El mensaje monoteísta del Profeta Muhammad no había cumplido su primer siglo de existencia cuando ya los primeros hispanos aceptaban el Islam como forma de vida en Europa. En el año 711 EC surgía a la historia la cultura andaluz y los emiratos islámicos del sur de Italia y el mediterráneo occidental le siguieron poco después. Por más de 800 años (dos veces más tiempo del que lleva la presencia ibérica en América) el espíritu islámico trajo luz y tolerancia a la Europa medieval y la llevó de la mano hasta el renacimiento y la modernidad. Es así que las potencias ibéricas que conquistaron y colonizaron América traían un gran bagaje cultural islámico a principios del siglo XVI EC; esto se puede ver hoy en las grandes metrópolis coloniales, sus monumentos y la gran cantidad de términos árabes-islámicos en el castellano y el portugués.
A fines del siglo XIX, llegan a las costas de Iberoamérica los primeros emigrantes musulmanes del Medio Oriente. Estos hombres emprendedores lucharon para traspasar su creencia monoteísta a sus descendientes. Así vemos que, a mediados del siglo XX, la segunda generación de musulmanes, asentados en ciudades como San Pablo, Buenos Aires, Caracas y otras ciudades iberoamericanas, va organizándose en centros de difusión de la cultura y la religión islámica. En la segunda mitad del siglo pasado surge el creciente número de latinoamericanos que retornan al Islam como forma de vida. Si contamos las distintas comunidades musulmanas en la península ibérica y Latinoamérica veremos que suman alrededor de dos millones y medio de personas. Sin embargo, el aumento de la población musulmana latinoamericana es constante y vertiginoso. En los EEUU, la comunidad latina musulmana es la que registra el mayor crecimiento en los últimos años; si mantiene esta tendencia, se convertirá en la mayor comunidad musulmana de los EEUU.
Los musulmanes latinoamericanos de hoy son parte activa de sus sociedades y enriquecen nuestra diversidad cultural con sus aportes en todos los campos. A lo largo de nuestra América Latina es bien reconocida su capacidad de integración y superación en los campos profesionales, académicos, técnicos y culturales. En todas las capitales y conglomerados urbanos de Latinoamérica, encontramos mezquitas que difunden el Islam, desde México hasta Argentina, incluyendo zonas de menor presencia árabe como Bolivia, Ecuador y Paraguay.
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