Un hombre debía viajar y la forma de llegar era en carretas con caballos. Al comenzar el viaje, todo iba bien y sin problemas. Después de un tiempo, el carretero se cansó tanto que se durmió, y el hombre que viajaba con él vio que el caballo estaba bien y no previó problemas en el camino, así que decidió dormirse también. Y entonces no hubo nadie que llevara las riendas del caballo. Pasó un tiempo y el animal se desvió del camino, hasta que la carreta se volteó y el caballo y los dos hombres quedaron mal heridos.
Preguntó el carretero al hombre qué había pasado y éste le dijo que, como el caballo iba andando bien, había dejado que el animal los dirigiera. El carretero le preguntó: “¿Cómo es posible que encargues nuestras vidas a una bestia irracional?”.
Lo mismo podemos aplicar en nuestra vida. Si dejamos las riendas al cuerpo, estamos encargando nuestra vida a un animal.
El mensaje que podemos tomar de esta historia es que el cuerpo, aunque sea algo material, y todos los actos materiales, podemos convertirlos en espirituales, debemos elevar y santificar todos los asuntos materiales.
Saludos.
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