La palabra árabe Sevap y la palabra hebrea Mitzvá tienen el mismo significado: una buena acción. Esas son las palabras elegidas para nombrar el cortometraje que cuenta la historia de Zejneba Hardaga, una mujer musulmana de Sarajevo que en 1941 escondió a una familia judía de las redadas fascistas.
Medio siglo después, Zejneba quedó atrapada en el asedio durante la Guerra de Bosnia en la década del 90, y fue la misma familia judía la que se aseguró de sacarla.
Sarajevo fue bombardeada durante la invasión nazi, la sinagoga fue brutalmente saqueada y quemada. En ese contexto, Mustafa y Zejneba Hardaga, ofrecieron refugio a Josef y Rifka Kabiljo, junto a sus dos hijos, en su hogar, para esconderlos de los soldados de la Gestapo.
Muchos años después, la familia Hardaga fueron reconocidos como Justos entre las Naciones en el Museo Yad Vashem. Allí, Josef afirmó que “nunca antes un hombre extraño se había quedado con ellos. Nos dieron la bienvenida diciéndome: ‘Josef, eres nuestro hermano, y tus hijos son como nuestros hijos. Siéntete como en casa, lo que tenemos es tuyo’”.
Cincuenta años después, Zejneba Hardaga tenía 76 años y tuvo que enfrentar el genocidio que llevaron a cabo las fuerzas serbias en Sarajevo. Esta vez sola, porque su marido había fallecido.
Hardaga se refugió en un sótano con su hija, su yerno y su nieta, donde sobrevivieron casi sin comida durante semanas. Para ese momento Rifka Kabiljo y su familia vivían en Jerusalén, y se ocuparon de que los Hardaga formaran parte de las 300 personas refugiadas que consiguieron huir de Sarajevo.
“Quería contar una historia sobre judíos y musulmanes que coexisten pacífica y felizmente, y se ayudan mutuamente, lo cual es la narrativa que realmente no escuchamos”, contó Vajrača.
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