¿Tiene alguna importancia como se le llame al idioma de los sefardís?
A algunos les parecerá que no, a otros no les importa pero a los demás, el apelativo que se use determinara en gran medida el futuro de esta lengua.
¿De verdad? ¿Un nombre puede hacer la diferencia?
Si no fuera así de dramática la situación no existirían las marcas y lo mismo daría llamar un perfume Channel que Chana, o llamar un reloj Rolex en vez de ‘citizen’ o la gente manejaría más “Tatas” y menos BMW’s aun cuando muchas veces el “sin marca” es idéntico – cuando no mejor, al de la marca.
“O sea ves”, la marca del perfume, de la ropa, del automóvil y hasta del cigarro que fumamos es casi siempre más importante que el valor real del producto que representan porque anuncian al mundo a que grupo, a que estrato, pertenecemos o aspiramos pertenecer.
En el área política esto adquiere una magnitud mucho mayor porque la actitud de las masas y la gente “normal” es predeterminada por el nombre que les demos a lo que hacemos y la confusión que creamos alrededor de “la marca”.
Por ejemplo, ¿cuántos de nosotros podríamos mencionar las diferencias entre socialismo y comunismo?
Casi nadie porque la propaganda ha convertido ambos términos en sinónimos a pesar de estar colocados en extremos opuestos del espectro ideológico.
Porque las organizaciones judías en el mundo franco-hispano empezaron a usar en el siglo XIX el término “israelita” (que no significa nada) para no usar el de “judío” que tenía (¿tiene?) una terrible connotación negativa en este mundo (note que en el mundo anglosajón se usa el término “Jewish’ (judío) libremente y sin complejos.
Así pues, podemos estar todos de acuerdo en que el nombre que le pongamos a las cosas determina –en buena medida- nuestra actitud hacia las mismas por lo que usar el nombre correcto puede modificar de manera dramática nuestro comportamiento.
Como hemos insistido a lo largo de estas páginas, el judaísmo en general y el sefardísmo en particular, se encuentran en un punto crucial de su existencia donde el camino que decidamos tomar afectará para siempre nuestro futuro como judíos, como personas y como comunidades.
Si los sefardís no aprovechamos las condiciones actuales para rearmar, fortalecer y reconfigurar nuestra herencia y actitudes simplemente nos volveremos, como muchos intentan, u en un bloque informe de “orientales” sin nada que nos distinga de los demás ni nadie capaz de llevar nuestras tradiciones, cultura y lengua hacia el futuro.
Para muchos esto es bueno, muchos no quieren ser parte ni de esta tradición ni de su futuro.
Para otros es imprescindible que la identidad sefardí desaparezca – de ser posible- o cuando menos se diluya tanto que no conlleve “el peligro” de resurgir porque al hacerlo podría distraer esfuerzos, energía y dinero del resurgimiento de otra corriente cultural dentro del judaísmo actual que está tratando de imponerse como única opción para todos.
Y precisamente por todas estas causas es que los términos Djudeo-Espanyol y “Ladino” han estado – a pesar de que la mayoría lo ignora chocando y compitiendo entre sí para convertirse en el término definitorio de la lengua judeo-española.
En realidad si yo les pregunto a Ustedes cual es la diferencia entre uno y otro término estoy seguro que apenas unos cuantos la podrían explicar con seguridad y sin titubeos.
Si les digo que hasta “la medalla” que se inventó para promover el Ladino se hizo en Hebreo y además con faltas de ortografía que nadie ha corregido ¿me creerían?
En fin, para enmarcar este conflicto y sus intenciones políticas usaremos las referencias nada más y nada menos que de Itzjak Navon, Haim Vidal y otros políticos e intelectuales para explicar, exponer y definir que es cada termino para que Usted pueda escoger cual usar, haciéndolo con seguridad y conocimiento.
Claro que por el momento dejaremos pasar una semana antes de entrar de lleno al tema.
ilustreme para entender mejor el msj!
?Qué quiere decir “sector comunitario al que pertenece”?
El pasado 21 de febrero se conmemoró el día internacional de la lengua materna.
En México se hicieron referencias notables al castellano que hablaban los conquistadores, hubo quienes hicieron reconocimientos a las lenguas indígenas que aún sobreviven (con grandes esfuerzos) a pesar de la fuerte presión de las lenguas dominantes (español e inglés), pero pocos, realmente muy pocos y de forma privada únicamente, trajeron a su memoria al “Djudeo-espanyol”, idioma que ha dejado una profunda huella entre las decenas o centenas de judíos conversos que se refugiaron en México durante la conquista y la época colonial. Aquellos que nunca se convirtieron y que prefirieron vivir en la marginación o en la clandestinidad dejaron como herencia en algunas expresiones del lenguaje, aquel hermoso dialecto que caracterizó a los descendientes de Abraham que vivieron en España a lo largo de 15 siglos, hasta que fueron expulsados a causa de sus convicciones.
Ese día, desde lo más profundo de mi ancestral memoria, le rendí un bello pensamiento a la lengua de mis antepasados por parte de mi madre. Y aunque no conozco de forma practica el Djudeo-espanyol, considero que no se le puede llamar de otra manera, más que así, con ternura, con cariño, por que el lenguaje es el reflejo de nuestras almas.
Aunque viví como en una isla totalmente incomunicada por muchos años de mi vida antes de la aparición de internet, ahora que a través de este medio he conocido tantos grupo y comunidades, me siento muy satisfecho, quizá orgulloso, de no haber abandonado mis convicciones. Y ojalá que se mantenga la denominación de Djudeo-espanyol para esa variedad dialectal que caracteriza a todos aquellos que descendemos de esa gran comunidad sefaradí que injustamente desarraigaron de su patria.