El trabajo de Raquel Tibol es la confirmación de que, para ejercer la difícil tarea del crítico de arte, además de la necesaria sabiduría para distinguir y valorar estilos, composiciones, técnicas, colores y trazos, es indispensable tener la sensibilidad para transmitir al público y al lector no solo conocimiento, sino emociones, como lo sabe hacer ella, dijo la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) durante la celebración por los 90 Años de vida de la crítica e investigadora, el miércoles 11 de diciembre en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Pocas son las personas que hoy en día cuentan con una trayectoria tan destacada y prolífica como la que ha trazado Raquel Tibol en el terreno de la cultura y las artes, agregó. “Es un honor celebrar esta tarde con ustedes los 90 años de esta extraordinaria mujer plena de vitalidad y energía que nos ha dado un ejemplo extraordinario de lo que es amar la vida y tener una profesión que apasiona.
“Nacida en Argentina, llegó a esta tierra a principios de los años cincuenta para convertirse en una de las voces más respetadas de la crítica y la investigación artísticas en nuestro país. Para nosotros es un privilegio poder celebrar con ella y reconocerla por ser sin duda la memoria del arte mexicano del siglo XX y lo que va del XXI”, expresó la directora general del INBA.
“Cuando pienso en Raquel, veo en ella a una profunda creyente del arte como la más alta de las expresiones humanas. Así nos lo ha demostrado la inagotable energía con la que defiende sus tesis y con la que ha profundizado en el conocimiento de nuestra tradición artística por más de medio siglo.”
Dueña de una pluma vigorosa, crítica e independiente, Raquel se ha valido de su mirada educada, de su memoria prodigiosa y de su incisivo sentido del humor para entregarnos, además de cientos de artículos y colaboraciones en medios impresos y electrónicos, más de 40 títulos que hoy son referencia indispensable para entender las rutas del devenir de las artes y la cultura en el México contemporáneo, refirió María Cristina García Cepeda.
“Entre sus libros podemos destacar las estupendas monografías de artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, Hermenegildo Bustos o José Chávez Morado, entre otros. Su estilo personal, justa mezcla de franqueza y generosidad, ha sabido llevarnos en cada texto, en cada frase, en cada línea, por las grandes avenidas y por los diminutos recovecos del mundo del arte.
“Querida Raquel, esta tarde celebramos su lucidez y su fortaleza. Le damos las gracias por ser una presencia constante en los espacios culturales y porque su mirada atenta, su palabra seductora y su colección de anécdotas nos han revelado innumerables pasajes de nuestra vida cultural. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Bellas Artes reconocen su trayectoria y que su obra sea un acervo fundamental para que las nuevas generaciones valoren nuestra herencia artística”, finalizó la directora general del INBA.
En su intervención, plena de humor y anécdotas que desacralizaron a las grandes figuras del arte mexicano del siglo pasado, la maestra Tibol recordó su llegada a México como secretaria de Diego Rivera, así como los años previos en los que se entregó a la lectura y escritura.
De niña nunca me gustaron las muñecas, dijo; yo prefería jugar con mi perro San Bernardo. “Tuve mi primer contacto con la literatura por la cercanía con un amigo mucho mayor que yo, quien me ponía a recitar bellos poemas de memoria, y más intensamente cuando murió mi madre, cuando yo tenía 10 años. La literatura fue entonces mi refugio.”
También rememoró vivencias y episodios de la vida de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Dolores Olmedo. “Estoy muy agradecida con la tribu Rivera, que vivía de una manera diferente. La relación de Diego Rivera y Frida Kahlo fue muy particular. Su amor pasaba por el arte, por la historia de México, pero no por el sexo. Era una forma de amor diferente. Cuando Murió Frida, Diego sufrió mucho porque perdió a su gran pareja intelectual.”
Por su parte, la también crítica de arte Teresa del Conde narró las enseñanzas directas e indirectas que recibió de Raquel Tibol: “Me ha regañado en público, y con todo y eso hemos tenido una amistad durante muchas décadas. Comencé a leerla desde que escribía en México en la Cultura de Novedades y en Diorama de la Cultura de Excélsior. Raquel es imprescindible para mí y para la historia del arte mexicano. Mi vida personal y profesional no hubiera sido la misma sin su presencia.”
Renato González Mello, durante su intervención, afirmó que Raquel Tibol ha dejado huella en todos quienes la siguen. “La discusión es lo que más le gusta. Las batallas de Raquel están desperdigadas en las páginas de una gran variedad de publicaciones periódicas, y de libros como Gráficas y neográficas en México.”
Por último, Armando Ponce, quien fue su editor en la revista Proceso, relató algunos sucesos de su relación profesional. “Varias generaciones de mexicanos conocen la obra de doña Raquel. Yo la conocí al leer su columna en Excélsior, y después, ya en Proceso, me convertí en el primer lector de cada artículo suyo a lo largo de 26 años. Las escasas ocasiones en las que tuve que hacerle alguna observación para una corrección, fue la más receptiva y agradecida. Ella misma se ha descrito como crítica frente al arte y crítica frente al poder.”
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