervinieron para reclamar sobre lo que había pasado, ya que el 17 de febrero, antes de que se conociera el fraude de la casa matriz, Stanford Líquido tenía recursos por 54.000 millones de pesos.
Se explicó que la reducción del fondo se debió al retiro de muchas personas que a lo mejor sabían las dificultades de Stanford en el exterior. A continuación se les preguntó a los afiliados (1.093 de Medellín, 1.070 de Bogotá y 232 sin identificar) si querían la liquidación del fondo o su continuidad, pero en manos de un nuevo administrador.
Liquidarlo significaba esperar seis meses para recibir las inversiones, además de llenar el mercado de papeles (posiblemente con poca demanda) porque se feriaría el fondo, con las consecuencias del caso.
Por eso, el 81,05 por ciento decidió continuar. Luego se oyeron las propuestas de 14 firmas que querían seguir administrándolo.
Al final, los asambleístas, agotados después de casi cinco horas de reunión, optaron porque otorgarle su manejo a la firma nacional Correval.
Se oyeron propuestas interesantes formuladas por otras firmas que tenían relaciones con la banca extranjera, pero casi nadie se quiso arriesgar, por la experiencia que dejó el fraude millonario en la sede principal de Stanford.
Todavía falta el aval de la Superintendencia Financiera, pero se espera que la transparencia del proceso garantice que no haya mayores trabas.
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