La depresión es una enfermedad que tiene que ser atendida y se habla de ella sin conocimiento, como si fuera algo fácil de detectar por cualquiera, y esto solamente compete a un especialista. Es importante saber que la tristeza, el aburrimiento, el vacío no son depresión y que marcar la diferencia es importante.
La depresión es algo más que un mal día, sentirse triste por un breve período o el pesar de una pérdida. Es una enfermedad que afecta la forma de pensar, sentir y actuar. Puede resultar de una compleja mezcla de factores que pueden precipitar cambios en la actividad del cerebro. No es resultado de debilidad personal y usted no puede simplemente “despojarse” de la depresión o “salirse de ella”. No es cuestión de voluntad ni de “echarle ganas”. De ahí la necesidad de que esta, si es que existe, sea atendida por un médico y en ocasiones también por un psicoterapeuta.
La depresión es una enfermedad orgánica que aparece por un desequilibrio químico en el cerebro y que produce ciertos estados de ánimo y conductas que se tienen que detectar. Algunos la muestran como una enfermedad del siglo XX. La depresión se ha mantenido estable en personas que nacieron entre 1920 y 1940. Algunas estadísticas hacen pensar que las personas que nacieron después de 1950 tendrán más problemas de depresión. (Esto nos hace pensar en las presiones de la modernidad, en el aire que respiramos, etc. )
Cuando la depresión se convierte en enfermedad y matiza en forma especial a los seres humanos, es importante tratarla como cualquier otra enfermedad que requiere de un especialista: psicoterapeuta, médico, psiquiatra, etc. Un proceso de terapia, abre la posibilidad de poner al sujeto en una perspectiva clara de su vida que le permita tener mayores posibilidades y alternativas. La experiencia tanto en terapia individual, de pareja y grupal, permite a las personas construir historias diferentes a las que se cuentan.
Esta última, al igual que otras enfermedades mentales produce vergüenza. Las personas van a asistir a cualquier especialidad médica con mayor facilidad que a un psiquiatra o terapeuta. Por otro lado, muchas personas que tienen depresión se sienten culpables, como si esto fuera algo que han hecho a propósito.
Por otro lado, cuando surgen estas depresiones hay que estar seguros que no son una manifestación de algún desajuste hormonal o tiroideo, entre otros. De ahí la importancia de un buen diagnóstico medico integral. Lo orgánico y lo emocional están totalmente imbricados. No todo es orgánico ni todo es emocional. A veces se confunde el aburrimiento con una depresión.
Aquí es importante marcar el lugar diferente que se va ocupando tanto en la vida familiar y social conforme el tiempo va pasando. Dejar de estar en un lugar produce tristeza, pero no depresión. El lugar que ocupamos en la familia y en la sociedad va cambiando conforme nos hacemos mayores. Esto nos obliga a buscar nuevos caminos constantemente y así evitar el aburrimiento.
El aburrimiento es una enfermedad del tiempo. También lo podemos definir como tedio, como el paso del tiempo lento y sin sentido. Se puede decir que el aburrimiento es un producto concreto de nuestra forma de vivir en las sociedades industrializadas. Es un producto de la modernidad y su bienestar; producto de una conciencia cada vez más desmesurada, nunca satisfecha, producto derivado del éxito evolutivo. Es un tedio ontológico y es parte de la vida.
El aburrimiento se encuentra en el fondo de la vida y también tiene que ver con el exceso de expectativas que pueden producir frustración a lo largo de la vida. Lo podemos describir como un líquido que rellena todos los huecos que no están ocupados por la pasión, aventura, problemas o ansiedades.
Es un sentimiento difícil de definir, aunque su experiencia sea frecuente en las personas que viven en la sociedad industrial. Surge muchas veces porque no se espera nada del futuro y no hay un reto para resolver ni tareas pendientes. El aburrimiento puede ser una forma de pasar el tiempo cuando no se tiene algo que hacer que se creativo, productivo o divertido. Un exceso de televisión puede ser un factor importante en el aburrimiento. Un exceso de tranquilidad no produce tensión ni angustia pero si aburrimiento, tedio.
Se ha investigado que la falta de preocupaciones, de peligros, de riesgos, de aventuras, crea aburrimiento. Las exigencias de la vida social y el cumplimiento de ciertos roles también crea aburrimiento pero es diferente del que surge cuando no hay forma de ocupar el tiempo libre. La angustia excesiva no permite sentir aburrimiento; este se instala en un vacío existencial en un mundo interno que no tiene estructuras que lo guíen. Es una sensación desagradable, pero no hay que confundirla con la depresión.
Nos encontramos con frecuencia personas que han dejado atrás una etapa de sus vidas cuando se van haciendo mayores. El hecho de que los adultos mayores dejen de hacer ciertos tipos de trabajos que antes les mantenían ocupados, es una forma de jubilación tanto laboral como familiar. Se tiene un exceso de tiempo que mal manejado se puede convertir en aburrimiento y ser fácilmente confundido con depresión. El manejo de la estructura de tiempo es fundamental en esta etapa de vida como lo ha sido en las etapas anteriores de la vida. Ha llegado el momento de hacer cosas diferentes, divertidas que antes no se pudieron hacer. Dejar tantas responsabilidades atrás y aprender a usar el tiempo libre de una forma creativa y recreativa.
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