El 24 de agosto de 2019 presenté mis cartas credenciales como Embajador de Israel en México al presidente Andrés Manuel López Obrador. Cualquier diplomático con experiencia dirá que el éxito de todo embajador reside en su habilidad de presentar una imagen positiva y agradable de su país ante las autoridades anfitrionas y al mismo tiempo, representar la realidad del país en donde está sirviendo, con toda su complejidad, a sus mandatarios.
Al hacerlo, crea un terreno fértil donde las relaciones bilaterales pueden florecer y prosperar. Esto es lo que he tratado de hacer este último año- conocer los desafíos a los que las autoridades mexicanas hacen frente, ya sea en las áreas de agricultura, agua, desarrollo comunitario y cibernética e iniciar intercambios para mejores prácticas.
En el área de la salud, que ha estado en el centro de nuestra atención y que ha cobrado una dimensión mayor desde que la pandemia de Covid-19 apareció, es importante recordar la visita a Israel del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell el año pasado.
Durante estas últimas semanas, nuevas vías de cooperación se han expandido- tras iniciar varias actividades para celebrar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, se explora una posible colaboración conjunta entre México e Israel.
Además se examina una colaboración entre actores mexicanos e israelíes en temas de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.
Una dimensión importante de nuestro trabajo está relacionada con la difusión de la cultura israelí y la ciencia en México -las plataformas virtuales de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara nos darán ese espacio al final de este año (dejaré esto en suspenso a los lectores…)
Pero no debemos ser negligentes en las áreas políticas y económicas. México es un importante jugador en la escena mundial, se unirá al Consejo de Seguridad de la ONU el 1 de enero de 2021 y se encuentra promoviendo a un candidato experto para el puesto de Director General a la Organización Mundial de Comercio.
Un diálogo de alto nivel será llevado a cabo a fines de este año para discutir temas relacionados con la ONU y la actualización de nuestras relaciones bilaterales.
Asuntos del Medio Oriente ciertamente estarán en la agenda con un mayor énfasis en Irán y la desastrosa exportación de su revolución islámica. Pero gracias a la normalización de las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos, brillantes proyectos de cooperación para el beneficio de los pueblos de la región –cerca y lejos- pueden materializarse.
Esperemos que en esta confrontación entre los radicales y las fuerzas reaccionarias por un lado y regímenes pragmáticos por el otro, los palestinos escojan su lado sabiamente.
En la dimensión económica, el Tratado de Libre Comercio del año 2000 entre nuestros países- en las negociaciones donde tuve el privilegio de participar- ha incrementado significativamente nuestros intercambios comerciales.
Marzo era la fecha que se había establecido para revisar y modernizar el tratado, pero debido a la Covid-19 tuvimos que posponer este ejercicio; confío en que pronto reprogramaremos una reunión, ya que la actualización de este acuerdo está en el interés de ambos- México e Israel.
Sinceramente espero que el próximo año anuncie una nueva fase en nuestra relación bilateral con México, una donde Israel podrá fructificar sus lazos estratégicos con los Estados Unidos y fortalecer su relación con los países fronterizos de Guatemala y Honduras con el propósito de contribuir al bienestar del Pueblo Mexicano con nuestros modestos recursos.
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