¿Cuál es tu recuerdo más antiguo?

¿Cuál es tu recuerdo más antiguo? Seguramente, es algo que recuerdas vagamente como la luz amarillenta de la tarde penetrando cabalmente en la habitación a través de persianas color hueso donde no puedes verte a ti mismo, aunque sabes que estás ahí, pero quien ve (tal vez eres tú) posee una mirada que percibe únicamente lo que está fuera de ti, incluso si ése o eso (¿una mente con un cuerpo o un cuerpo que utiliza una mente?) realiza un esfuerzo agonizante.

Estás consciente. Reconoces (como el campesino recuerda) y alcanzas a distinguir los dos o tres colores vivos estampados sobre la tela de la falda de tu mamá y -en algún otro punto de ese mismo cuarto, que está delimitado por las mismas cuatro paredes de todos los cuartos en los que es posible llegar a invocar el recuerdo más antiguo que cualquier persona mentalmente íntegra (risas) puede tener- distingues las cejas y el bigote sobre el rostro oriental de tu padre.

El hipocampo codifica automáticamente todas las experiencias. No obstante, la mayoría se diluye en la nada. Pero, ¿cómo es la nada? Aun cuando algunas teorías psicológicas postulan el deterioro de los procesos de la memoria declarativa, sus mecanismos cerebrales también son parte de la nada que nadie conoce.

Cacharros, muebles, monedas, ropa usada que vendan; charamuscas; el afilador; los elotes; las nueces; los tamales… ¿Cuántos sonidos se van engarzando esa misma tarde, desde una calle, en una esquina de la colonia Condesa, a través del vidrio que vibra junto con residuos del polvo esparcido por el aire que cruza juiciosamente las cuerdas vocales del pregonero, que es uno solo, y al mismo tiempo es el conjunto de todos ellos, y sube hasta la habitación del segundo piso del Edificio Ophelia? El cascanueces destroza la coraza provocándole fracturas expuestas a la nuez. Que nadie vaya a jalar el escusado ni a encender la aspiradora, porque se desata el pánico.

En la medida en que las células del cerebro del recién nacido se van integrando en los distintos circuitos del hipocampo, van formándose nuevas conexiones de entrada y salida (información).

La nuez, sobre la manta puesta en la cubierta de la cama, desprovista de la cáscara dura y rugosa, mientras que alguien desprende la delicada piel con el fin de exhibir su carne blanca, suave y lisa, salpicada con partículas de sal que se mezclan en el paladar con el sabor del llanto doloroso e incomprensible de algo parecido al semen.

Ya que la recuperación de memoria depende de invocar determinados patrones de actividad cerebral generados en el momento en que la experiencia se ¿codificó?, la reestructuración de los circuitos del hipocampo (aprendizaje), a partir de la inducción de nuevas neuronas, tiende a reducir las probabilidades de que cierta clave de recuperación, generada antes de los cuatro años, sea capaz de restablecer ese mismo patrón.

Cuando comenzamos a pensar, simbolizar (lenguajes) con las emociones, reaccionamos en concordancia. Comienza el olvido de la infancia. Desde entonces pasamos nuestras vidas inventando (pensando) historias de aquello que quizás ocurrió cuando aún no existíamos.